Cuenta que durante lo poco que duró la caída era consciente de lo que estaba pasando, que oyó el grito de su compañero de cordada y el suyo propio al darse cuenta que la cuerda quedaba atrás. Pero no había nada que ella o nadie pudiera hacer. Sólo esperar. Es lo único que recuerda del accidente y de los instantes inmediatamente posteriores esta pamplonesa de 40 años, Maialen Ojer, que tras una larga temporada en el hospital y varias intervenciones quirúrgicas trata de recuperar el ritmo de su vida.

Lo tiene que hacer a pasos muy cortos, a veces ayudada por un par de bastones de montaña, porque pese a que le han descartado que sufriera daños irreversibles en la columna vertebral y que ya comienza a valerse por sí misma, el proceso de recuperación se presupone lento, aunque trate de acortarlo lo más posible.

No está sola. Juanjo, el culpable de que con 24 años comenzara a disfrutar de la montaña, está a su lado, como su familia y los montones de amigos que durante este tiempo se han interesado por ella. Han pasado cinco meses desde aquel día, pero los recuerdos y las secuelas todavía siguen muy presentes.

"Estoy bien para como podía haber quedado, aunque me gustaría estar mejor", comentó el pasado martes. Tuvo lesiones en varias vértebras, en la cadera, en unos cuantos huesos del tronco, en brazos y piernas, pero a nivel neurológico el impacto no le dejó daños. Ha sufrido tres operaciones, dos de ellas en la columna vertebral y la tercera a la altura del hueso sacro, y está pendiente de una cuarta intervención, posiblemente en junio. "Espero que en mayo me quiten los hierros, porque parezco un andamio por dentro".

Permaneció cuatro días inconsciente en una cama de la UCI del Hospital de Navarra. Cuando despertó se encontró inmóvil, sin tener las cosas demasiadas claras, y lo primero que hizo fue preguntar si iba a tener que pasarse el resto de su vida pegada a una silla de ruedas. No hace falta mucho esfuerzo para imaginar lo que tuvo que pasar hasta que su hermano, con todas las reservas que las pruebas médicas realizadas hasta el momento permitían, le dijo que posiblemente no, aunque el pronóstico no era el definitivo.

No le resulta nada fácil recordar lo sucedido aquel 14 de septiembre de 2010 en las peñas de Etxauri, pero hace un esfuerzo y por unos instantes vuelve a aquella pared. "He pensado muchas veces en el accidente y cuando duermo alguna vez también me viene la imagen a la cabeza. Era una vía conocida, larga pero que habíamos hecho mil veces. Ocurrió al bajar, por un despiste tonto que tuvimos al no calcular bien los metros de cuerda. A lo mejor fue porque nos relajamos, pero en cualquier caso si el accidente me pasa en otro sitio en vez de ocurrir en Etxauri, no sé... El helicóptero vino rápido y en una hora ya me habían sacado".

el accidente

Recuerdos de la caída

Aquellos segundos de la caída tuvieron que ser terribles, un cataclismo emocional. Incertidumbre y desesperación. "Tengo imágenes del momento en el que estaba en el aire, de oír el grito de mi compañero de cordada al verme caer, de mi propio grito al ver que se iba la cuerda, pero desde el momento en que toqué suelo no tengo recuerdo. Me han comentado que estaba consciente, que estaba hablando, que hablaba al llegar al Hospital, pero no me acuerdo. Los primeros recuerdos son de cuatro días después al despertarme en la UCI cuando alguien me comentó lo que me había pasado".

Se le ve alegre y divertida. Luce una sonrisa abierta que no tiene inconveniente en mostrar cada poco tiempo, pero cuando tiene que recordar esos primeros momentos de consciencia se le pone un nudo en la garganta que le impide continuar. Se toma un respiro. Llora, pero se controla. Vuelve a sonreír.

"En el momento del despertar tuve muchísima angustia, le vi a mi hermano y le pregunté por la silla de ruedas. Aunque al principio no se sabía el alcance real de la lesión, me comentó que pensaban que no. Luego ya vieron que no había nada neurológico, pero estar allí sin poder moverte fue bastante angustioso. Tuve una atención exquisita por parte del personal sanitario, que es lo mejor que me llevé".

Pasó más de un mes internada en el Hospital de Navarra y luego fue trasladada a la clínica San Miguel, aunque seguía sin poder mover un músculo. "Me hacían curas en la espalda porque tenía el hueso casi fuera. Más tarde me volvieron a hacer más pruebas, más resonancias y el diagnóstico fue que tenía lesiones inestables en la columna, con lo que cual no pudieron moverme hasta que pasara por el quirófano". Primero le operaron del sacro para curar la herida y cuando cerró, en noviembre, se sometió a la primera operación en la columna y el 7 de diciembre, a la segunda. En el hospital le confirmaron que podría andar, aunque sin plazo fijo. "Desde entonces hasta ahora he estado de recuperación, comenzando a andar poco a poco, aunque últimamente he empezado a salir más a la calle, me cojo los bastones de montaña y a caminar un poco si hace bueno".

la recuperación

Pensando en volver

Ha sido el peor trago de su vida y un aviso de la montaña. Empezó a escalar con 24 años y ya no lo pudo dejar. "Íbamos a subir montes y comenzamos con la escalada deportiva. Me picó muchísimo. Las sensaciones de la montaña, de la escalada, enganchan una pasada. Luego comenzamos con la escalada alpina, algo de nieve, algo de hielo, aunque en los últimos tres o cuatro años ya pasé a unos niveles de dificultad mayores de los que venía haciendo. Te acaba por absorber y te dedicas a ello".

Fue un proceso natural, casi sin quererlo, por ella misma y por la gente de la que se rodeaba, pero la montaña le comenzó a exigir más. "Me centré más en la escalada alpina y fui buscando zonas con más dificultad, como Ordesa, porque me lo pedía, me gustaba y cada vez que iba disfrutaba un montón".

A los Alpes hizo varios viajes, a los Pirineos, a Perú, Francia, Marruecos, pero la posibilidad de acudir a Pakistán con una expedición organizada le llegó a través de Mikel Zabalza en mayo del año pasado. "Fue como un regalo de cumpleaños porque dos día después de celebrarlo recibí su llamada. No le dejé ni acabar porque ya había aceptado". Era la primera vez que acudía al Karakorum y que formaba parte de una expedición exclusivamente femenina. "Fue una gozada, y eso que no quito nada a hacer deporte con hombres, pero es diferente. La relación entre nosotras, las bromas de tías y mantuvimos una relación extraordinaria entre las cuatro. Lo mismo estábamos cantando en una reunión que gritando". Le han dicho que el proceso de recuperación puede alargarse un año si las cosas marchan bien, pero Maialen no es de las que aguantará mucho sin volver a la montaña. Sabe que la vida de la ha dado otra oportunidad y no la quiere desaprovechar.