AMAIA y Josu Martín Izcue son dos hermanos de Pamplona de 15 y 14 años, respectivamente, que desde los 3 llevan montándose sobre esquíes. Como suele suceder en estos casos, se iniciaron por la pasión que sus padres sentían por la montaña, lo que les hizo descubrir desde muy pequeños el mundo de la nieve, pero la decisión de seguir con la práctica de este deporte fue de ellos dos, de nadie más. Y parece que el asunto no se les da nada mal en cuanto se han metido en la competición, ya que Amaia fue tercera en el último campeonato de España cadete de esquí de montaña contrarreloj, ganó en enero el trofeo Altitoy, segunda prueba de la Copa de España, y el Campeonato de Euskadi, disputado en la localidad gala de Luz Saint Saveur, donde su hermano Josu fue el primero en la categoría Mini.

Que los dos hayan sido capaces de batir a los esquiadores catalanes, los mejores del Estado, es una buena muestra del nivel que Amaia y Josu han conseguido labrarse a base de esfuerzo y de montones de entrenamientos. Porque mientras sus competidores disfrutan de unas instalaciones envidiables y sobre todo, de mucha nieve cercana; ellos deben coger cada fin de semana sus bártulos y recorrer unos cuantos centenares kilómetros para poder practicar su deporte favorito.

Están en plena adolescencia, cuando otros chicos a su edad comienzan a hacer tímidas excursiones al mundo de los adultos, pero lo suyo sigue siendo el deporte. Bicicleta en verano, esquí en invierno. "Hay muy buen ambiente entre la gente que practica esta modalidad y aunque es un deporte durillo, es más sencillo de ver la progresión que en el alpino, donde todo se reduce a 40 segundos de bajada", comenta Amaia.

alpinismo invernal

Ascensión y bajada

El esquí de montaña es una disciplina del alpinismo invernal que consiste en la ascensión a las montañas o travesías por macizos calzados con esquíes. Esta es la parte dura, porque luego viene lo divertido, cuando toca bajar a tumba abierta desde las cumbres nevadas. Por eso este deporte les engancha tanto, porque es muy divertido.

Para evitar que en plena ascensión puedan deslizarse hacia abajo se utiliza una tira de material sintético, que ha sustituido a la piel de foca de los nórdicos, que se acopla a la suela del esquí para permitir la progresión en subida. "Pueda costar más tiempo o menos la ascensión, pero cuando estás arriba te sientes muy bien", asegura Josu con una naturalidad que extraña para alguien tan joven.

Descender desde allí arriba tiene que resultar una experiencia increíble, seguro. Pero además tiene el encanto de poder saborearlo alejado de todo aquello que huela a civilización, porque la esencia del esquí de montaña consiste precisamente en eso, en disfrutarlo en una comunión casi espiritual con la naturaleza.

No empezaron con ningún ánimo competitivo, pero por esas circunstancias que a veces tiene la vida Amaia y Josu han acabado formando parte del equipo de la federación navarra de travesía. Son los benjamines de grupo, los "mimados" de su entrenador, Carlos Imirizaldu, al que se le ve radiante con el rendimiento dado por sus pupilos y por las posibilidades de futuro que tiene para esta modalidad en Navarra. "Que en su primera competición oficial hayan sido capaces de ganar a rivales mucho mejor preparados, a chavales que entrenan en centros especiales de montaña, tiene mucho mérito. Pero ellos llevan muchos años practicando deporte y se nota".

Renuncian a los cómodos ascensos en telesilla para poder disfrutar de la soledad del invierno que ofrecen las montañas acurrucadas por un manto de nieve. Deben subir ladera arriba con sus esquíes, de un lado a otro, firmes y sin descanso.

El esquí alpino puede practicarse a diferentes niveles. Desde la salida matinal o de un solo día, a la clásica excursión de fin de semana pernoctando en un refugio, hasta realizar travesías de varios días o semanas que permiten conocer a fondo un macizo montañoso. Luego están las carreras, que han pasado de contar con 50 ó 60 participantes a los 500. "Cada vez lo practica más gente y ves a familias subir a la montaña para pasar un buen día de porte", comenta el entrenador.

La familia tiene un apartamento en Candanchú al que acuden cuando las competiciones no les llevan de una montaña a otra. "El esquí alpino me gusta más a mí, a Josu le gusta más la travesía. El fondo no nos gusta a ninguno", comentaba Amaia. Parece que han encontrado en esta disciplina el complemente ideal para sus aspiraciones. Entrenan dos o tres días a la semana (patinaje o ciclismo) y esquían el sábado y el domingo. "En verano también participamos en carreras de bicicleta, pero en invierno vamos a la nieve todo lo que podemos. Nosotros podemos hacer en un mes los que otros que viven en los Pirineos hacen una semana".

Belate, Saioa o Isaba son los destinos más cercanos para los pamploneses que practican esta disciplina, pero una vez iniciados, los destinos solo quedan delimitados por la existencia de nieve. Los aludes son la principal amenaza para el esquiador de montaña y causan la inmensa mayoría de los accidentes mortales en esta disciplina, como recordaba Josu. "Una de las bajadas que más me gusta es La Zapatilla, en Candanchú. Recuerdo que una vez estábamos por allí y por encima nos cayó una avalancha". Los dos ya están pensando en la competición de este fin de semana. Toca pasarlo bien, toca esquiar.