ÉL lo cuenta como si tal cosa, como si el hecho de pasar una noche al raso metido en un saco en plena ascensión a una pared de roca y hielo estuviera al alcance de todo el mundo. Pero es así cómo entiende Unai Mendia la montaña, sobre todo desde que hace doce años dejara el ciclismo amateur y se iniciara en la modalidad de la escalada como lo hacen todos por esta tierra, acudiendo a las peñas de Etxauri para ver si aquel deporte del que tanto le habían hablado era en realidad tan divertido.

Parece evidente que sí, porque este pamplonés ha acabado con los años convertido en una referencia de la escalada europea pese a que él prefiera seguir alejado de los focos que tanto alumbran a otros. Lo suyo es más íntimo, a lo máximo que se permite es acudir a las expediciones que su trabajo y economía le permiten con su colega de fatigas, el riojano David López.

Los dos acaban de regresar de los Alpes suizos, donde han culminado con éxito la ascensión a una vía que el pamplonés tenía entre ceja y ceja desde hacía tiempo. La vía Scharf mit alles, en Gasternal, cerca de Kandersteg, fue abierta en 2007 por dos escaladores suizos expertos en hielo que necesitaron cuatro días para rematarla y reúne todas las características que un escalador de su nivel sabe apreciar. Situada a más de tres mil metros de altitud, es una de las más largas en su género en los Alpes (600 metros) y se asciende por cuatro tramos de roca distinta con dificultades que alcanzan WI6 (en hielo) y M8 (en mixta). Poco hielo y mucha roca, lo combinación perfecta para Unai Mendia, que empleó dos días en la ascensión.

"Tenía una lesión en el codo por lo que me decidí a buscar más hielo que roca, porque siempre tira algo menos. Es lo que sucede con los años, que me he vuelto un poco más comodón", comentó Mendia este martes haciendo un hueco en su apretada agenda de trabajo.

De 34 años, Unai es un ingeniero industrial de carrera que se gana la vida como administrador de fincas. Gestiona sus vacaciones y recursos en función de los proyectos que organiza para cada temporada. Su especialidad es la escalada libre en pared de autoprotección, una modalidad en la que los seguros no están previamente instalados en la roca y que el escalador los va colocando mientras asciende, aprovechando las deformidades de la roca. Nada debe quedar atrás, solo la montaña tiene que saber que alguien ha subido por sus extremidades.

No se trata exclusivamente de subir. Por lo menos, no para Unai, para quien el reto que supone lograr una vía está por encima de cualquier otro factor. "Me da igual que sea una vía que no la haya hecho nadie antes, lo que me importa es que sea nueva para mí, que se den las condiciones adecuadas para ir al lugar con posibilidades reales de subir y que tenga atractivo por su dificultad".

De hecho, es de los que prefieren acudir a rutas que ya están abiertas, porque el trabajo y el tiempo que supone abrir una nueva no siempre le compensa. "La escalada de verdad es en roca, lo del hielo es de segunda (se ríe) y me tengo que ir muy lejos para encontrar una ruta que me atraiga. Además, con hielo hace más frío y hay que madrugar más, aunque sea más sencillo que la roca", comentó con un evidente sentido de humor mientras apura su café.

Su trabajo no consiste únicamente en tirar hacia arriba. Deben tener mucho cuidado con los desprendimientos de piedras o de trozos de hielo, a los aludes, al mal tiempo. Allí arriba llevan lo indispensable y si tienen que quedarse a dormir en mitad de la pared, sacan una esterilla y un saco de dormir. No hay sitio para una tienda.

no tocar la roca "Normalmente las paredes que hacemos nosotros no están taladradas. Puede existir alguna chapa en sitios donde la protección es imposible, pero por lo general se trata de no tocar la roca, dejarla como está, que ni tan siquiera se note que has estado ahí".

Al final, todo depende de la roca, de las debilidades que presente, de las posibilidades que ofrezca al escalador para llevarle un poco más arriba. El problema viene cuando la pared no da facilidades. "Entonces interviene el atrevimiento. Si lo tienes, tiras para arriba hasta encontrar la siguiente fisura, de lo contrario media vuelta".

Para culminar la última ruta, donde se mezclaba el hielo y la roca, el estudio previo resultó fundamental. Hay que conocer el grosor del hielo, las previsiones y para los muy previsores como es su caso, llamar al escalador que hizo la primera ascensión. No se elimina el riesgo, pero con profesionalidad se pueden llegar a minimizarlo al máximo. Tiene muchos proyectos, pero se los reserva para él. No quiere plantearse nuevas metas, pero aunque no lo dice con claridad, sus ojos delatan que algo ronda por su cabeza. Tal vez Pakistán, tal vez Australia, siempre escalando, mirando al cielo.

l El personaje. Unai Mendia, pamplonés de 34 años, es uno de los mejores escaladores del momento y a juicio de los expertos, el mejor glaciarista de su generación.

l Datos personales. Es un ingeniero industrial de carrera que se gana la vida como administrador de fincas. Al año puede realizar media docena de excursiones. El coste de la última, que le supuso pasar una semana en Suiza, les ha costado alrededor de 1.000 euros, sobre todo en viajes, material y estancia.

l Sus ascensiones. Este alpinista pamplonés tiene un historial deportivo espectacular: Hyper Couloir del Brouillard al Mont Blanc, Goulotte McIntyre Colton a la pared norte de Las Grandes Jorasses en invierno, A las Estrellas, considerada la ruta mas comprometida de Gavarnie.

l Fotografías del hielo. Uno de los aspectos que más cuidado tienen los glaciaristas se refiere lógicamente al estado del hielo sobre el que tienen que ascender. Para conocer su grosor hacen un estudio previo de las fotografías de la zona.

l Materiales. Para una ascensión complicada como la última en los Alpes, Unai y su compañero necesitaron dos días de trabajo.