pamplona. Cuando en 2007 su compañera Ana Carrascosa le adelantó en la lucha por un billete para los Juegos Olímpicos, Miren León dejó el judo profesional. En la decisión también influyó su reloj biológico "porque las mujeres llegamos a una edad en la que si no te pones a ello se te pasa". Entre tanto montó a orillas del río Arga el Gimnasio León, donde se practican toda clase de disciplinas de nombres extraños. La última que ha descubierto Miren es el crossfit, una competición que busca al deportista más animal y en la que ha quedado este mes novena en el Campeonato de España.

¿Qué tal lleva la maternidad? Genial. Al principio echas de menos el deporte. En el embarazo lo hice con mucho cuidado y un pulsómetro. Pero estaba acostumbrada al deporte de alto nivel. De pronto tener que bajar tanto la intensidad, y no hacer nada en los primeros meses de lactancia... para un deportista es duro. Te quita tu droga, pero luego te lo compensa todo porque un hijo es lo más maravilloso del mundo. Además ahora que June ya tiene dos años y medio y habla un montón es una época preciosa. Estoy emocionada. No da tanto trabajo como cuando era más pequeña y a cambio da muchas alegrías, está todo el rato diciendo que te quiere...

Ya cumplirá 15 años... Por eso ahora estoy disfrutando de esta edad. Ya llegará la adolescencia. Cuando eres padre te toca luchar cada día por la educación. Ellos siempre están tirando y quieren salirse con la suya. Educar es duro. Tienes que estar ahí y no bajar la guardia nunca.

Su hermano Josetxo también es judoka. En casa habría batalla... Lo que pasa es que siempre perdía yo. Estábamos muy enganchados al judo, poníamos unos colchones en la habitación y entrenábamos antes de ir al instituto, a las 7 de la mañana. Mi madre siempre se levantaba a reñirnos, y yo acababa llorando, porque Josetxo era muy burro. Pesaba 70 kilos y yo 50... Terminaba mal, pero también así me hice fuerte y llegué donde llegué.

Después de dos guerreros, la hermana pequeña ha salido pianista. Empezó a hacer judo, pero mi madre no quería y le apuntó a piano. Es una máquina. En el conservatorio ha sacado un 10, ha ganado concursos, la llevan a Suiza, a Polonia... la conoceréis.

Dentro de nada llega la cita olímpica. ¿Le entra morriña? Soy muy poco melancólica. Suelo olvidar el pasado y siempre miro hacia adelante, aunque en estos momentos sí sacas el álbum de fotos. Fue una experiencia única, de las mejores de mi vida, y de vez en cuando me acuerdo. Es el premio al esfuerzo de toda una carrera. Se respira felicidad y buen rollo. Son como unos Sanfermines del deporte, como la alegría del chupinazo.

Supongo que con menos alcohol. No dejaban meter alcohol a la Villa Olímpica. Por si acaso lo regulaban.

Tampoco les daría a los deportistas por beber en plenos juegos. Bueno, a los que habían terminado de competir igual sí, y por eso me imagino que no lo permitían, para que no metieran mucha bulla.

El judo le ha permitido viajar mucho, ¿algún lugar especial? Sidney. He estado tres veces, y me parece una ciudad bonita, bien organizada, con buen ambiente y relajada. Y también Brasil. La gente es alegre y feliz, y tiene unas playas increíbles. Estuve en un campeonato en Río, y después de los Juegos Olímpicos fui tres semanas de mochilera con mi prima.

¿Ahora sigue viajando? Con el gimnasio nos ha tocado ir a ferias en Italia, o con los alumnos de judo a Portugal. Igual no voy tan lejos, pero seguimos viajando. Ahora también he estado en Finlandia, en un curso para ser formadora a nivel nacional de gymstick. Soy una persona muy inquieta y siempre quiero hacer cosas nuevas. La inquietud no la pierdo, y no hay que perderla nunca.

De pequeña hacía ballet, y le hubiera gustado ser bailarina. Es cierto. Cuando era pequeñita me apuntaron a gimnasia rítmica y a ballet, e hice 3 años en el conservatorio. Pero en aquella época el ballet era muy duro, y en la gimnasia tenía más amigas, podía hablar más, me lo pasaba mejor... Hice preparatorio, primero y segundo de ballet, pero me suspendieron para pasar a tercero. Tenía que repetir, y me dio tanta rabia que me desapunté. No me he arrepentido porque en el judo me ha ido muy bien. Pero cuando veo a las bailarinas me digo que si tuviera otra vida sería bailarina. Me encanta la música, y la manera más bonita de vivirla es hacer ballet. Ahora no hago baile, pero cuando salgo un día por ahí muy pocas veces me pego toda la noche bailando.

De bailarina a judoka. No está mal el contraste. No es tan diferente como parece, porque todo es coordinación, sacrificio y esfuerzo. El judo es como el ballet, pero con pareja. Y tienes que utilizar también el ritmo.

¿Cuándo montó este gimnasio? Fue justo un año después de los Juegos, en septiembre de 2001. Abrimos el 10 de septiembre, y al día siguiente tiraron las Torres Gemelas. Me acordaré siempre, porque el primer día se apuntó un montón de gente y el segundo no vino nadie. Pensábamos que habíamos montado un gimnasio en el inicio de la Tercera Guerra Mundial.

¿Y ahora va bien el negocio? Sí. Para la que está cayendo no podemos quejarnos, porque en Pamplona han cerrado muchos gimnasios. Nosotros nos mantenemos y tenemos un montón de gente. Estamos bien.

¿Se nota más concurrencia con la operación bikini? No tanto como antes. Ahora la gente se empieza a concienciar de que hay que hacer deporte en cualquier época del año. Y nosotros somos muy sinceros. Si viene alguien diciendo que quiere ponerse en dos meses como Claudia Schiffer, le decimos que es imposible. Hay que estar en forma todo el año para estar bien física y mentalmente. El deporte no tiene que ser solo para estar guapo de cara al verano, sino para tener salud y sobre todo sentirte mucho mejor. Tienes más energía, estás más feliz, más contento... es todo. Y la gente se va concienciando.

El gimnasio, la competición, la niña... ¿tiene tiempo para el ocio? A mí lo que me gusta es relacionarme con las personas y hacer deporte, y gracias a mi trabajo el ocio lo tengo aquí. Es duro como cualquier trabajo porque siempre tienes que tener buena energía y disposición, y no siempre estás con el mismo ánimo. Pero a la vez me lo paso muy bien con la gente. Tenemos muchísima suerte, porque hay unos alumnos y unos socios maravillosos. Aquí tengo mis amigos, mi ambiente y mi ocio.

Tae bo, gymstick, bosu, power plate... ¿qué es todo esto? Somos muy inquietos, y el gimnasio sobrevive porque siempre intentamos estar a la última y sacar cosas nuevas. A las personas les tienes que ofrecer novedades. Si no se aburren. El gymstick es un trabajo de musculación con gomas, muy divertido, con música y que se te pasa volando. El tae bo es una disciplina como el aerobic, pero con golpes de kick boxing y boxeo y con patadas de kárate. Se hacen pequeñas coreografías, y es un trabajo muy intenso. Y el power plate es una máquina que usan los famosos, un sistema de entrenamiento por vibración. Te colocas encima y con la vibración trabajas muscularmente. Lo bueno que tiene es que en 20 minutos es como si hubieras hecho una hora de musculación.

¿Una máquina para vagos? No, porque se trabaja. La gente suda un montón, pero en poco tiempo tienes resultados muy buenos. Por eso Gasol, Nadal, Madonna... le pegan a esa máquina.

¿Estas disciplinas son modas pasajeras o han venido para quedarse? Son como el spinning, que empezó poquito a poco y se sigue manteniendo diez años después. Y luego llegará un momento en que pasará como con el aerobic, que empezarán a decaer porque saldrán otras cosas nuevas. Son cosas que llegan, como el pilates, que tubo un boom muy grande, luego se mantienen durante muchos años hasta que llega un momento que bajan. Es normal, van saliendo cosas nuevas y el ser humano está siempre así. Si no nos aburriríamos. Y a nosotros es lo que nos gusta.

Y lo último es el crossfit. Eso es la locura. Es el entrenamiento que hacen los deportistas de elite, que lo he hecho toda la vida. Levantamiento de pesas, halterofilia, saltos, carreras, subir cuerdas, llevar sacos, darle vueltas a ruedas, gimnasia deportiva... todo en circuitos para ver quién es la persona más completa. Y me engancha porque es una competición constante y tengo las mismas sensaciones que cuando entrenaba a alto nivel. Es recordar esas sensaciones. Y te rejuvenece otra vez. Ahora queremos montar un box de crossfit, una nave donde se va a entrenar como se entrenaba hace 50 años, de una manera divertida y que engancha. Ahí nada de jijijaja: barras de halterofilia, cuerdas, balones...

¿Cuándo empieza a ser peligroso el culto al cuerpo? Gracias a dios en este gimnasio no tenemos gente obsesionada, quizás también porque nosotros somos deportistas y transmitimos el espíritu de hacer deporte no solo por estar físicamente bien. Si el objetivo de la persona es pesar nosecuanto ya empezamos mal, porque va a durar dos meses y se va a ir. El objetivo tiene que ser tener buena salud, sentirte fuerte, ágil, resistente, bien contigo mismo, con autoestima... y lo de bajar peso ya vendrá. Es estar física y psicológicamente bien para ser en vez de una mula o un burro, un caballo de carreras. En vez de un seiscientos un Ferrari. Lo del culto al cuerpo no me ha gustado nunca. Puede ser peligroso obsesionar a la gente con un peso. El papel de los entrenadores y monitores de gimnasio es quitarles a las personas ese tema de la cabeza. Claro que también deberían quitar de las revistas todos los "adelgaza en quince días" y dietas milagros. Deberían estar prohibidas, porque lo único que crean son enfermos. El metabolismo de la gente que hace siempre esas dietas acaba totalmente atrofiado.

Cuando competía lo pasaba mal para mantener su peso de -52 kg. Con el judo empecé a hacer dietas con 17 años. Y siempre estaba bajando y subiendo, el efecto yoyó. Luego lo regulé y lo llevaba mejor, pero me costaba muchísimo precisamente por las dietas. Ahora que no hago ninguna estoy en peso de competición. 52 kilos clavados coma lo que coma y haga lo que haga. Hay que comer sano y equilibrado, y hacer deporte.

También estudia Psicología... Sí, y el año pasado me fue muy bien. Aprobé medio curso. Voy de medio en medio. Antes empecé la carrera en el plan antiguo, pero estaba en plena competición y la verdad es que no hice nada. Y cuando dejé de competir y tuve a la niña me faltaba eso de hacer algo para ti, y la psicología siempre me ha gustado aplicada al deporte. Volví el año pasado, me saqué medio curso y este año a ver si me saco el otro medio. La primera evaluación fue bien, pero en la segunda, como he estado preparándome para el crossfit, me he dejado las asignaturas para septiembre. Pero las aprobaré.

Y le pega a las redes sociales. Por las mañanas, en vez de ver las noticias, que deprimen tanto, leo las noticias de mis amigos. Y en ese ratico que estoy desayunando me meto en el Facebook a ver qué ponen mis amigos, que al final tienes 400 y ya no sabes si son amigos o qué.

¿Qué otros deportes le gustan? El balonmano, el tenis, el atletismo... y echo de menos que en los medios de comunicación no se hable más de otro tipo de deportes. Parece que en este país el fútbol nos va a comer a todos. Ahora llegan los Juegos Olímpicos y la gente quiere que se saquen medallas, y lo que va a pasar es que no se van a sacar, porque cada vez hay menos ayuda para el deporte olímpico y se le apoya menos en los medios de comunicación. Igual también es una mala gestión por parte de las Federaciones, pero las instituciones deberían fomentar que todos los deportes sean importantes, no solo uno. Soy una luchadora de las causas perdidas. Respeto mucho el fútbol, pero existen otros deportistas que también se esfuerzan muchísimo y se merecen un monumento. Y no se valora.

Se ve que no le convence el fútbol... No, lo siento mucho. Me aburro viendo un partido. Lo he intentado, e incluso he ido al Sadar, pero tampoco me gusta nada cómo se pone la gente. No entiendo esos insultos y faltas de respeto. Vengo de un deporte en el que todo es respeto. No puedes decirle nada ni al árbitro ni al competidor, y lo del fútbol me parece una pena. Si la gente fuera más deportiva probablemente me gustaría más. Pero cuando he ido al campo me han entrado ganas de irme. ¿Por qué insultar a un chaval o a un árbitro que se está esforzando y dándolo todo? Un día tendrá bueno y otro malo, como todos.

¿Por qué cree que pasa eso? Es un fallo de base. Para ser profesor de judo tienes que ser cinturón negro, y por lo menos haber practicado 6 o 7 años. Te has tenido que sacar un título que te ha costado un mes, y tienes una educación y unos valores. En el fútbol cualquiera puede entrenar a unos niños, y no sabes si esa persona tiene la formación adecuada para enseñar. No me refiero a formación física ni táctica, sino a la educación en unos valores. Y si a la base la formas con el "si te pegan una patada, te tiras y gritas...", lógicamente cuando el niño juegue va a hacer marrullerías y se tirará.