Balcones y vallados a rebosar guardaron silencio al paso de nobles astados y de una marea de corredores. Los dos primeros encierros, para guardar en el álbum, vertiginosos, en los que no queda hueco ni para el aire, sólo para la emoción.
Guardando la distancia en el encierro de San Fermín
Patxi Cascante / Jon Urriza
Balcones y vallados a rebosar guardaron silencio al paso de nobles astados y de una marea de corredores. Los dos primeros encierros, para guardar en el álbum, vertiginosos, en los que no queda hueco ni para el aire, sólo para la emoción.
Guardando la distancia en el encierro de San Fermín
Patxi Cascante / Jon Urriza
Balcones y vallados a rebosar guardaron silencio al paso de nobles astados y de una marea de corredores. Los dos primeros encierros, para guardar en el álbum, vertiginosos, en los que no queda hueco ni para el aire, sólo para la emoción.
Guardando la distancia en el encierro de San Fermín
Patxi Cascante / Jon Urriza
Balcones y vallados a rebosar guardaron silencio al paso de nobles astados y de una marea de corredores. Los dos primeros encierros, para guardar en el álbum, vertiginosos, en los que no queda hueco ni para el aire, sólo para la emoción.
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Patxi Cascante / Jon Urriza
Balcones y vallados a rebosar guardaron silencio al paso de nobles astados y de una marea de corredores. Los dos primeros encierros, para guardar en el álbum, vertiginosos, en los que no queda hueco ni para el aire, sólo para la emoción.
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Patxi Cascante / Jon Urriza
Balcones y vallados a rebosar guardaron silencio al paso de nobles astados y de una marea de corredores. Los dos primeros encierros, para guardar en el álbum, vertiginosos, en los que no queda hueco ni para el aire, sólo para la emoción.
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Patxi Cascante / Jon Urriza
Balcones y vallados a rebosar guardaron silencio al paso de nobles astados y de una marea de corredores. Los dos primeros encierros, para guardar en el álbum, vertiginosos, en los que no queda hueco ni para el aire, sólo para la emoción.
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