Jannik Sinner no falló este domingo a su cita con la gloria en Turín. En su casa, ante su público y sin ceder un solo set en el torneo, se coronó campeón invicto de las Finales ATP tumbando al estadounidense Taylor Fritz (6-4 y 6-4) para graduarse como nuevo Maestro en un año pletórico para él.

Es el primer italiano en levantar este título. Es ya historia del tenis italiano con solo 23 años. Ahora defenderá la corona de campeón en la Copa Davis. De reto en reto. Su temporada es de altísimo nivel. En el mismo año que bordó sus dos primeros Grand Slam, los de Australia y Estados Unidos, cerró el circuito ATP con el título más importante a final de temporada. Con la enésima muestra de autoridad, de poderío, de superioridad.

La realidad es que pese a la gran ausencia de Nole este año, pese al constipado de Alcaraz o la derrota de Zverev en semifinales, nada puede discutir la superioridad aplastante de Sinner en este torneo. Ha sido el dueño absoluto en cada partido. El rival a batir. El nombre propio del torneo. La figura por excelencia de la cita que reunió a los 8 mejores tenistas del planeta con la única excepción del serbio.

No es que Fritz no jugara bien. Es que, sencillamente, Sinner estuvo otra vez intratable. Apenas cometió errores. Resiliente en defensa y clínico en ataque. Y, si no comete fallos, con la técnica de sus golpes, veloces y potentes, las oportunidades para ganar son mínimas. Prácticamente inexistentes.

Sinner es un jugador que desgasta al rival por ser un muro. Su increíble resistencia le permite encontrar grietas que el rival se hace a sí mismo casi fruto de la desesperación, de buscar siempre ajustar al máximo intentando forzar al italiano. Y en el primer set, con 3-3 en el marcador, Sinner la encontró.

Tuvo dos bolas de break con 40-15 a su favor. Pero Fritz las salvó. Puso el 40-40. Pero no terminó de cerrar con su saque y Sinner se ganó otra bola de rotura. Otra vez salvó Fritz. A la cuarta, no hubo perdón del italiano, que encarriló el set.

Tuvo que ponerse el mono de trabajo cuando Fritz tuvo una bola de break que pudo cambiarlo todo justo después de que Sinner desaprovechara una bola de set. Pero era la noche del italiano y nada lo podía impedir. Salvó ese pequeño traspiés y cerró con e su segunda oportunidad. Con Fritz obligado a reaccionar, nervioso por ver que se le escapaba otra oportunidad, Sinner aceleró.

Ya en el último juego del partido quiso lucirse. Levantó al público finalizando un larguísimo intercambio con una dejada inalcanzable, preciosa. Fue el golpe definitivo, Fritz estaba fuera. El nombre de Sinner empezó a retumbar en el Inalpi Arena. Un año de 70 victorias. Torneo histórico el suyo. Más consagratorio, si cabe. Maestro con 23 años.