La guerra en Gaza cumple un año sin esperanzas de una tregua a corto plazo . Todavía cerca de un centenar de rehenes siguen secuestrados desde que el Movimiento de Resistencia Islámica (Hamás) y otras facciones palestinas perpetraran unos ataques contra suelo israelí que se saldaron con más de 1.200 muertos y 255 rehenes, de los cuales se estima que solo 65 siguen con vida en el enclave palestino. Este ataque provocó la respuesta del Estado hebreo que se salda hasta el día de hoy con 41.909 palestinos fallecidos -casi 17.000 menores- y 97.303 heridos, según los datos del Ministerio de Sanidad de Gaza, controlado por Hamás.

Sobre las 6:29 de la mañana del 7 de octubre de 2023 comienza el peor ataque jamás vivido en la historia de Israel. Tras el lanzamiento masivo de cohetes, miles de milicianos de Hamás y otros grupos rompen el cerco de Gaza armados e irrumpen en comunidades agrícolas y bases militares. Alrededor de 1.200 personas son asesinadas y 251 secuestradas, de las que 97 siguen aún retenidas en Gaza.

En torno a las 18.00, Israel declaró el estado de guerra por vez primera desde la guerra árabe-israelí de 1973: el principio de una operación militar sin precedentes contra la Franja de Gaza, con la movilización de 300.000 reservistas. Al mismo tiempo, en su frontera norte, las milicias del partido chií libanés Hizbulá terminaban de preparar su incorporación al conflicto.

Infografía del ataque del 7 de octubre en la frontera de Gaza con Israel. EP

En la mañana del 8 de octubre, las milicias de Hizbulá comenzaron sus ataques con cohetes contra las comunidades del norte de Israel, en el principio de la regionalización del conflicto y del endurecimiento de la estrategia del Ejército israelí, enzarzado ya en tres frentes después de que la insurgencia hutí de Yemen lanzara el 19 de octubre su primer ataque contra Israel desde el comienzo de la guerra.

El 13 de octubre, Israel ordena a 1,1 millones de palestinos que abandonen el norte de Gaza ante la inminencia de una invasión terrestre a gran escala que comenzaba el 27 de ese mes

EP

El enclave palestino quedó incomunicado, sin servicios telefónicos o de internet. Esto supuso el inicio de la guerra por tierra, mar y aire que mantiene desde entonces sobre una de las zonas más densamente pobladas del mundo.

La Franja de Gaza ha sido durante las últimas décadas foco recurrente de conflictos y tensiones entre palestinos e israelíes EP

Esta nueva guerra culmina meses de tensión y violencia, particularmente en Cisjordania, donde han muerto decenas de palestinos en operaciones israelíes y sus poblaciones han sido objetos de ataques de colonos, como también han fallecido pobladores israelíes en ataques palestinos en localidades próximas a los asentamientos.

EP

Efímero alto el fuego

El alto el fuego de siete días declarado el 24 de noviembre, casi un mes después de la invasión israelí, es el único respiro que ha conocido la guerra hasta el momento. Durante esa semana, y gracias a un intenso proceso de mediación internacional, Israel liberó a 240 presos palestinos a cambio de 105 civiles secuestrados por Hamás, en lo que, durante los primeros días, parecía tratarse de un primer impulso con vistas a un alto el fuego duradero, expectativas que acabaron desmoronadas.

Israel denunció que Hamás no tenía intención de liberar a todas las mujeres y los niños, mientras que el movimiento islamista acusó al Ejército israelí de violar constantemente las reglas del cese de hostilidades y de paralizar la ayuda externa al bloqueado enclave con la intención de asfixiar a la población.

El fin de la tregua supuso el recrudecimiento de los bombardeos israelíes sobre el enclave, la aceleración de sus operaciones por tierra, y la certeza de que las consecuencias de la guerra se estaban escapando definitivamente de las manos de la comunidad internacional.   

Los meses posteriores se han caracterizado por la existencia de dos ciclos simultáneos de destrucción en Gaza y de incapacidad internacional para detenerla.

Mientras la Corte Internacional de Justicia (CIJ), el tribunal de la ONU, ordenaba el 26 de enero a Israel a "tomar todas las medidas posibles" para prevenir un genocidio en Gaza, el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas llevaba ya meses intentando promulgar sin éxito una resolución para el alto el fuego, en parte debido a los vetos de Estados Unidos, aliado de Israel, por considerar los términos de la misma un obstáculo a las negociaciones, si bien acabó absteniéndose en una votación el día 25 de marzo, facilitando la aprobación de un texto incumplido hasta el momento.

Muerte de cooperantes de World Central Kitchen

En Gaza, las consecuencias de los ataques israelíes marcan la cronología de acontecimientos, como el que costó la vida a siete empleados y colaboradores de la ONG World Central Kitchen el 1 abril, o el bombardeo del 8 de junio en Nuseirat; un ataque empleado para proteger a militares israelíes en una operación de rescate de rehenes que se saldó con más de 270 palestinos muertos, según el Gobierno de Hamás en Gaza.

Todo ello para sumar 42.000 palestinos fallecidos, más de 97.000 heridos y cientos de miles desplazados a la fuerza por los ataques. Además han muerto casi un millar de empleados del sector sanitario, 200 trabajadores de la agencia de la ONU para los refugiados palestinos (UNRWA) y más de un centenar de periodistas.

Israel, por contra, describe una realidad en la que Hamás emplea constantemente a los civiles como escudos humanos con la connivencia de las agencias humanitarias mientras denuncia la pasividad de la comunidad internacional ante la situación de los rehenes (seis de ellos hallados muertos el 1 de septiembre, aseguró Israel, con indicios de ejecución), y el constante peligro que atenaza a su población, rodeada de enemigos.

Una prueba de ello tuvo lugar el 14 de abril cuando Irán lanzó decenas de drones de ataque y misiles balísticos desde su territorio en respuesta a la muerte, dos semanas antes, de elementos de su Guardia Revolucionaria en Damasco (Siria), precedente de otro lanzamiento masivo de misiles iraníes el 1 de octubre; amenazas que suceden en medio de ataques palestinos a la población israelí, como el que dejó siete muertos en Tel Aviv precisamente ese mismo día.

Esta internacionalización del conflicto está estrechamente vinculada a las operaciones paralelas de Israel para decapitar a los movimientos armados a los que se enfrenta. El líder político de Hamás, Ismail Haniye, murió el 31 de julio. El secretario general de Hizbulá, Hasán Nasralá, falleció el 27 de septiembre.

Cinco días después, el 1 de octubre, Israel invadió el sur de Líbano y desencadenó una ola de bombardeos sobre el sur de Beirut, bastión de Hizbulá, con un coste provisional de más de 2.000 muertos y casi 9.800 heridos en el territorio libanés, y un nuevo apartado en una cronología de horror que no termina.

EFE