Las noticias se suceden tan rápidas que no da tiempo a asimilar una triste biografía de un bebé de casi dos años con una enfermedad degenerativa, cuando otra tromba de trágicas noticias nos inunda cada día los telediarios y prensa digital. Quizá venden más que las buenas noticias. El periodismo es también una empresa, no lo olvidemos, lo decía recientemente en una entrevista en la radio un veterano periodista y exprofesor universitario.

Pero la triste historia del pequeño Alfie tiene una doble lectura: una negativa y otra positiva: el coraje mostrado por sus jóvenes padres, capaces de enfrentarse a los jueces reclamando su derecho como padres a la vida de su hijo y el del propio bebé, según la Convención de los Derechos del Niño de la ONU en 1959: https://www.unicef.es/causas/derechos-ninos/convencion-derechos-ninos. Y luego confirmados por UNICEF.

Por eso ha llamado la atención del mundo el coraje de unos padres ingleses, el matrimonio formado por Tom Evans y Kate James de 21 y 20 años, por salvar la vida de su bebé Alfie Evans, o al menos intentarlo todo. Así viajaron al Vaticano para recibir el ánimo y ayuda prestada por el hospital Bambino Gesù de Roma, previa mediación del Papa Francisco.

De nada han servido las numerosas manifestaciones frente al hospital donde estaba el bebé ni las muchas concentraciones en otras ciudades del Reino Unido y otros países para defender el deseo de los padres frente a las leyes del Estado que ordenó su desconexión y con ello su muerte: los nuevos poderes fácticos de la sociedad del más fuerte se imponen de nuevo a la institución familiar. Si triste fue la muerte del pequeño Alfie, a dos semanas de cumplir los dos años, grande se ha mostrado ante el mundo la nobleza y coraje de su joven padre Tom cuando escribió: “El gladiador bajó el escudo y sacó las alas”; “Nuestros corazones están rotos. Gracias a todos por vuestro apoyo”. Los individuos con sus grandes sentimientos han ganado el pulso en grandeza moral a un Estado frío que ha decretado que era muy costoso y poco efectivo el tratamiento. Según Tom Evans la supervivencia de Alfie, capaz de sobrevivir cinco días sin el respirador artificial, contra todo pronóstico de una muerte anunciada por los médicos y jueces a los 15 minutos de su desconexión del aparato, ha llevado a decir a su joven padre: “ningún milagro” sino “un diagnóstico equivocado”. ¡Quién puede negar que quizá hubiera sobrevivido de haber trasladado a Alfie a Italia para continuar con su tratamiento! Una muerte decretada desde los tribunales impide que sepamos qué hubiera podido pasar. Pero su muerte no es en vano: la vida de Alfie se prolongará posiblemente en una ley que aspira a llevar su nombre. Ha sido realmente un gladiador -como decía su padre-. Los Evans como Madre Coraje de Bertolt Brecht prosiguen como el pueblo anónimo en la larga marcha por la subsistencia y la vida. Padres Coraje es un título que los eleva a la categoría de héroes.