ste artículo se podría haber titulado perfectamente Los jardines de Maya: por resultar este alcalde una máquina de generar polémicas y por gestionar nuestra gloriosa ciudad como si fuera un cortijo de su exclusiva propiedad. Del protagonista del macroconcierto sanferminero inventado, que su mismo anuncio arruinó porque provocó que los cachés se disparasen, llegan las Mayatxosnas de la plaza del Castillo, en el pulmón de la fiesta. Una decisión tan despótica como últimamente acostumbra el primer edil y esta vez además contradictoria como ninguna otra. Incongruencias garrafales en cadena, pues antes canceló a Herri Sanferminak en Recoletas por la utilización abusiva del espacio público y luego vetó la hostelería exterior del Labrit vigente desde hace 32 años por las molestias ocasionadas al vecindario, como si la plaza del Castillo no fuese la estancia más usada de la ciudad y además no viviera nadie encima de los porches. La triple vara de medir del alcalde ha alcanzado incluso a la higiene digamos municipal, en tanto que ha liberado a las barras de la plaza del Castillo de disponer de agua corriente y desagüe, como sí se exige a las casetas de Antoniutti. Incluido un puesto de vino añejo sin comparación posible con los surtidores callejeros por hectolitros de bebercios surtidos. Lo peor del caso radica en que la bacanal de la plaza del Castillo colisiona con el pretérito discurso de Maya frente a la concepción de San Fermín como un inmenso botellón. Cuando ahora ya puede vaticinarse que nunca jamás se trasegó tanto alcohol en el centro neurálgico de la vieja Iruña como en estos Sanfermines. Dónde queda la pretensión de vincular la fiesta al sano entretenimiento en la calle como catarsis colectiva, al aunar el hermanamiento de los autóctonos con la plena integración de los foráneos, sobre la base de las tradiciones sanfermineras con sus símbolos esenciales. Y dónde queda también la vieja aspiración de diseminar el espíritu de San Fermín más allá del Casco Viejo para desahogar esa zona y a la vez extender sus efectos benefactores, como sucedió con la pandemia en las no fiestas sin que se haya querido estimular esa descentralización. A tres semanas justas del día 6, y con el esqueleto de los Sanfermines ya a la vista, puede colegirse que se ha desaprovechado este tiempo de impasse pandémico para pugarlos y actualizarlos. Y, si al final son los mejores de la historia como auguró el alcalde, no será desde luego por su liderazgo catalizador más allá del acierto en la designación de Juan Carlos Unzué como lanzador del Chupinazo. En adelante, mejor dejar trabajar a los dobladores.

A tres semanas del Chupinazo, se da por desaprovechado el impasse pandémico para purgar y actualizar los Sanfermines; en adelante, mejor dejar trabajar a los dobladores