Una lámina de bronce de 35,9 gramos ha cambiado la Historia del euskera. La noticia nos ha pillado a todos por sorpresa y la verdad que está resultando muy divertido ver cómo los euskarófobos se retuercen en las redes sociales y echan pestes sin poder poner ni un solo argumento científico sobre la mesa. Una de sus estrategias es intentar infundir sospechas comparando este hallazgo con el timo de Iruña–Veleia. Pero ¿por qué no es lo mismo ni de lejos? Carmen Usúa, la restauradora que limpió la pieza y que vio las inscripciones, dijo que en cuanto al material, la patina y el estado del metal no hay ninguna duda de su datación en el siglo I a.C. y subrayó que en ningún momento se ha roto la cadena de custodia de la pieza. Todo está grabado y fotografiado. El trabajo de Aranzadi es impecable. En cuanto a la inscripción, el hecho de que aquí no comprendamos casi nada es un índice de autenticidad según los lingüistas expertos en la materia. En Iruña-Veleia aparecieron 476 piezas en las que había varias palabras perfectamente entendibles desde el euskera actual.

Así pues, al parecer los vascones no eran tan analfabetos como se creía. Este hallazgo es una especie de lotería que, además, nos ha llegado a escasos días del comienzo de Euskaraldia y del Día del Euskera. Y lo mejor de todo esto es que parece que esta manita puede abrir la puerta a más descubrimientos, porque el poblado vascón en el que ha sido hallada parece que fue uno de los más importantes del territorio, habitado desde el siglo XV a.C.

También estaría bien que el Gobierno de Navarra se implicase económicamente un poco más y le echase una mano al Ayuntamiento de Aranguren, que lleva costeando la mayor parte de todo el trabajo desde hace más de quince años.