¿Quién no ha recibido un bofetón en su vida? La cara y la palma de la mano parecen diseñadas para acoplarse en ese encuentro casi siempre inesperado, violento, que expande un sonido cercano a metal, como la nota de los platillos en una orquesta. El cachetazo suele tener un preludio de malas caras, palabras subidas de tono y ojos incendiados. Esa torta es una maniobra admonitoria que no llega a la declaración de guerra que supone un puñetazo con cuatro nudillos como balas disparadas al unísono. La capacidad de repuesta de la víctima, lo oportuno o no de llegar a las manos o lo inoportuno del momento dictarán la repercusión del desenlace.
A Emmanuel Macron, primer ministro de Francia, le ha tocado ser Rita Hayworth en la película Gilda. Creo que no hay bofetada con más impacto en la historia del cine. Glenn Ford no ahorra energía en la escena y le propina un soplamocos a su compañera de reparto que solo de verlo, duele. Literalmente, le vuelve la cara. En ese remake que acaban de protagonizar el jefe de Gobierno francés y su esposa, la cámara capta, por la puerta de embarcar en el avión, una mano que golpea frontalmente el rostro del hombre; el político da un paso atrás y trata de levantar los brazos para protegerse. La imagen ha dado cuatro veces la vuelta al mundo y las diferentes versiones dan para una de esas películas de tres horas.
La técnica del impacto invita a sospechar de una acción premeditada más que improvisada, en un “ya me tienes harta” más que un “no vuelvas a repetir eso”. Por otro lado, la respuesta corporal muestra a un hombre más turbado por lo que se haya grabado, por la imagen que va a proyectar al exterior, que azorado por un incidente que parece no pillarle por sorpresa. O sea, que pudiera no ser la primera vez. Puede ser un hecho puntual o no.
Como excusa, cabía atribuir también la difusión de las imágenes a una nueva maniobra de manipulación de Rusia en las redes sociales o a una estratagema del Mossad israelí, países con los que anda en litigios Macron. De cualquier forma, si fuera una discusión doméstica, como se ha argumentado, la manera de zanjarla es un poco macarra. Pero, ¿quién no ha dado una bofetada en su vida?