Fuimos un Reino que pudo ser la “maravilla del mundo” según Sakespeare, pero que nos fue arrebatado por El Falsario Fernando con la licencia del Papa Julio II, funesto para Navarra, que vendía sus encíclicas para mantener a su prole. No hay duda de que el Espíritu Santo se equivocó en la elección del representante de Cristo en la tierra. Nos quedaron nuestras leyes, los Fueros, defendidos por todos los navarros en la Gamazada, nuestras costumbres, deportes, folclore…, pero nuestro tesoro principal es nuestra Lingua Navarrorum, así llamada por nuestro Rey. 

El euskera dio nombre a nuestros montes, ríos…, a nuestro Osasuna, Azkarrena…, también en las llamadas “zonas no vascófonas”. Lo que nos queda es porque lo hemos defendido. ¿Tenemos que hacer mucho más? No podemos descuidarnos. Siempre hemos tenido enemigos y no nos faltan hoy. 

Por supuesto que quien no valora y no defiende lo nuestro es un ignorante y no puede sentirse navarro.