Si seguimos así, los navarros nos autoextinguiremos. Según los datos del Instituto de Estadística, en la Comunidad Foral muere más gente que la que nace. En 2018 fueron 421 personas más las que murieron (5.819) que las que nacieron (5.398) y en los últimos 10 años los nacimientos han descendido en un 23,2%.

La esperanza de vida, sin embargo, sigue aumentando: 84,2 años; 81,3 en hombres y 86,6 en mujeres. Estamos por la encima de la media española (83,2) y somos la segunda mejor marca después de Madrid (84,8). Estamos mejor incluso que Japón o Suiza. Cada vez somos menos y más viejos y, lo que es peor, más diferentes económicamente. Y la pobreza mata de muchas maneras. Acaban de publicar los resultados del mapeo que ha hecho un grupo de científicos sobre la “extrema” magnitud de las disparidades en varias ciudades de América Latina y han visto que una mujer que reside en una de las zonas menos favorecidas de Santiago de Chile vivirá 18 años menos que otra mujer que viva en la misma ciudad, pero en un barrio más pudiente. Para los hombres la diferencia será de 9 años.

No nos relajemos. Aquí, en este nuestro rinconico del mundo, el número de personas que son pobres a pesar de tener un trabajo es cada vez mayor y es escandaloso la cantidad de menores y ancianos que viven en riesgo de exclusión o en la miseria directamente. El 42,3% de las pensiones están por debajo de 800 euros, y a esto hay que añadirle la brecha de género: mientras la media para los hombres es de 1.412 euros al mes, la de las mujeres es de 872.

Hay que invertir en políticas sociales y para ello hay que pagar impuestos. Punto. Lo demás es la ley de la selva y lo de que cada cual se apañe como pueda es invento de los leones, no lo olvidemos.