UPN nunca ha tenido apego a la calle. Su sitio ha estado en los despachos, desde donde ha pergeñado casi todo lo que hay de bueno y de malo hoy en Navarra, con sus más de 3.200 millones de deuda que lastran la gestión diaria de la comunidad. Por ello, en los últimos años han sido contadas las ocasiones en las que el regionalismo ha convocado a la ciudadanía para defender alguna causa. Una de las últimas fue hace diez años. Entonces, para sacar a miles de personas a la calle, hizo responsable a Zapatero de una conspiración que iba a vender Navarra a los vascos. En todo este tiempo, sin embargo, no solo no ha visto motivos para salir a protestar, por ejemplo, contra la reforma laboral que se cargó de un plumazo derechos de los trabajadores conseguidos en décadas, ni para hacer frente a la restrictiva ley mordaza, sino que dio su apoyo para que se aprobaran ambas. Y ahora, al igual que hace una década, UPN vuelve a construir una trama para justificar su presencia en una movilización. Como es obvio, no va a participar en la concentración que hoy denunciará en Pamplona la extendida corrupción que ahoga al PP en su propio lodazal, pero en cambio sí lo hará dentro de 15 días para defender la bandera de Navarra. El argumento de la manifestación del 3 de junio resulta ridículo dada su nula consistencia, y quizá ahí resida la razón por la que el papelón de convocarla se lo hayan cedido a representantes de tres organizaciones sectarias como Vecinos de Paz, el blog Desolvidar y Doble 12. A nadie extraña que el PP, Ciudadanos y otras organizaciones más ultras hayan perdido el culo por sumarse a esta camuflada protesta contra el Gobierno del cambio. Algo más complicada de entender es la presencia del PSN, pese a que pertenece por convicción al tripartito de la oposición. Todos juntos harán un ensayo de la gran coalición que defiende la presidenta del PPN, Ana Beltran, -cuya empresa familiar tiene una hosca considerable con Hacienda- para tratar de diluir el irrelevante peso de su partido en Navarra.
