la celebración ayer en Viena de una reunión extraordinaria de la Organización Internacional de Energía Atómica (OIEA) a petición de Estados Unidos para analizar que Irán haya superado tanto el límite de almacenamiento de uranio (300 kilos) como el de su enriquecimiento (3,67%) es un paso más en la desestabilización geostratégica que ha causado la política exterior de Donald Trump desde su llegada a la Casa Blanca. De hecho, los incumplimientos por Teherán del acuerdo internacional sobre su programa nuclear alcanzado en Viena en julio de 2015 entre la propia Irán, China, Francia, Rusia, Reino Unido, Estados Unidos, Alemania? y la Unión Europea pueden considerarse consecuencia -al menos así lo justifica el régimen iraní- de la decisión tomada hace más de un año por Trump de abandonar unilateralmente dicho acuerdo y reemprender las sanciones económicas contra Teherán. Tampoco es casualidad que ahora el jefe del Estado Mayor estadounidense, Joseph Dunford, trate de impulsar una coalición internacional para asegurar la navegación en el estrecho de Ormuz, bajo control iraní, también en el de Bab al Mandeb (Yemen). En todo caso, la creciente tensión con Irán y extensión a todo Oriente Medio no es algo aislado. Trump ha utilizado las mismas tácticas presionantes con China mediante su política de aranceles y el veto a Huawei, también con México en la crisis de la inmigración e incluso en sus vínculos comerciales con la Unión Europea en una traslación a las relaciones internacionales de las teorías sobre los negocios publicadas en 1987 en El Arte de la Negociación, libro que el propio Trump editó y que se atribuye pese a que la autoría real corresponde al periodista Tony Schwartz. La presión constante, hasta extremos rayanos con la coacción, con el fin de apuntalar una posición de superioridad -que sin embargo EEUU ya ostenta, y ostentaba, como primera potencia- se extiende con Trump a todos los ámbitos de influencia de la Casa Blanca, que son todos los ámbitos, incluyendo el de sus aliados, como acaba de suceder en el conflicto con el gobierno británico por las opiniones sobre su presidencia emitidas en informes confidenciales por el embajador británico, ahora dimitido, Kim Darroch. Esa desestabilización global es el verdadero efecto de los dos largos años del mandato de Trump. Y aún ni siquiera cabe imaginar el alcance de sus consecuencias.