La socialista María Chivite se convirtió ayer tarde en la nueva presidenta del Gobierno de Navarra, la tercera mujer en el cargo, al ser elegida por mayoría simple en la segunda votación. Atrás quedan meses de promesas electorales y por delante el reto de dar continuidad con hechos a una acción política iniciada hace 4 años por el Gobierno del cambio presidido por Uxue Barkos y que ha dejado a Navarra, en cuanto a derechos sociales y situación económica principalmente, muy por delante de donde se encontraba entonces. Sobre la mesa y como punto de partida un acuerdo programático entre los nuevos agentes, PSN, Geroa Bai, I-E y Podemos, que será la hoja de ruta de la acción política y que se tendrá que convertir en medidas concretas que consoliden muchas de las acciones ya en marcha, al tiempo de impulsar otras tantas. Para ello Chivite ha configurado un equipo con consejeros y consejeras de mayoritario perfil político que tienen el reto de gestionar sin desandar el camino ya andado por su antecesores, en su y mayoría de carácter técnico, y demostrar que realmente la política está al servicio de la sociedad, una sociedad plural como la navarra que lo que espera de este Gobierno es que se adentre en la línea del acuerdo y el diálogo, buscando puntos de encuentro allí donde los desencuentros van a ser evidentes. Hay que reconocer el mérito de María Chivite en estas semanas, logrando sortear las muchas trabas de Madrid para hacer realidad lo que tantas veces pronunció en campaña: llegar a ser presidenta de un gobierno sin los votos de la derecha. También hay que poner en valor la actitud receptiva de sus socios que han sabido ver lo estratégico del momento. En su debe se encuentra la exclusión a priorística del diálogo con EH Bildu, una fuerza con la que el día a día le llevará a entendimientos pasada la fase de investidura si, como repitió Chivite en su discurso, quiere ser la presidenta de todos los navarros y navarras. Hablar y dialogar con todos y todas. A derecha e izquierda. Siempre. Pactar y gobernar en función de un programa compartido. No será fácil con un gobierno en minoría que suma 23 de los 50 escaños, por debajo de la mayoría necesaria para sacar adelante cualquier iniciativa. Estaría bien que como dijo la ministra portavoz del Gobierno central, Isabel Celaá, la presidencia de Chivite sea “garantía de pluralismo, convivencia democrática y transversalidad”. El verdadero reto comienza hoy.