UPN lo fió todo en la pasada legislatura a la algarada permanente, basada en una dialéctica faltona y catastrofista contra el Ejecutivo presidido por Barkos, una actitud frentista que derivó en la constitución de la candidatura de Navarra Suma primero y en la continuidad en la oposición después tras la articulación de otro Gobierno de progreso multipartito, en esta ocasión liderado por Chivite. El primer pleno parlamentario de la vigente legislatura acreditó ayer que esa dinámica destructiva, para Navarra en primer lugar pero también para UPN una vez licuada su sigla en el Legislativo foral, no sólo no se ha modulado, sino que se mantiene corregida y aumentada. El tono del portavoz del conglomerado de derechas resultó insultante desde el mismo momento de tomar la palabra, acusando a Chivite de “ser capaz de renunciar a todo por ser presidenta”, una imputación insoportable cuando es el propio Esparza quien por su interés electoralista incluyó en la coalición Navarra Suma a una sigla refractaria al Fuero como Ciudadanos. Por lo demás, Esparza sigue anclado en la involución, recurriendo como argumento principal al manido que vienen los vascos, ahora bajo el mantra de que Chivite es a la vez una “marioneta” y un “regalo” para el nacionalismo, cuando él sí tiene plenamente acreditada su supeditación al PP pese a la corrupción que le corroe. En ese marco, el euskera se consolida como la obsesión de la derecha unificada, que también persiste en un alarmismo impostado y falaz, de entrada a cuenta de los menores extranjeros no acompañados abundando en el estigma de la población inmigrante. Para completar el acoso parlamentario de ayer al Gabinete de Chivite, Navarra Suma denunció la estructura gubernamental obviando que los consejeros actuales perciben un 30% menos de salario que los de UPN, con la desfachatez añadida de que la crítica la personalizó Sánchez de Muniáin, quien tuvo el desparpajo de embolsarse en su día la cesantía como exconsejero cuando a la vez cobraba como parlamentario. Constatada la política de tierra quemada de Navarra Suma, Chivite afrontó la primera acometida con aplomo, sin caer en la provocación y esgrimiendo un acuerdo programático entre diferentes frente al maniqueismo de trinchera en la que la derecha multiforme quiere convertir la política navarra. En este contexto, a la vista queda que las mayorías habrán de articularse con EH Bildu mediante un diálogo leal que vehiculice acuerdos fecundos.