l voto de los dos diputados de UPN en el Congreso contra de la proposición de ley del PSOE y Unidas Podemos para despojar de sus medallas, ya a título póstumo, al policía franquista y torturador Antonio González Pacheco, alias Billy el Niño, es una muestra más de la deriva vergonzante para la imagen de Navarra y para la sensibilidad democrática de la inmensa mayoría de los navarros y navarras de los representantes de ese partido en Madrid. Que ese voto en contra haya compartido escenario político prácticamente a solas con la ultraderecha sólo ahonda en el despropósito político en el que se ha instalado UPN. Más aún cuando esa posición ha vuelto a romper en tres partes la coalición a la que representan, Navarra Suma, con Ciudadanos votando a favor de la medida y el PP absteniéndose. La proposición de ley también plantea despojar de títulos y condecoraciones a quienes como Billy el Niño realizaran actos incompatibles con los Derechos Humanos, así como invalidar las distinciones y títulos honoríficos que se concedieron a los adeptos al régimen y realizar un catálogo de los títulos nobiliarios concedidos a estas personas entre 1948 y 1978. Al menos, un paso para terminar con los continuados intentos de los poderes del Estado español para dilatar y eludir la aplicación de la legislación internacional a los responsables de los crímenes cometidos durante la dictadura. La posición política de UPN en Madrid es inaceptable democráticamente y vuelve a distorsionar la imagen real de la mayoría de la sociedad navarra. Exige al menos una disculpa de los dos diputados -García Adanero y Sayas-, que perpetraron esa infamia contra la memoria también de miles de navarros y navarras asesinados sin juicio en el verano de 1936 por el genocidio golpista. Y también una intervención del presidente de UPN, Javier Esparza, tan dado al exabrupto y la descalificación, que deshaga este error político histórico y aclare las posiciones de su grupo. En todo caso no es nuevo. UPN llegó a la Ley de Memoria Histórica tarde y cumplió a regañadientes su obligación de eliminar la simbología franquista. Y cuando pudo evitarlo, simplemente incumplió la ley. Se ha resistido una y otra vez a denunciar la dictadura franquista y su violación sistemática de los valores democráticos y los derechos humanos. Pero Navarra ya ha recuperado con mucho esfuerzo social y político su dignidad democrática frente a la resistencia de quienes vivieron cómodamente y se enriquecieron como afectos o sumisos al régimen del genocida Franco.