a moción de censura al Gobierno del PP en Murcia de PSOE y Ciudadanos ha derivado en un bochornoso episodio de transfuguismo, traiciones y compra de voluntades políticas. Un paso del abismo de la mala política al teatrillo del esperpento político. Tres diputados de Ciudadanos que firmaron la moción de censura han dado un paso atrás después de negociar su nombramiento como consejeros del mismo Gobierno del PP que iban a tumbar. 76.000 euros, coche oficial y chófer ha sido el precio para el PP. Un precio económico que pagan todos los murcianos. El precio ético es mucho más alto. Sin olvidar que la principal razón de la moción de censura en Murcia era un caso de corrupción. Una escenificación completa de la decadencia de la política. Un espacio de agitación permanente desde la irrupción de la ultraderecha de Vox con Madrid como epicentro conspirativo. La guerra abierta entre PP y Ciudadanos se ha acrecentado tras la estrepitosa derrota de ambos en las elecciones de Catalunya y el penoso resultado que obtuvieron en la CAV. Ciudadanos se encamina a la nada y Arrimadas tiene los días contados. Y también Casado y su equipo de dirección más cercano, incluida la presidenta del PP de Navarra, Ana Beltrán. Sus comparecencias electorales se cuentan por derrotas, la situación interna es de tensión en cada vez más autonomías y su estrategia de compartir discurso con Vox se ha saldado con un enorme fracaso y una muy difícil ziaboga hacia un viaje a ningún sitio. Malos tiempos para los montapollos que han hecho carrera política escenificando groseras comparecencias públicas a la búsqueda solo de la fotopolítica. Arrimadas y Beltrán son dos claros ejemplos de ese tipo de políticos que no tienen nada más aportar a la sociedad que su propia falta de respeto a quienes no comparten sus ideas. Si se busca un poco más allá, no hay nada. Estos son los socios de UPN. Con este panorama y esos amigos quizá Esparza debiera mirarse al espejo o poner sus barbas a remojar. La coalición Navarra Suma fue una operación electoral que saldó con un enorme fracaso para UPN, que ni aumentó su representación en el Parlamento de Navarra ni logró recuperar el Gobierno. Les fue bien a PP y Ciudadanos que pillaron escaños y concejalías que no hubieran logrado solos. Por eso se han apresurado tanto Beltrán como Pérez-Nievas a asegurar que Navarra Suma no corre peligro. Lógico, se trata de asegurarse cuatro años más en las comodidades del Parlamento antes que regresar a las frías calles de la búsqueda de ocupación laboral. A UPN le inquieta la alianza con PP y Ciudadanos, pero la consigna es mantener una apuesta que se ha demostrado inútil y que arrastra incoherencias y contradicciones. Como si asumiera con resignación que a esta segunda Legislatura en la oposición le seguirán otras más. Utilizar el nombre de Navarra en vano ya es un recurso de muy escaso recorrido y la extravagancia política en que derivado Navarra Suma es la mejor puerta abierta a Vox. A estas alturas ya no se trata solo de soltar lastre, sino de cambiar de rumbo. Tarde, complejo y difícil. Más bien creo que ese inmovilismo va a dejar el camino aún más despejado a la continuidad de la actual fórmula de Gobierno en Navarra. Consolidada guste o no a UPN. Han cambiado muchas cosas en la sociedad navarra y siguen cambiando en este convulso siglo XXI.