stamos en el principio del final. Al menos eso parece. La situación epidémica se mantiene aún, pero la expansión del coronavirus está en una situación de control como no lo ha estado en el último año. Los datos diarios, las comparaciones semanales, lo ingresos hospitalarios, la situación en las UCI y el avance contundente del proceso de vacunación de la población navarra muestran con claridad el cambio de tendencia en la pandemia. No está todo acabado. Queda aún recorrido por delante y seguramente habrá que acostumbrarse a convivir con la presencia del coronavirus. Y a los debates sociales de una sociedad de privilegiados y protegidos. El tema de exigir cómo se vacuna si toca viaje de vacaciones dice mucho. Es lo que hay. Aparecen nuevas variantes y cepas del coronavirus, que obligan a mantener las medidas de prevención y una vuelta a la normalidad progresiva. Es solo cuestión de responsabilidad y paciencia. La percepción es que ya está todo superado. Las Barracas en la Runa es el ejemplo. Me parece bien, porque supongo que Salud lo tiene claro, y dice que ya caminamos en un tiempo distinto al que hemos vivido durante los últimos meses. Osasunbidea ha demostrado capacidad de esfuerzo y eficiencia profesional. Sin duda, una muy buena noticia. Tanto las medidas de control de la pandemia como las restricciones y ahora la planificación de la vacunación han dado resultados en cada momento. No ha sido fácil ni cómodo para nadie. Para unos aún menos que para otros. Navarra ha demostrado tener recursos y capacidades económicas, fiscales y presupuestarias para responder a un reto de las dimensiones del que ha puesto sobre nuestra realidad cotidiana el coronavirus. La vacunación, por ejemplo. Cuando han llegado las dosis, el progreso hacia la inmunidad colectiva ha alcanzado cifras récord de hasta 10.000 personas vacunadas en un día. Es un bien común que ha salvaguardado el interés general. Una realidad que deja en evidencia las críticas políticas injustas, los reproches y acusaciones basados en falsedades y la miseria del uso partidista de las dificultades comunes que ha originado la pandemia del coronavirus. Por supuesto, en el camino ha quedado mucho valor humano atrás, dolor, miedos e incertidumbres personales, sociales, empresariales y laborales y también secuelas físicas y mentales. Eso sigue ahí. Ahora, Navarra apunta hacia la recuperación tanto en la actividad industrial y de servicios como en el empleo. No obstante, el camino de salida dejará también cambios. Transformaciones sociológicas y económicas que han llegado de golpe con el coronavirus. Cambios que se preveían en un horizonte de cinco o diez años y que se han instalado ya aquí casi sin avisar. Un factor más de inquietud social, aunque, en realidad, la vida, la convivencia, la sociedad transitan siempre en un espacio de cambio social permanente. Tampoco es nuevo eso. Forma parte de nuestro transitar por el tiempo. Y una vez alcanzado el final llegará el momento de la reflexión, el análisis y los balances. De mirar atrás. Pese a todo lo vivido y lo perdido en el camino, a todos los debates estériles y los líos y confusiones que han acompañado la toma de decisiones, sigo pensando que los aciertos han superado a los errores. El final parece muy cercano, es tiempo de concentrarse en la prioridad de alcanzarlo a tiempo y de completar los deberes para no volver atrás. Eso es ya mucho y bueno.