Quiero escribir unas líneas de agradecimiento a esta residencia ya que por circunstancias de mi salud he sido los últimos cuatros meses residente.Quiero contar mi experiencia desde dentro. He conocido la residencia desde sus inicios, ya que mis padres fueron de los primeros que entraron a formar parte de esta gran familia, estoy hablando de hace más de treinta años. Mi madre falleció hace cinco años con 106 años. La evolución de la residencia desde aquellos tiempos ha sido muy importante. La resi que yo conocí con mis padres carecía de muchas de las modernidades y comodidades que existen hoy en día. Las Hijas de la Caridad suplían con mucho cariño algunas carencias. Con los años, las instalaciones se fueron quedando anticuadas, algo que viví personalmente por formar parte durante un tiempo de la junta. La modernización, tan necesaria, ha venido de la mano de su directora, Yaqueline Maestre, junto con el esfuerzo de todas y todos los que forman parte del equipo de la residencia. Y, por supuesto, con el apoyo incondicional de su pueblo, porque esta residencia se hizo por y para Artajona. Al principio, dadas las informaciones tan preocupantes sobre la covid en las residencias, tuve una pequeña preocupación que enseguida olvidé en cuanto vi los protocolos y el cuidado tan extremo que se tenía. Luego, ya instalada, es cuando fui consciente del cambio tan importante que había dado mi querida residencia: baños adaptados, atención personalizada de un equipo encantador integrado por: dirección, trabajo social, fisioterapia, terapia ocupacional y enfermería, que se preocuparon por conocer mi estado físico y emocional. Después, he ido viviendo en profundidad la experiencia de vivir en una residencia. El cariño y entrega de todas las cuidadoras y cuidadores es lo que me llevo en mi corazón. La acogida del resto de residentes fue abrumadora. Han sido mi apoyo y alegría en cualquier momento. He descubierto unas personas increíbles. Hemos cantado, bailado, catas, de vino, gimnasia, cine, cartas de los niños de Artajona, el jardín con su huerto, etcétera. Un sinfín de actividades. Y ya para terminar pido el apoyo de las instituciones para la residencia, puesto que es una apuesta muy importante para el futuro de Artajona. Con todo mi inmenso cariño y agradecimiento para esta gran familia, espero no dejarme a nadie.