Algunas escenas se apalancan entelarañadas en algún recoveco de nuestro cerebro y es suficiente algún bosquejo de humanidad, un trampantojo de indignación o un simple olor, para rememorar y que salga de ese recóndito lugar. No es necesario ningún esfuerzo, surge como una ráfaga temperamental y ya es inamovible e inviolable.

El recuerdo me retrotrae a varios años atrás. Era una entrevista a una superviviente judía del campo de concentración de Auschwitz. Comentaba su vida en dicho campo, el maltrato a la que le sometían, el hambre y la violencia diaria, el dolor, la soledad compartida; cualquier atisbo de dignidad era ciencia ficción. Iba contestando a las preguntas de la entrevistadora con su habla tranquila, sin alzar la voz. Recordaba y remarcaba el hambre como la peor de las pesadillas. Recuerdo la pregunta clave de la entrevistadora sobre cómo era posible soportar tanto sufrimiento sin tener alguna reacción definitiva hacia sí misma. Y recuerdo la reacción de la superviviente, quien mirándola fijamente respondió: “que Dios no nos mande todo aquello que somos capaces de soportar”. Finalizaba la entrevista afirmando y repitiendo que no debemos olvidar (por favor, por favor) para que no se vuelva a repetir. No dijo que tampoco debemos perdonar (lo imperdonable), aunque en mi estado anímico ya subyugado, me pareció excluir dicha afirmación.

La situación actual, aunque con otros protagonistas y en otro contexto, tiene granes similitudes con la experiencia dramática de la superviviente de Auschwitz. Por un lado, los judíos que han usurpado el papel protagonista de los inquisidores inmisericordes de las SS; por otro, los palestinos, víctimas deshumanizadas del autodenominado “pueblo elegido”.

Son muchos años, demasiados, en que la explotación de un pueblo por el otro ha alcanzado el cenit. Llevan 75 años de conflicto, prácticamente desde la “invención” de Israel como país independiente, en menoscabo de la población árabe habitante en ese territorio. Desde entonces ha habido varias guerras, declaradas unas y otras de menor intensidad, pero no por eso menos violentas, desencadenadas por Israel, potencia ocupante; así lo denomina el derecho internacional y las Naciones Unidas (Falk) e incluso partidos políticos (Meretz) dentro del propio Israel.

Tantos años de esclavismo no justifica, aunque si aminora, la reacción violenta de Hamas en octubre de 2023, desencadenante de la actual reacción israelí, actuando con un símil de ética de su grupo poblacional, con ánimo de desembarrancar el status quo. El ser víctima de injusticias continuas sin perspectiva de finalizarlas y hartos de ofrecer la otra mejilla, los palestinos (Hamas) reaccionó de manera desmedida implorando el principio de autodefensa; y es que no se les permite ser humanos. Cada día los palestinos sueñan con encontrar algo de comida y llenar de agua la cantimplora

El ejército israelí, siguiendo órdenes degradantes para la especie humana, actúa como el chapapote de Atila: bombardean panaderías, asaltan hospitales y centros de salud, campos de refugiados, destrucción planificada de infraestructuras de abastecimiento de agua y edificios civiles (80% de viviendas destruidas), prohibición de entrada de alimentos apedreando los transportes, francotiradores (que incluso asesinan a sus compatriotas con bandera blanca). El resultado es más de 36.000 muertes, miles de enterrados bajo los escombros (no cuantificados), muertes por hambre, cirugías sin anestesia, desmembramiento de niños y adultos, miles de encarcelados sin juicio previo ni siquiera ser acusados de ningún delito, niños (bebés) zombis con toda la familia fallecida. Es un calco vergonzante de Auschwitz y al igual que los nazis, las declaraciones del gobierno israelí decide que son efectos colaterales ejercidos sobre bestias humanas (así denominan a los palestinos, todos, incluidos bebes). Palestina se encuentra en el pedestal de convertirse en un país de discapacitados, físicamente y mentalmente, traumatizados e insensibilizados (temporalmente) por el dolor inconmensurable. Todo vale, incluso la división del pueblo israelí entre partidarios (en minoría)y detractores de convocar nuevas elecciones y destituir a Netanyahu y su gobierno corrupto, el mayor peligro para el estado de derecho (Biden), que basa su supervivencia política en el paradigma de contra peor, mejor.

Agencias internacionales y asociaciones humanitarias acusan a Israel de crímenes de guerra y el Tribunal Internacional de Justicia, acusa a Israel de genocida, acusación apoyada por numerosos países, España entre ellos. Cada vez más aislado internacionalmente, numerosos dirigentes internacionales hacen malabarismo verbal para decir lo mismo usando símiles preclaros; tienen pavor a ser declarados como antisemitas por decir verdades como puños

El Índice de Paz Global sitúa a Israel en el mismo percentil que Pakistán o Corea del Norte; y la ONU ha incluido al ejército de Israel en su lista negra, junto con el Estado Islámico o Afganistán, de entidades dañinas para la infancia; al menos 14.000 niños asesiandos e incontables desmembrados o amputados, en lo que podría entenderse como tortura sistémica.

La comunidad internacional responde con migajas. Declaraciones, con la boca pequeña, de prohibir la exportación de armas, reducir/eliminar los intercambios comerciales: Inditex ha cerrado las 84 tiendas franquiciadas pero la empresa vasca CAF (Guipúzcoa) ofrece la callada por respuesta, tirar alimentos en paracaídas que producen muertes (genocidio compasivo), negar invitaciones a eventos deportivo-musicales (pero se invita al Festival de Eurovisión), manifestaciones estudiantiles a favor de la paz (también en USA) con acusaciones de antisemitismo a los asistentes y a todo gobierno/organismo que las permita, con el objetivo único de acallar a la opinión pública, a la que condicionan con la eficacia de una guillotina; lo han repetido de manera tan ladina y tan torticera, que ya han banalizado y blanqueado el antisemitismo: agua de borrajas

La Corte Suprema de Israel ha manifestado que la presencia de Israel en Cisjordania es una violación del derecho internacional. Ya han convertido Gaza en un cementerio de muertos vivientes; Cisjordania es lo siguiente como lo atestiguan los 300 asentamientos (ONG israelí Peace Now) exclusivos de colonos judíos, que comprenden al menos el 20% de la población total, mesiánicos de gatillo fácil, inmunes e impunes ante la justicia. El 65% del territorio se encuentra subordinado al control militar israelí y es en esta zona donde se encuentran la totalidad de los recursos naturales (agua). A la violencia militar se suma la violencia civil de los colonos, auténticos mafiosos de las virtudes éticas y de la justicia. Descartada la victoria militar, que siempre será temporal, antes de decidir si es necesaria la existencia de 2 estados o bien un estado federal y multicultural, la paz (en mayúsculas) y el reconocimiento de Palestina como estado independiente y reconocido por la Asamblea de la ONU, excepto por 9 países quienes se sitúan en la órbita de Israel, incluido USA y su derecho de veto

Se ha dejado incubar durante tantos años el huevo de la serpiente que Israel se ha convertido en un nidal, olvidando su pasado y actuando con la chulería y arrogancia propia de Calígula, tratando a los palestinos e incluso a la comunidad internacional como muñecos de feria. El pueblo israelí o sufre una catarsis en la convivencia con sus vecinos o acabara devorado por sí mismo, cual Leviatán, para alimento de los tiburones. Pero la pasividad ha delegado la solución a las cartas del tarot.