Pamplona - Ya son cinco. Antonio Amaya se convirtió ayer en el primer jugador del fútbol español que reconoció en un juicio haber pactado una prima a terceros con otro equipo que no fuera el suyo. Pero el asunto, según él, se cerró de la peor manera, porque negó haber recibido el dinero que habían acordado. Amaya no se movió ayer de lo que había dicho en instrucción y, de hecho, declaró con bastante menos soltura que entonces. En el juzgado instructor recordó que habían acordado en una reunión en un hotel en Madrid en la que Vizcay llevaba la voz cantante y estaban presentes Txuma Peralta, el propio Amaya y su compañero por entonces, Xavi Torres. Amaya manifestó hace ya cuatro años en el juzgado que tanto él, como Torres, Jordi Figueras y Jorge Molina (cuya imputación se archivó) conocían el pacto y que luego pensaban repartir el dinero entre el resto de la plantilla. Ayer, en la vista oral, se le olvidó mencionar la cantidad pactada, los participantes en la reunión y los conocedores de la trama. Solo detalló que “se habló de un incentivo por ganar que jamás se cumplió y no llegamos a nada”. De cualquier forma, Amaya se ha convertido tras esta semana volcánica en el quinto de los acusados que reconoce que se negoció con Osasuna una prima como incentivo para que el Betis le ganara al Valladolid en la penúltima jornada. Lo hizo 4-3, según recordó ayer Amaya, con un gol de falta desde medio campo en el descuento. Pero eso, a efectos jurídicos, el delito de corrupción deportiva del que se les acusa condena tanto la acción de prometer y conceder como la pedir, recibir o aceptar un dinero para alterar o predeterminar un resultado. Aquí entraría el dislate de si la prima a terceros adultera la competición, cuestión que ningún tribunal ha juzgado hasta ahora. El delito se consuma en la oferta. No hay que olvidarse de que en los escritos de acusación de la Fiscalía y de la Liga imputan dicha conducta delictiva a los dos partidos señalados, Betis-Valladolid y Osasuna-Betis, este último que en caso de que el tribunal contemplara también que se negocio, ni siquiera el pago, configuraría la conducta típica de este delito, introducido como un traje a medida de Tebas en el Código Penal.

El hecho es que Amaya siempre ha negado cualquier remuneración. Pero, en la vista oral, los otros cuatro acusados han reconocido que se envió un dinero con destino a pagar a jugadores del Betis. El primero había sido el exgerente Vizcay, hacedor de todo, que participó en la reunión en el hotel de Madrid con los dos béticos y que dijo que les había entregado el dinero en una furgoneta aparcada en un parking privado de Sevilla. Pero esta semana, además, Txuma Peralta también admitió que acordaron la prima y que estuvo con Vizcay cuando este hacía la entrega. Si ello no fuera poco, los dos máximos directivos del club rojillo, el presidente Miguel Archanco y el vicepresidente Juan Pascual, que precisamente fueron quienes firmaron en Pamplona el reintegro de 400.000 euros de CaixaBank que Maquírriain iba a transportar a Sevilla, reconocieron por primera vez a lo largo de la causa que ese dinero era para una prima para que el Betis pudiera ganar al Valladolid y dejara con opciones de salvarse a Osasuna. La admisión efectuada en la vista oral por los exdirigentes rojillos, obviamente forzada también al aparecer su rúbrica en el movimiento de dinero, va a condicionar el futuro de un procedimiento que se va a convertir en el primer juicio en España que juzgue si una prima a terceros forma parte del delito de corrupción deportiva.

En la sesión de ayer, los otros dos futbolistas encausados poco difirieron de sus declaraciones en instrucción, en la que ya discreparon abiertamente con Amaya. Tanto Xavi Torres como Jordi Figueras negaron conocer de nada a los directivos de Osasuna, ni que hubieran amañado, ni apañado ningún partido propio ni ajeno. El lunes vuelve el juicio. Declaran Sabalza y el policía que dirigió la investigación, hoy director de integridad de la Liga.