El robot ganador fue capaz de moverse dentro de un laberinto preparado, buscar la mejor opción una vez dentro y encontrar la salida antes que los demás. Su diseñador, Jurgi Murúa, de 19 años y estudiante de segundo de robótica en el instituto de Donibane, logró gracias a su ingenio el primer puesto en el concurso navideño de robótica educativa celebrado ayer por la mañana en la Casa de la Juventud.
La exhibición, que estuvo abierta al público, puso a prueba los conocimientos de cuatro programadores trabajando con código. Cada participante debía procurar que su robot saliera de un laberinto prediseñado en el tiempo más breve posible (no más de 8 minutos) y con dos intentos para completar el recorrido por participante.
Para motivar el ingenio de los diseñadores, el robot debía avanzar siguiendo una programación previa y sin usar control remoto. En cambio, se les permitía añadir a los ingenios los módulos, sensores y actuadores del ecosistema Arduino que estimaran convenientes (sensores de ultrasonidos o GPS) salvo módulos de conexión wifi o de radiofrecuencia. También se les facilitaba en caso necesario un robot Printbot prestado por la organización.
sensores de orientación Murúa ganó con claridad, sacando más de 13 segundos al robot del segundo clasificado, Xabier, de 16 años, estudiante de bachillerato en Iturrama. La clave estuvo en que al ganador se le ocurrió incorporar tres sensores de orientación que permitían al robot detectar las zonas libres de paso y circular por ellas. Además, había incluido un dispositivo que ordenaba al robot volver hacia atrás cuando se atascaba en algún lugar y una especie de frontal para facilitar los movimientos dentro del laberinto.
“No me ha llevado mucho tiempo. Estuvimos un par de días viendo la manera de solventar los problemas y buscando la mejor programación para que saliera del laberinto. Lo mejor es que mi robot está preparado para responder en cualquier situación, no solo con el laberinto que nos habían preparado”, comentó Jurgi Murúa.
El ingenio preparado por Xabier, en cambio, solo tenía programado el circuito preparado gracias a unos sensores que medían la distancia con las paredes, en función de lo cual giraba en una u otra dirección. “He estado solo una tarde con esto. Creo que me ha quedado bien, aunque el de Jurgi era mejor por el hecho de que tenía una solución para hacerlo funcionar en cualquier trazado”, aseguró Xabier.
El evento ha sido organizado por Iruña GazteMaker Space, que ofrece a sus 90 usuarios un laboratorio de robótica educativa e impresión 3D que apuesta desde sus inicios por la programación y el hardware libre Arduino. “Queremos poner en conocimiento cómo el software libre y el mundo open-source está al alcance de la mano y apenas se disfruta de él. Es lo más importante, que la gente sepa utilizar y tenga iniciativas con lo que disponen a su alrededor”, comentó ayer por la mañana Jesús Elorz, coordinador del proyecto.
Por allá están circulando creadores y diseñadores de iniciativas que algún día pueden ver la luz. Como el proyecto de un pamplonés para poner en órbita un dispositivo equipado con cámaras que vaya ascendiendo hasta llegar a la estratosfera, desde donde descenderá. La ciencia no tiene límites.