En este artículo te contamos todo lo que debes conocer para empezar a producir tus propios alimentos de forma casera y minimizar la dependencia hacia la agricultura intensiva y la industria transgénica. Más allá de ayudarte a llevar una dieta sana y equilibrada, esta actividad conlleva grandes beneficios psicológicos, como la reducción de los niveles de estrés, la mejoría del estado de ánimo y una mayor capacidad para comprometerte con una rutina. También puede ser la excusa perfecta para compartir tiempo de calidad en familia y acercar a los más pequeños al mundo de las frutas y hortalizas. Por ello, no es sorprendente que cada vez más habitantes de zonas urbanas se animen a crear sus propias zonas verdes.

Qué necesitas saber:

1. La ubicación de tu terraza y la incidencia lumínica. Lo ideal es que esté orientada hacia el sur o el sureste. Tus plantas necesitarán disponer de sol directo entre cinco y seis horas diarias para poder crecer, florecer y dar sus frutos con normalidad, aunque esto varía en función de cada cultivo.

2. El tipo de consumo, o dicho de otro modo, qué es lo que vas a plantar. Si dispones de un espacio soleado, te aconsejamos que pruebes con tomates cherry, pepinos, pimientos, berenjenas y calabazas. Y si es más bien sombrío, decántate por lechugas, acelgas, rúculas, espinacas, guisantes o hierbas aromáticas (perejil, menta, cilantro, etc.) Otras variedades compatibles con estas condiciones de luz son los frutos del bosque; como las fresas, las frambuesas o los arándanos. Eso sí, ¡presta atención al calendario de siembra!

3. Asegúrate de tener una toma de agua para instalar el sistema de riego o rellenar la regadera. Si no es tu caso, ahí va una solución exprés: un kit de riego para terrazas. Lo podrás adquirir en cualquier tienda especializada.

4. Cuánto dinero estás dispuesto a invertir.

5. Recipientes que vas a utilizar. Es fundamental que se adapten a las dimensiones de tu terraza.

Estas son algunos recipientes que podrás encontrar en el mercado:

-Mesas de cultivo. Espacio medio e inversión inicial elevada. Simplifican la tarea del riego. Un consejo extra: hazte con un modelo que tenga una profundidad de 25 centímetros, por lo menos.

-Jardineras y macetas. Espacio flexible e inversión baja. Sin duda, la estrella entre los que se están iniciando en esta afición. También para aquellas personas con espacios reducidos como balcones e interiores, y para los que quieren ampliar la zona del huerto por temporadas. Como todo tiene un 'pero', el de esta opción es que la automatización del riego es más complicada que con las mesas de cultivo.

-Jardines verticales. Basta con colocarlos en una pared, y funcionan como elemento decorativo de lo más vistoso. Sin embargo, requieren una gran cantidad de dinero para ponerlos en marcha y no ofrecen mucho espacio. Idóneos para plantas aromáticas, cultivos de raíz, fresas y espinacas, pero no para otros cultivos como pimientos o tomates.

-Macetas colgantes. Si tu terraza o balcón es pequeño y no te apetece gastar demasiado, esta es una buena alternativa.

6. Sustrato: La tierra que utilices debe garantizar el acceso del oxígeno a las raíces, una adecuada retención de la humedad y los nutrientes necesarios. Toma nota de esta mezcla: 40% de humus de lombriz y 60% de fibra de coco. Aparte, procura abonar con fertilizantes ecológicos y libres de químicos.

En cuanto a las semillas, lo mejor para un principiante es comprar las plantas en cualquier vivero y trasplantarlas a los recipientes. Más adelante tendrás la ocasión de empezar tu huerto desde cero.

7. Control de plagas: Algunas medidas que puedes poner en práctica es el cultivo de plantas protectoras. La albahaca repele a la araña roja y a la mosca blanca, la ortiga, a los pulgones, y la capuchina mantiene a raya a caracoles y hormigas. De igual modo, puedes aislar las plantas infectadas, retirar hojas en mal estado o preparar una mezcla diluyendo agua tibia y jabón de lejía pulverizado, en vez de recurrir a pesticidas artificiales.