La disfunción eréctil es una de las principales secuelas que sufren los hombres que, debido a un cáncer de próstata, deben someterse a una intervención quirúrgica mediante protastectomía radical o un tratamiento radioterápico y es posible que este efecto colateral del tratamiento se presente a entre un 25 y un 75 por ciento de los pacientes, por lo que los urólogos han lamentado la "banalización" que se sufre en estos casos, según informa Boston Scientific.

"Es un tema que no se puede seguir escondiendo y que se debe normalizar. Al igual que las mujeres que se someten a una mastectomía por un cáncer de mama se les realiza una reconstrucción de la misma mediante una prótesis, esto no ocurre en el caso de los hombres con cáncer de próstata, que perderán la capacidad de relacionarse sexualmente con su pareja debido a la mutilación que implica la cirugía de esta patología", ha explicado el urólogo del Complejo Hospitalario de Navarra, Óscar Gorría.

En este sentido, el experto apela a la normalización de la prótesis dentro de los servicios sanitarios de las diferentes comunidades autónomas, ya que es una parte más de la funcionalidad de una persona, igual que los son las prótesis utilizadas en otras patologías. "Nadie se cuestiona el papel de las prótesis en otras enfermedades, pero en el cáncer de próstata, el implante de la prótesis de pene es un debate que no está encima de la mesa y al que no se le da importancia", ha remarcado.

La recuperación de la función sexual depende, explica el experto, de varios factores, fundamentalmente de la edad del paciente y su capacidad eréctil previa al tratamiento, pero también del estadio del tumor y la técnica quirúrgica utilizada. Un 25 por ciento de los pacientes vuelven a tener erecciones tras la intervención, en la mayoría de casos requerirán medicación oral o inyecciones aplicadas en el pene, pero muchos otros no lo conseguirán a pesar de estos fármacos.

El doctor Gorría ha añadido que hay perfiles "muy claros" de pacientes que necesitarán una prótesis de pene, como aquellos que ya sufren una disfunción eréctil moderada o severa y que presenta una mala respuesta a tratamientos orales antes de la cirugía o radioterapia. "Después de este tratamiento quirúrgico radical, las probabilidades de que ese paciente sufra una disfunción eréctil severa no respondedora a medicación son muy altas. No debemos someterle a años de tratamientos ineficaces, años de evolución de la enfermedad, en la que esa falta de flujo sanguíneo o inervación va a hacer que el pene se fibrose, pierda longitud y elasticidad", ha comentado.

La falta de conocimiento y la ridiculización de la sociedad, son los factores que determinan la opción de valorar el implante de una prótesis de pene. "Hay muy poca información al respecto, y el paciente no se siente apoyado ni familiar ni socialmente en su incapacidad, sino más bien todo lo contrario, en muchas ocasiones hasta se ridiculiza. Un ejemplo es que, en el Sistema Nacional de Salud se implantan solo unas 700 prótesis de pene al año, cuando se diagnostican más de 35.000 cánceres de próstata cada año 2 , que suelen acabar necesitando una prostatectomía radical. En muchas ocasiones no es un tema de limitación de recursos, sino de desconocimiento y falta de apoyo social", ha asegurado Gorría.