Si hoy es miércoles, Primoz Roglic se va al Bora-Hansgrohe. Es la conclusión a la que hemos llegado después de ver en días anteriores cómo se iba sucesivamente –además, con total seguridad– al Movistar, al Ineos, al Lidl Trek y hasta al Israel Premier Tech (de Segunda categoría). Esto de los dimes y diretes en el mercado ciclista, al estilo de la que se lía cada verano en el fútbol, nos ha pillado por sorpresa, pero quizás sea buena noticia para el ciclismo, como prueba de crecimiento y de que los aficionados no desconectan en los meses de parón de la competición, sino que se interesan por los fichajes-culebrones, igual que un madridista por el futuro de Mbappé. Y, por supuesto, y corra para quien corra, hay que desearle toda la suerte del mundo al tricampeón de la Vuelta y último ganador del Giro, que siempre ha practicado un ciclismo valiente, de ataque, y que, aunque parezca últimamente un poco a la baja, se merece todo lo bueno que le pase.