La Ana de Armas que ha presentado Blonde como película sorpresa de la 70 edición del Zinemaldia no tiene nada que ver con la que vino hace doce años al festival. En esa ocasión lo hizo como parte del elenco de voces españolas –también estaban Florentino Fernández y David Bisbal– de la cinta de animación Gru, mi villano favorito y ahora lo ha hecho convertida en una de las actrices más solicitadas de Hollywood, con un cineasta de autor como Andrew Dominik y siendo capaz de dar vida a uno de los personas más icónicos del séptimo arte, Marilyn Monroe, lo que le podría dar su primera nominación al Oscar.

Esta película es un reflejo del momento en el que vivimos. El nivel de exposición de los actores no ha cambiado. Incluso ha ido a peor. Me ha hecho reflexionar a nivel personal sobre la forma de gestionar qué compartimos o no”, ha asegurado la actriz durante la presentación del filme, perfectamente consciente del cambio que ha tenido su vida profesional en la última década. Ya no es como cuando era una joven veinteañera conocida por una popular serie de televisión; ahora no puede decir todo lo que piensa y por eso ha evitado contestar a preguntas que pudieran ser malinterpretadas como qué pensaría la propia Marilyn Monroe de la película que han realizado.

Aunque, realmente, la cinta no es una adaptación directa de la vida de la intérprete, sino de la novela de Joyce Carol Oates, en la que, a lo largo de 700 páginas, bucea en todos sus aspectos: desde la infancia hasta sus últimos días, sin dejar de lado ninguno de los momentos más comprometidos que, supuestamente, vivió. “Ofrecemos al espectador la experiencia de su vida. El objetivo está en que salga roto al ir a verla”, ha asegurado Dominik sobre una película que ya fue controvertida en Venecia y lo vuelve a ser en Donostia.

“Para mí no hay una mirada lasciva en la película. Hemos buscado la desnudez para mostrar su rabia y su vulnerabilidad. No buscábamos el deseo”, ha añadido el cineasta, consciente del revuelo que puede provocar el filme, que no escatima en escenas polémicas y que ha sido catalogada para mayores de 17 años en Estados Unidos. “El mayor reto ha sido mover la imagen de estrella y descubrir quién fue. Hay una gran parte de ella que ha estado prácticamente invisible”, ha añadido De Armas, explicando que “no se puede separar Norma Jeane de Marilyn Monroe”.

Con tal carga de riesgo, únicamente Netflix se atrevió a producirla, lo que derivará en que únicamente los espectadores del festival tengan la oportunidad de ver la película en pantalla grande. Para su director, aunque ha admitido que verla en una sala de cine es mejor, esto no debería ser un problema y ha bromeado diciendo que se fía más de su proyector de casa que del de algunos cines.

Sin futuro programado

Durante la presentación del filme, no han faltado las preguntas al pasado de De Armas y a la supuesta falta de oportunidades en el cine español. “No sé si me tomaban en serio o no. Fue efecto de estar en una serie de televisión durante tantos años saliendo con uniforme escolar”, ha asegurado en referencia a El internado. La actriz ha explicado también que la decisión de irse a Hollywood no fue algo planeado –“Nunca había pensado en tener una carrera sólida allí”, ha confesado– y no cierra las puertas a volver a España: “Si no lo he hecho es porque no me han dado la oportunidad”.

Sobre lo que puede suponer esta película para ella, tanto para bien como para mal, la actriz hispano-cubana se ha mostrado “muy orgullosa” del trabajo realizado, aunque sabe que todo lo que haga va a ser puesto en duda por buena parte del público. “Todos merecemos contar nuestra verdad para que se entienda en contexto”, ha apuntado un tanto enigmática.

“Ha sido un trabajo inmersivo, de mucha investigación. Era muy importante atrapar todos sus sentidos”, ha confesado, para, por último, afirmar que este trabajo le ha hecho ser más comprensiva. Un cambio más, por lo tanto, en una actriz que sigue transformándose a cada paso por el Zinemaldia.