Una invitación a detener el tiempo y las prisas, y pararse a mirar. Mirar de diferentes maneras y desde distintos puntos de vista. Es el concepto y la filosofía que late detrás de las últimas obras de Belén Arévalo, que, bajo el título A-pariciones, arquitectura sobre papel, pueden disfrutarse hasta el 12 de marzo en el Polvorín de la Ciudadela.

En palabras de la artista, “la mirada es una zona interior donde guardamos las experiencias vividas”. Como las que ella tiene en los paseos que acostumbra a dar, en los que lleva la cámara de fotos, que acciona cuando algo hace detener su mirada. Un cielo nebuloso, el mar y las barcas flotantes, una tormenta, una arquitectura sugerente, una pared evocadora, las huellas del ser humano en cualquier lado. Son “atrapamientos” –así llama Belén Arévalo a estas instantáneas– que, una vez captura, archiva y guarda “sin saber muy bien para qué”, y a los que un día vuelve motivada por la chispa que enciende la llama de la creación. De ahí surgen las A-pariciones o arquitecturas que muestra ahora al público. Veintisiete piezas plegadas sobre papel –conqueror y fotográfico– y sobre metal, con una propuesta conceptual en torno a la idea de las diferentes maneras de mirar.

“La mirada incluye la técnica, la elección de las herramientas apropiadas para contar una historia y ese algo intangible, esa magia, que no sabemos qué es y que nos convierte en únicos, en creadores”, dice el texto con el que Belén Arévalo da la bienvenida al visitante a su exposición. Sobre las paredes del Polvorín, las piezas flotan, creando en el público una ilusión óptica que le lleva al acto de mirar, generando experiencias e invitando a reflexionar sobre la importancia de la imaginación.

MIRAR ES ELEGIR

Citando una frase de John Berger presente en la muestra, “lo que sabemos o lo que creemos afecta a como vemos las cosas. De modo que solo vemos aquello que miramos, y mirar es elegir”. Belén Arévalo elige la poesía. La mirada construye en su caso poesías visuales en las que proyectarnos.

Imágenes –paisajes, principalmente– de una calidad laminar precisa, sintética, rotunda, que, una vez plegadas, dobladas, presionadas, traspasan la bidimensonalidad y, con ello, la representación narrativa, meramente superficial. Brotan así las tres dimensiones de las luces y sombras que lo humano contiene y proyecta alrededor. La artista, además, logra que los pliegues sean algo natural, una caricia o movimiento sísmico.

Cada obra, a su vez, dispone de un código QR que lleva al visitante a apreciar la tercera dimensión de cada creación a través de un vídeo en el que se da un paseo por sus detalles y se rodea la pieza.

LA 'MAGIA' DE LAS TRES DIMENSIONES

Han sido tres años de “arduo trabajo, y también de disfrute”, hasta alumbrar estas obras, cuyo germen son, dice Arévalo, “los paseos de mi vida”. Ahí surgen las fotografías que luego se han convertido en arquitecturas poéticas, y en las que los fenómenos meteorológicos son protagonistas. “Cuando empecé a seleccionar imágenes, me di cuenta de que la selección tenía bastante relación con la niebla, las nubes, las tormentas...”, cuenta la artista, que también retrata fenómenos como la rissaga (término menorquín emparentado con resaca) o meteotsunami, o el efecto óptico fata morgana.

“Fui imprimiéndolas en pequeñas fotocopias y enseguida tuve claro que quería dar a las imágenes otra dimensión, así que empecé a plegarlas, a doblarlas”. Y surgió la magia. “Ya no eran fotografías, eran otra cosa. Las imágenes hablaban su propio idioma”, dice la autora, que reconoce que buscar papeles que le permitieran esos dobles en grandes tamaños “fue una labor costosa”. En este sentido, está muy agradecida al Centro Huarte, donde ha podido trabajar con herramientas y materiales adecuados para alumbrar este proyecto.

El metal llegó al final. “Cuando la gente veía colgadas las piezas sobre papel, me decían: parece que son metálicas. Y probé a introducirlo”, dice la artista, contenta con el resultado de estas obras que aspiran a que experimentemos la diferencia entre ver y mirar.

“Miramos desde el interior, y ahí está el aspecto conceptual de esta obra. Vamos muy deprisa, y busco detener el tiempo, que la gente se pare y pruebe a mirar desde distintos puntos de vista; de ahí los giros, pliegues y las dobleces”, afirma Belén Arévalo, quien también expone en el Polvorín una muestra de sus “libros de artista”. “Cada caja es una pequeña escultura con reflexiones personales”, dice.

SÁBADOS 'DE CHARLA'

Como complemento a la exposición, en el marco de la cual se ha editado un catálogo desplegable y de cuidado diseño que incluye fotografías de las piezas, textos de la propia Belén Arévalo y de Ventura Ruiz y alguna poesía, se han programado cinco encuentros en los que la autora compartirá sesión con el público asistente y con diferentes protagonistas, “amigos y amigas”, dice Arévalo. Serán en cinco sábados, a las 12.00 horas en la misma sala del Polvorín, con entrada libre y hasta completar aforo. El 4 de febrero participará el pintor Tomás Sobrino, el 11 de febrero la galerista Maite Cengotitabengoa, el 25 de febrero la escritora y actriz Ventura Ruiz, el 4 de marzo el pintor Koldo Sebastián, y el 11 de marzo el profesor de arte Romá Arranz.