Después de Sonido Pamplona y Emotio, la realizadora navarra Beatriz Echeverría vuelve con una nueva propuesta documental, esta vez centrada en una sola persona: el músico Diego Vasallo. Músico, eso sí, es un apelativo que se le queda corto, como deja patente esta película que descubre facetas del donositarra desconocidas para el gran público, como su vocación pictórica.

Diego Vasallo. La posteridad para más tarde, producida, dirigida, editada y distribuida por Echeverría desde Escena 42, se estrenará a finales de agosto en la segunda Muestra de Cine Documental Musical de Gijón. Después, la intención es seguir en el circuito de festivales y, si hay peticiones, proyectar la película en centros culturales y en espacios que así lo requieran. “Estamos contentos de poder ir a un festival que nos ofrece un canal de exhibición a pesar de ser un proyecto pequeño”, apunta Echeverría sobre su tercer largo. 

La idea de realizar “un perfil” sobre Vasallo surgió casi por “afinidad electiva”. “Me parecía una figura muy atractiva sobre todo por cómo afronta el proceso creativo y también por sus diversas facetas. En España no acaba de estar bien visto que te dediques a varias cosas, parece que solo puedas escoger una”, indica la directora, a la que le sucede algo similar. Formada en el ámbito de la educación, actualmente trabaja en la Universidad de Navarra, lo que no le impide llevar un blog de música o realizar documentales como este. 

Beatriz Echeverría. Cedida

A través de javier escorzo

Echeverría también sentía identificada por la discreción de Diego Vasallo, por crear sin llamar la atención”, de ahí el título de la película. “Él no piensa en la posteridad; le importa hacer sin pensar tanto en la repercusión. Ha realizado un proceso introspectivo sobre lo que significa el éxito y sobre lo que le importa de verdad”, señala la realizadora, que llegó al músico a través de Javier Escorzo, fotógrafo, escritor y crítico y colaborador de DIARIO DE NOTICIAS. “Hablé con Javier y le pregunté si veía factible que Diego aceptara mi propuesta, me dijo que sí, me puso en contacto y le expliqué el proyecto, dejándole claro que la carencia de recursos la iba a suplir con dedicación”. Y no solo consintió, sino que “fue increíblemente respetuoso, me dio mucha confianza y no se metió en ningún aspecto de la película; simplemente se dejó llevar”.

Durante dos años, Echeverría filmó a Vasallo en el estudio de grabación y en conciertos, así como en su casa, rodeado de libros, discos, instrumentos y reflexiones. Como cuando confiesa que fue un niño y un adolescente un tanto desubicado, “un crío introvertido” con un mundo interior muy activo en el que habitaban las historietas de comics de los superhéroes de Marvel, primero, y de Corto Maltés más tarde. También las obras de Moebius o Frank Miller. Incluso hizo alguna incursión en el género en un fanzine de los años 80. Y es que, a Diego Vasallo le hubiera gustado estudiar Bellas Artes, aunque, como revela en la película, “me quitaron esa idea de la cabeza” y empezó Arquitectura, carrera que dejó pronto para dedicarse a la música ya con Duncan Dhu. “He sido siempre un mar de contradicciones y me he acabado dedicando a algo tan aparentemente contrario a mi personalidad”, apunta, dejando claro, además, que su vocación innata tiene más que ver con la pintura. “Fue tremendamente generoso conmigo porque nunca había dejar entrar a nadie a grabar en su estudio”, afirma Echeverría, que muestra al artista pintando y hablando sobre lo que supone para él esta faceta. 

Mikel Erentxun, Harkaitz Cano

Otra imagen del documental que muestra la faceta pictórica de Diego Vasallo. Cedida

Además de presentarnoslo a través de sus propias palabras, el documental reúne una serie de entrevistas a personas cercanas al protagonista. Como Mikel Erentxun, compañero de Duncan Dhu, “cuyo testimonio es de una gran honestidad”. “Cuenta cómo seguramente él no habría iniciado su carrera en solitario si Diego no lo hubiera hecho antes y le expresa todo su respeto por el hecho de que no toque nunca ningún tema del grupo cuando él reconoce que no puede hurtar a los fans el 100 gaviotas”.

También aparecen en la película Juanra Viles, compañero de la primera etapa de Duncan Dhu; Harkaitz Cano, Joserra Senperena, Fernando del Val, Mikel Aguirre o Cheli Lanzagorta, entre otros. “Me hubiera gustado contar con Christina Rosenvinge y con Leonor Watling, pero fue imposible por agenda”, dice Echeverría. Todos coinciden en señalar el compromiso de Vasallo con lo que hace, independientemente de las reacciones externas. El mismo artista subraya que se siente más “cómodo” con su obra musical de los últimos 15 o 20 años que con toda la anterior, “pese a la pérdida de popularidad”.

Para Beatriz Echeverría, este viaje con Diego Vasallo ha sido “muy enriquecedor”. “A pesar de lo que pueda parecer, es una persona muy luminosa con un humor sagaz”. También ha aprendido de él que cuando tienes algo que mostrar, “busques la manera de hacerlo, independientemente de los medios”. “Él lo ha hecho y esa es una visión punk con la que me quedo”, termina la directora, que, una vez más, ha logrado contar la historia que quería contar con empeño, mimo y determinación.