“Más tranquila” desde que ha realizado varios pases de prensa esta semana en Madrid, Andrea Jaurrieta (Pamplona, 1986) espera con ilusión la proyección a concurso de Nina, su segundo largometraje, este lunes, 4 de marzo, en el Festival de Málaga. La película, un “western contemporáneo” protagonizado por un poderoso personaje femenino al que da vida Patricia López Arnaiz, se estrena en salas el 10 de mayo.

Ahora viene una etapa bonita.

Sí, pero también un poco estresante porque te expones mucho. Pero estoy muy contenta, sí.

¿Cómo vive estos días previos a la proyección de la película ante público general por primera vez?

He estado bastante nerviosa porque terminamos la película in extremis el viernes pasado (23 de febrero) y la primera vez que se va a ver terminada con público va a ser en Málaga. Esta semana hemos hecho algunos pases de prensa y la respuesta ha sido muy buena, así que ya me he calmado un poco, pero estos días no dormía. Estaba histérica (ríe).

Es normal, es su criatura.

Claro, con la segunda película tienes más presión. Con la primera haces lo que te da la gana porque nadie espera nada de ti, pero ahora, como ha habido más confianza por parte de productores y de distribuidores, siento que tengo que estar un poquito más a la altura.

¿Hacer la segunda película es más difícil?

Eso dicen. Creo que tiene que ver con el hecho de que das un salto también cuantitativo. Recibes más confianza y los presupuestos crecen, pero para mí no ha sido así. ¡Más complicada que la primera, imposible! (Ríe)

Por lo menos ha podido hacerla en menos tiempo.

He tardado cuatro años y medio desde que empecé a escribirla. Es verdad que en la mitad tuvimos la pandemia y el plan se atrasó un poco, pero al final este suele ser el tiempo que cuesta levantar una película, así que bien.

¿Y desde cuándo le rondaba esta historia por la cabeza?

Wstá basada en una obra teatral que también se titula Nina, de José Ramón Fernández, un profesor que tuve en la escuela de teatro. Me la pasó para leerla en 2013 o 2014, cuando estaba con el corto Los años dirán, y, durante la preparación de Ana de día, le dije que si esta primera película no salía adelante, pensaba ponerme a adaptar su obra de teatro porque me encanta. Al final, Ana de día salió, pero yo llevaba esta historia dentro.

En Málaga también estrenó ‘Ana de día’. Es, sin duda, su cita fetiche.

Es el primer festival que confió en mí, y si no hubiera sido así, no habría llegado hasta donde estoy ahora mismo. Me hace ilusión estar allí el día 4.

Ha comentado que terminó la mezcla final el viernes 23 de febrero. Seguramente hubiera querido disponer de más tiempo, ¿pero los proyectos hay que soltarlos en un momento determinado?

Sí, se suele decir que las películas no las acabas, sino que las abandonas. Pero esta vez sí que he sentido más que la he acabado. Como el proceso de Ana de día duró mucho más tiempo, aquí me he notado con más seguridad a la hora de decir ‘ya está lista’. Hombre, alguna afinación más de montaje habría hecho, pero eso ya son cosas de loca (ríe).

¿Han influido para hacer esta segunda película las buenas críticas que tuvo ‘Ana de día’, además de la nominación al Goya a la mejor dirección novel, claro?

Sirvieron mucho. La buena respuesta que tuvo me ayudó a conseguir productores y distribuidora rápidamente. Habían visto Ana de día, les había gustado y me dijeron que hablaríamos cuando tuviera algo nuevo. Y así fue. Si la primera no hubiera funcionado, continuaría de manera más underground, pero seguiría haciendo cine. Lo tengo clarísimo.

Es bonito recibir confianza cuando en otras ocasiones anteriores se la han negado.

Sí, pero también es verdad que si te pones a leer todo lo que dicen de tu trabajo, sea bueno o malo, pierdes la perspectiva de lo que has hecho tú. Puede hacer que tu confianza se hinche como un globo o que te vengas abajísimo. Al fin y al cabo, haces las películas para que la gente las vea y opine, así que una cosa que he aprendido es a confiar en lo que hago, a contar la historia a mi manera. Deseando, claro, que conecte, pero no dependiendo de cuánta gente está confiando en mí. Si no, te vuelves loca. Es muy complicado mantenerte firme en todo y a la vez ajustarte a lo que los demás quieren que hagas.

¿Es mayor la presión que viene de fuera o la que se pone Andrea Jaurrieta a sí misma?

La que me pongo yo misma 100%. Soy muy autocrítica y perfeccionista y me presiono mucho a mí misma. También porque quiero que llegue de la mejor manera a los demás.

Hay presión, pero también apoyos fundamentales que están desde hace mucho tiempo.

Sí, tengo a Iván Luis, que es mi socio y amigo y con el que después de Ana de día creamos Lasai Producciones. Hemos coproducido esta película y ahora vamos a continuar con la siguiente. Además, el director de fotografía es el mismo y el montador también. Aunque no he podido tener a todo el equipo de la primera película, porque al rodar en Bizkaia me pedían tener equipo vasco, sí he querido repetir con algunos. Para mí el equipo es como una familia en la que va entrando gente nueva. Son tantos meses que no lo voy a disfrutar si considero el cine como un trabajo de funcionario. No es que les haga hacer horas extras (ríe), sino que hay algo de pasión, de que a todos les guste la historia, por lo que siempre me gustará trabajar con esta gente.

¿Qué era lo que más le preocupaba al comenzar el rodaje y qué le preocupa más ahora?

A ver... Lo que más me preocupa al empezar a rodar son los tiempos. Aunque suenen a números muy grandes, los presupuestos son muy pequeños, porque hay mucha gente trabajando y cobrando un salario decente, y al final, reduces en jornadas. Esta película la rodamos en cinco semanas y media y durante el proceso aprendí a renunciar a muchas cosas que tenía en la cabeza. Cuando llegas a la fase final, sí que hay cosas que echas de menos, pero tienes que acostumbrarte a lo que hay y aceptarlo. Estoy segura de que si le preguntas a George Lucas sobre La Guerra de las Galaxias, te dice que hay cosas que habría hecho de manera diferente.

Entrando en ‘Nina’, ha comentado que la película transita por el territorio del western.

Sí, es una especie de western contemporáneo femenino. También tiene algo de melodrama. Me he basado en arquetipos; por ejemplo, el del héroe solitario que vuelve al pueblo, solo que aquí es una heroína; el saloon, que en este caso es el casino de pescadores; el antagonista; el amigo que la acompaña... Los paisajes desérticos aquí son paisajes verdes, la venganza, la violencia... He cogido esos clichés y los he llevado a mi historia. Así que sí, tiene una estructura de western aunque no hay caballos ni cowboys (ríe).

Este género casi siempre ha sido muy masculino.

Y ahí es donde le damos la vuelta a todo. Los personajes masculinos hacen un poco los roles que en las películas de vaqueros hacían las mujeres. Pero no voy a hacer espoiler (ríe). Por eso tiene algún guiño a Johhny Guitar, que es una película de los años 50 donde la protagonista es Joan Crawford, y también a Duelo al sol. Si te gusta mucho el western, vas a ver algunas referencias claras.

No sé si hay un momento más desgarrador en ‘Johnny Guitar’ que cuando el personaje de Joan Crawford dice ‘Miénteme, dime que me quieres’.

Pues ya verás en la película... En Johnny Guitar también dicen ‘no te vayas, no me he movido’, y esa idea está presente en Nina en algunos momentos.

¿Tiene esta historia algo de la Nina de ‘La Gaviota’ de Chéjov?

Sí, los personajes de La Gaviota son los que están en la película. Yo los he cogido y los he pasado por el tamiz que ya utilizó en su texto José Ramón Fernández, que también se basó en esta obra. La película tiene una estructura de espiral que poco a poco te va metiendo en los recuerdos más profundos. Y en estos recuerdos están la relación de Nina con Trigorin, Tréplev...

Patricia López Arnaiz, Darío Grandinetti.... Menudo reparto.

Patricia fue la primera que entró. Los productores me dijeron que tenía que ver Ane, la vi y me pareció muy joven, pero, como ya han pasado 4 años, ya no lo es tanto (ríe). Quedé con ella y desde el primer momento lo tuve claro, no solo por lo buena que es como actriz, sino porque nos entendimos muy bien a nivel humano. Y el resto se sumaron casi al final porque sí que costó sacar la película adelante. Estoy muy contenta con todos. Aina Picarolo, que interpreta a Nina de joven, solo había hecho una película antes y está muy, muy bien; y qué decir de Grandinetti, al que todos conocemos y es un actorazo. También quiero reivindicar a Iñigo Aranburu, un actor vasco que suele hacer pequeños papeles y aquí tiene un personaje bastante importante, el de amigo de la protagonista. Y destaco, además, a Daniel Vitallé, joven actor de Pamplona que está estupendo.

Rodó en Bizkaia, en el Urdaibai. ¿Qué la llevó a esa comarca?

En verano de 2021 me pillé una furgoneta con mi director de foto (Juli Carné Martorell) y nos fuimos por la costa vasca hasta encontrar el lugar donde queríamos rodar y nos enamoramos de Mundaka, de Bermeo y de todo el Urdaibai. Luego, en febrero del año pasado me instalé allí para seguir localizando y organizarlo todo. Y para mí era muy importante que hubiera un faro, así que fuimos a Matxitxako, con su precioso viento. Es verdad que tuve dudas porque que la cultura que se ve es mi pasado. Es Navarra. Así que pensamos en rodar en Artajona y en Beire, donde yo he crecido, pero es muy difícil trasladar al equipo de un lado a otro, así que rodamos toda esa parte en las calles de Mundaka.

Pero creo que hay unos cuantos artajoneses en la película.

¡Sí, y ellos creen que son los protagonistas de la película! (Ríe) En el momento álgido de la película hay una procesión que sucede en el presente y en el pasado, y necesitábamos extras. Yo tenía muy presentes en mi cabeza las procesiones de mis pueblos y lo que hicimos fue poner un autobús desde Artajona y Beire y respondieron todos los amigos de mis padres, mi familia, la Banda Música de Artajona... ¡Fue alucinante! Les pedí que vinieran vestidos de los años 90 y lo hicieron perfectamente, ¡era como volver a mi infancia! Se portaron muy, muy bien y les estoy agradecidísima porque salvaron la secuencia.