Ben Healy es un irlandés bravo. Indomable. Sin miedo. Alejado de los patrones, de la ortodoxia, aspecto de trasnochador, Healy, segundo en la Amstel, cuarto en Lieja, completó una carrera monumental. Arriesgó con un asalto a 50 kilómetros de Fossombrone, en el primer paso por la subida de I Cappuccini, una pared con rampas del 19% y una media superior al 7%, y soltó las cuentas del rosario que le acompañaban.

En el mismo lugar, a distinta hora, en el segundo paso, Roglic, otro corredor forjado en la valentía, también lanzó su apuesta. Quiso medir a Evenepoel, el chico que no parece tener límites.

El esloveno, sólido, rocoso, desenmascaró al belga. En el puerto, corto pero con dinamita, explosivo, Roglic cargó con todo su arsenal después de que el Bora de Vlasov encendiera la mecha. Los quemó Roglic, un incendiario.

El esloveno no tardó en elevarse. A medida que crecía, espumoso, a Evenepoel, solo y aislado, sin las muletas del equipo, se le vieron las costuras. Trató de contemporizar, pero se le rompió el hilo de contacto con el esloveno.

Aviso de Roglic

Roglic, imperial, convencido, giró el cuello y vio la boca abierta de su rival, que trataba de buscar aire en la rueda de Leknessund, el líder, que tuvo que plegarse pero salvó la maglia rosa.

Evenepoel aspira a tricotarla en Roma, pero se fue deshilachando. El campeón del mundo perdió el tono. El ciclista de todos los colores tenía el rostro mudado, la nariz chata, el rostro pálido. Descuadrado.

Nada quedaba de su discurso altanero, de sus provocaciones en los días precedentes al esloveno. Roglic, que no alza la voz porque no necesita marketing ni representante, habla en la carretera. Le hizo callar. Le recordó que aún no ha ganado el Giro aunque fuera el mejor en la crono de arranque.

Golpe moral a Evenepoel

La subida del esloveno, compacta, sin artificios ni vaivenes, estremeció a Evenepoel, que perdió el paso en una cota de apenas tres kilómetros, no en un coloso dolomítico de la última semana. Le mandó al diván. Las termitas de las dudas colonizaron el cuerpo y la mente del belga.

No sólo claudicó Evenepoel frente al formidable Roglic. Tao Geoghegan y Thomas también le señalaron. El dúo del Ineos contactó con el esloveno justo en la cima mientras Evenepoel se hundía en la miseria. Le rescató la compañía de Almeida y otros favoritos, pero mostró inequívocas señales de fragilidad. El belga es vulnerable.

Roglic y Thomas se saludan tras alejar a Evenepoel. Giro de Italia

Roglic le mordió la moral y 14 segundos. Evenpoel mantiene medio minuto de renta sobre el esloveno y hoy espera la crono, su especialidad, pero sabe que Roglic no le dará cuerda. No habrá paz para el belga. Aturdido, apurado, Evenepoel no pudo ni rearmarse en el descenso.

Incluso bajando padeció. Roglic alumbró el descenso con su aplomo natural. Traza de fábula el esloveno. Geoghegan y Thomas se adhirieron a él y al final obtuvieron un botín estupendo. Evenepoel tiene muchos frentes que atender.

Exhibición de Healy

Healy, joven, distinto, contracultural, es refractario a la pose del belga. Lleva el casco torcido, el andar no menos sinuoso, pero el irlandés dispone de un motor enorme y, sobre todo, una actitud arrolladora. Un loco maravilloso el irlandés, que exuda el carisma de la normalidad. Por eso muchos se ven reflejados en su comportamiento.

Un tipo de la calle en la élite. No se queja Healy, actúa. Es el símbolo de la lucha. En Monte delle Cesane, el irlandés era un verso libre tras ser el mejor de la fuga. Un poeta persiguiendo su musa. Un bohemio con aspecto de bardo, barba y melena, que conectó con el ciclismo valeroso, el que le dio la gloria tras la jornada la infamia.

Del Gran Sasso y el mutismo entre los mejores, quedó el sonido de las aspas del helicóptero que traslado a Evenepoel y a la manada de lobos a descansar. La organización del Giro dio la opción del traslado en helicóptero y eI belga y los suyos no dudaron en coger la invitación. Otros equipos que pudieron costearse el viaje, también optaron por la aeronave.

Polémica por el helicóptero

El ruido del helicóptero creció por la mañana cuando la UCI lanzó un comunicado alegando que ese modo de ahorro de tiempo para realizar el traslado otorga ventaja a quienes lo cogen y que, además, deja huella de carbono. La UCI asevera que su empleo va contra el juego limpio y advierte de sanciones futuras en caso de que se vuelva a repetir la maniobra.

En paralelo a la protesta del organismo rector del ciclismo, se supo que Filippo Ganna abandonaba la carrera por covid. Todo eso sucedió antes de que la jornada levantara la persiana. Italia es una novela, una deliciosa tragicomedia.

En ese ecosistema, cuando aún se escuchaban las protestas por el sonrojante comportamiento de los favoritos en la búsqueda del Gran Sasso, en el octavo capítulo del Giro, Roglic derribó el helicóptero del belga. Healy y el esloveno, dos aventureros, reivindicaron la valentía y honraron al la carrera. Roglic agrieta a Evenepoel.