“Hemos crecido muchas veces pensando que este no era nuestro lugar”. Estas palabras las pronunciaba Irene Paredes, jugadora de la selección española de fútbol, antes de la final del Mundial contra Inglaterra. Unas palabras que no sólo eran suyas. Representaban, también, el sentir de muchas niñas. De mujeres que apostaron por su pasión, pese a las adversidades, y por dedicarse a lo que más les gustaba, que era jugar al fútbol. Y entre ellas está Mai Garde. La excapitana rojilla y actual directora deportiva de Osasuna Femenino no esconde que en ocasiones se ha sentido así. Como un “bicho raro”. Simplemente por querer dedicarse a lo que más amaba. Ahora tiene 35 años, está retirada, y desde que empezó a darle al balón cuando era muy pequeña hasta la actualidad las cosas han cambiado. Y mucho. En cuanto a medios, avances sociales y aceptación. Sin embargo, no es suficiente. Y la actual polémica en torno al comportamiento inapropiado y machista del presidente de la RFEF, Luis Rubiales, tras ganar el título mundial, así lo corrobora. Mai Garde ya se expresó a través de sus redes, aludiendo al contundente comunicado de Osasuna y dejando claro que se debería estar hablando sólo y exclusivamente de la gesta deportiva de las jugadoras de la selección. “Un paso hacia adelante, diez hacia atrás”, se lamentaba. Pero esta entrevista no va sobre la polémica y el intento por opacar el éxito conquistado. Va de fútbol femenino, de su realidad, y de la experiencia de una mujer cuya voz es una de las más autorizadas para hablar de la materia.

La selección española ha ganado un Mundial de fútbol. Se debería estar hablando sólo de eso y de sus protagonistas...

–Sí, así es. Pero es un tema que está a la orden del día. Pones un informativo y sale todo ello a nivel nacional e internacional. A mí me da una pena tremenda, puesto que es un éxito sin precedentes, después de haber disputado sólo tres mundiales. Y que no se hable absolutamente nada de ello, me da sobre todo pena por las jugadoras.

Además de la evidente gesta deportiva, ¿qué va a suponer este título para el fútbol femenino?

–Sin entrar en la polémica, el hecho de haber ganado un Mundial va a suponer un escaparate brutal. Lo más importante es que muchas niñas y también incluso niños van a querer jugar al fútbol. Es seguramente lo más positivo de todo esto. Las jugadoras se lo llevarán toda la vida con ellas, pero lo que acarrea para el fútbol femenino es un gran escaparate. En los últimos tres o cuatro años ya había experimentado un gran crecimiento y un título así lo va a incrementar. 

¿En qué se ha visto ese crecimiento? ¿Cuáles han sido los avances en su opinión?

–Los números sobre todo. Las cifras están aumentando mucho a nivel nacional y también a nivel de Navarra. Yo hasta hace poco me encargaba de la base en Osasuna y me daba cuenta de que cada vez hay más niñas jugando al fútbol y sobre todo con nivel. Además, se les están dando unas herramientas que las que somos veteranas o lo hemos sido nunca hemos tenido. La clave está ahí. Cada vez vienen más preparadas y los datos de cualquier club o selección están ahí: de unos años atrás se ha mejorado en velocidad, en resistencia... Cuando más se trabajan las cosas, el fútbol femenino es mucho mejor.

Más herramientas y más medios de los que carecían antes.

–Yo recuerdo que cuando éramos pequeñas estaba mal visto jugar e incluso había padres que no querían que sus hijas se dedicaran al fútbol. En los clubes éramos el último mono. Se nos ponían peores horarios y a veces no teníamos campos ni para entrenar. Algunos técnicos no estaban preparados para asumir hacia dónde iba el fútbol femenino. Además, recuerdo que cuando era niña no había casi ni equipos. Mis padres se volvían locos para ver dónde podían llevarnos a jugar. Ahora, hay un equipo prácticamente en cada pueblo o en cada ciudad, pero antes era impensable. La dificultad de practicar fútbol era máxima, ya que era un deporte que muy pocas lo realizaban y todo se complicaba más.

Irene Paredes, antes de la final, expresaba su deseo de que las niñas viesen que el fútbol también es para las mujeres. “Este no era nuestro lugar”, decía. ¿Ha sentido esto alguna vez?

–Sí, por supuesto. Yo creo que ese sentimiento lo hemos tenido todas. Eras al final la rara de la clase y de las amigas. No era algo normal y cuando algo no es normal en la sociedad, acabas por ser el bicho raro de la familia o de la propia sociedad. Esas palabras supongo que las hemos sentido todas. Estamos hablando de que no estaba bien visto decir en casa que querías jugar al fútbol. Sé de amigas cuyos padres les decían que jugasen al baloncesto o al balonmano. Algunas de mi edad hemos tenido la suerte de tener el apoyo en casa y creo que eso nos ha permitido, después de tantos años, seguir jugando al fútbol. Pero hasta hace poco las mujeres no encontrábamos el sitio en una sociedad en la que era claro que el fútbol estaba hecho por y para hombres. 

Es evidente que se han dado pasos hacia la igualdad, pero episodios como los que estamos viviendo reflejan que el machismo está aún muy presente en el fútbol y en la sociedad.

–El fútbol siempre ha sido el deporte rey y yo siempre digo que hemos elegido el que en tiempos era el deporte más machista con diferencia respecto a los demás. Yo lo notaba. Nací en Villava y la mayoría de chavalas iban al final a jugar a balonmano o a baloncesto. Nunca pude jugar allí porque no había equipo de chicas, lo cual refleja que estabas eligiendo un deporte diferente del resto. Las declaraciones que escucho de Alexia y demás jugadoras, que ahora son referentes para las niñas, van muchas veces en la línea de que ellas no sólo se dedican a jugar al fútbol, sino que juegan y luchan cada día por conseguir mejoras. Está claro que no tenemos aún todas las herramientas que se necesitan, aunque bien es cierto que se ha mejorado mucho y yo siempre lo recalco, porque hay que valorar todo lo que se está consiguiendo. Las que vienen ahora tienen todo lo que yo nunca tuve y a mí me gusta que lo valoren, porque ha costado mucho lograrlo. Pero a la vista está con todo el jaleo y la repercusión a raíz del Mundial que además de jugadoras se tienen que encargar de luchar y es el reflejo un poco de la sociedad en general.

La sociedad tiene entonces que ir de la mano de las reivindicaciones de las propias jugadoras...

–Sí. Yo estoy metida en el fútbol y más en concreto en el fútbol femenino, pero a mí me gusta decir que no sólo hay que exigir para eso. Cualquier mujer en otros ámbitos, incluso laboral, y también en otros deportes, seguro que dice que todavía queda mucho por hacer. El deporte es un reflejo de la sociedad. Aún quedan cosas por hacer en el fútbol femenino y también en el fútbol sala, al que también me dediqué. Vamos todas de la mano, sabiendo que todavía hay que seguir luchando.

“Cuando éramos pequeñas, en los clubes éramos el último mono. Con peores horarios y a veces sin campos para entrenar”

¿Ve que el machismo es una cuestión diferente cuando hablamos de otros países como Inglaterra o Estados Unidos?

–Es algo cultural y EEUU es un fiel reflejo de que nos llevan muchos años en cuanto al fútbol femenino. Allí es todo lo contrario. Lo normal es que las niñas jueguen al fútbol y futbolistas como Alex Morgan o Rapinoe son mucho más conocidas que los hombres. Son auténticos referentes. Ahora estamos viendo que jugadoras como Irene Paredes o Alexia Putellas se han puesto de repente en pocos años en el escaparate, pero hay países que van por delante en ese sentido. Ahora hay otros tantos que se están poniendo las pilas para hacer crecer al fútbol femenino.

Menciona algo fundamental, como es el tema de los referentes: Alexia, Paredes, Olga Carmona o usted misma aquí.

–Creo que es imprescindible. Cuando eres niña y tienes sueños, verlos reflejados en alguien es vital. Yo de pequeña esos sueños no los tenía. Siempre he dicho que he ido recorriendo mi propio camino sin saber dónde iba a acabar. Todo el mundo sabe que mi pasión es Osasuna y que mi sueño era jugar en El Sadar, pero de niña lo tenía sabiendo que Osasuna no contaba con un equipo femenino. Es como soñar e ir a la luna. Era algo imposible. Y ahora una niña que empieza a jugar al fútbol sabe que tiene la posibilidad de jugar en el equipo que ama e incluso ser campeona del Mundo. Cosas que antes eran impensables. Yo tenía cero referentes porque sabía que era imposible y jugaba al fútbol simplemente porque me gustaba.

¿Ese es el mensaje que lanzaría a las niñas? ¿Que pueden llegar a lo más alto y compartir espacio con los hombres?

–Es que es real, a la vista está. Ellas tienen ahora todo por lo que hemos luchado muchísimos años y para mí es muy bonito ver que pueden disfrutarlo sin tener que pasar por lo que hemos pasado nosotras. Que disfruten de ello. Cuando veo a niñas que nos piden fotos, cuando quieren sacarse con las jugadoras o quieren ser como alguien, creo que es algo imprescindible para una sociedad más igualitaria. De hecho, de todos los años que he vivido en el mundo del fútbol, es lo más bonito que me llevo.

¿Y qué queda por hacer?

–Mucho todavía, aunque hayamos mejorado. Estamos hablando de una Primera División en fútbol femenino que tiene un convenio donde se cifra en 16.000 euros el salario para una jugadora. La Segunda División, ni tiene convenio. Son un montón de detalles. Hay quienes piensan que estamos pidiendo cobrar millones y ni mucho menos. Se piden unas condiciones mínimas para que la jugadora se dedique sólo a jugar a fútbol y que disponga de todos los medios necesarios para sacar su mejor versión. Se ha visto que en cuanto ha habido inyección económica, se ha crecido. Los medios de comunicación también se han interesado y se han empezado a televisar partidos. Esto es una rueda y todo está haciendo que, para mí, el fútbol femenino sea imparable. Hay que seguir apoyándolo.