Lograr asiento en un banquillo de Primera división es cada vez más complicado. Son veinte equipos y en la actualidad la tercera parte están ocupados por entrenadores extranjeros. Que en ese escenario de extrema competencia aparezca un navarro es poco frecuente. En casi cien años de Liga, doce técnicos con ese ADN han tenido a su cargo plantillas en la máxima categoría. La más reciente aparición en escena es la del pamplonés Íñigo Pérez, que como la mayoría de sus antecesores ha jugado en Primera división; además siete de ellos lo han hecho en la élite vistiendo la camiseta de Osasuna. El último navarro que dirigió a los rojillos es Javi Gracia (2013-14). Y nunca en la historia del torneo se han enfrentado dos equipos entrenados por navarros. Esta es una semblanza de todos ellos.

Emilio Urdíroz

Jugador y entrenador

La función de entrenador fue un puesto inestable en Osasuna hasta la designación de Emilio Urdíroz. De 1920 a 1932 alternaron en esa tarea desde vocales técnicos a jugadores y exjugadores pasando por las breves aportaciones de un alemán y un inglés. Urdíroz, nacido en Aoiz, era titular habitual cuando asumió la responsabilidad de ponerse al frente de la tropa. Lideró la primera gran etapa de Osasuna, que culminó con el desembarco de equipo y entrenador en Primera división. En ese periodo no fueron pocas las ocasiones en las que volvió a calzarse las botas para salvar una contingencia en la alineación o procurar un refuerzo defensivo, que era su demarcación.

El también nombrado en las crónicas como Urdíroz I no disfrutó de más experiencias en Primera, aunque sí en Osasuna; incluso en un cortó periodo, en 1942, compaginó la preparación del Tudelano y la de los rojillos. Su etapa terminó a principios de 1945.

Jesús Salvatierra

Una corta interinidad

Eso de “defender la camiseta” de Osasuna lo personifica como pocos el corpulento defensa tudelano Jesús Salvatierra. Siete temporadas (de 1950 a 1957) se abrochó la camisola roja. Sus enérgicas disputas por el balón le granjearon la fama de ser un jugador violento. Los comentarios alcanzaron tal calibre que en una entrevista concedida a El Pensamiento Navarro en noviembre de 1953 el periódico carlista concluía que “si continúa la campaña de calificarle como mata hombres se retirará del fútbol, puesto que cuando salta al campo lo hace preocupado y no puede, por tanto, rendir todo lo que en él sería normal”.

Al poco de su retirada, en la temporada 1958-59, ya ejerce como ayudante de Sabino Barinaga. En marzo de 1960, con 33 años, se hizo cargo, sustituyendo a Ignacio Eizaguirre, de un equipo que ya había consumado el descenso a Segunda cuatro jornadas antes del cierre. Cuatro partidos en el que, al menos, su porcentaje de victorias fue del 50%.

Listado de entrenadores

Juan Arza

Un salvavidas para el Sevilla

El Niño de Oro, como le llamaban en Sevilla, escribió una larga trayectoria en el fútbol. En 1941, con 18 años, debuta en Segunda con el Alavés; se retiraría a los 36, en el Almería, después de 16 temporadas engordando su leyenda en el cuadro hispalense. A finales del curso 1965-66 la directiva le llama para que rescate al equipo. El estellés obra el milagro y lo deja 8º clasificado. El año siguiente recurre de nuevo a Arza para intentar evitar el descenso y otra vez logra la permanencia. El Niño de Oro pasa a ser más conocido como el salvavidas. Pero a la tercera fue la vencida y el Sevilla consuma su descenso a Segunda en 1967-68. El presidente, García Carranza, decide, por vez primera, otorgarle la confianza desde el inicio de temporada para intentar el regreso a Primera. La fórmula fue un éxito, pues el Sevilla conquista el ansiado ascenso.

En las trece ciudades que se sentó en un banquillo, Arza, además de al Sevilla, tuvo a su cargo en Primera división al Celta, club en el que vivió su última experiencia en la temporada 1979-80.

Esteban Areta

Un partido de transición

El segundo hijo de la prolífica saga que seguía los pasos del padre, Serafín (guardameta de Osasuna entre 1921 y 1925), debutó como futbolista en San Juan con 18 años. Y ahí quedó, como una reseña, porque el resto de su carrera profesional la desarrolló lejos de Pamplona, con especial apego al Betis, club con el que jugó siete temporadas en Primera división. En el equipo verdiblanco quedó registrada su única aparición en un banquillo de Primera: era el 19 de diciembre de 1971.

Fue un visto y no visto. Antonio Barrios puso su cargo a disposición de la directiva; argumentó que había algo que “no comprendía” en el rendimiento de la plantilla que empujó al equipo al último puesto de la clasificación. Areta, hasta entonces segundo de Barrios, tomó las riendas de forma eventual. En ese momento, su experiencia se limitaba a otra llamada de urgencia en la temporada 1968-69, cuando los verdiblancos estaban en Segunda, y a sus periodos en el Triana Balompié, equipo filial. Esa única aparición en Primera le dejó el mal recuerdo de una derrota frente al Español (0-1). Le sustituyó el húngaro Ferenc Szusza, que salvó al Betis del descenso.

Pepe Alzate

Un navarro nacido en Cádiz

Alzate llegó por casualidad al banquillo de Osasuna al que, por otro lado, llevaba un tiempo opositando. Nacido en Cádiz, se trasladó siendo niño a Navarra donde desarrolló su etapa como futbolista y donde comenzó a entrenar. En abril de 1976 toma las riendas de la plantilla tras la destitución de Luis Ciaurriz. El equipo ocupaba uno de los ocho puestos de descenso a Tercera. Con ocho jornadas por delante, el joven técnico no pudo enderezar el rumbo: ganó tres partidos y perdió cinco. Es la última vez que Osasuna cayó al pozo de la Tercera.

Fue otra urgencia la que devolvió a Alzate al primer plano. El yugoslavo Petkovic era el elegido para preparar a los rojillos en la temporada 1979-80, pero no tenía la documentación en regla con las exigencias entonces en España y tuvo que hacer las maletas y regresar a su país. La dirección de Osasuna decidió jugársela con Alzate, que había llevado al Sangüesa a ser campeón de grupo en Tercera. Esa apuesta de Ezcurra y su gente cambiaría la historia de Osasuna.

Alzate condujo al equipo a Primera, hizo un apostolado de la cantera y se marchó regañado con Ezcurra después de tres temporada. Posteriormente, engordaría su currículum en la máxima categoría en el Betis y Las Palmas.

Pedro Zabalza

Un entrenador que hizo época

La historia se repite: Zabalza desembarcó en la plantilla profesional para apagar un incendio. Y como en el caso de Alzate, para reemplazar a un entrenador de origen balcánico, Ivan Brzic. El que fuera centrocampista analítico tenía un corto currículum en los banquillos: solo había preparado al equipo juvenil.

Zabalza tuvo un comienzo complicado porque complicada era la situación de Osasuna en aquella temporada 1986-87. Pero aquel curso intensivo de ocho meses (con un triangular a vida o muerte de postre) le sirvió para asentar el que es el proyecto más prolongado en el tiempo en la historia del club y el de un entrenador navarro en Primera división. Y también el primero que siendo inquilino del banquillo rojillo era destituido.

Acostumbraba a comentar Zabalza los casos de aquellos futbolistas que siendo importantes en Osasuna perdían relevancia cuando fichaban por otro club. Pues a él le ocurrió algo parecido: tras su extenso periodo como rojillo aceptó una propuesta del Rayo Vallecano, al que solo pudo dirigir en siete partidos, al ser destituido porque en esas jornadas de inicio del Campeonato solo logró una victoria.

Martín Monreal

En Primera no hubo milagros

En un periodo de 25 años, el que transcurre entre 1994 y 2019, Martín, natural de Campanas, adoctrinó con su fútbol intenso y temperamental a diez equipos; sin embargo, su paso por la Primera división se consume en dos cortas etapas: la primera, la del debut con Osasuna, de cinco meses; la segunda, tras lograr el ascenso, de casi cuatro.

Con 37 años, a Martín le llegó la primera oportunidad, que era en realidad un marrón por el delicado momento institucional y deportivo por el que pasaba el club en su decimocuarta temporada consecutiva en Primera. El que fuera dueño de la banda izquierda durante años ofrecía en el banquillo la línea de continuidad establecida primero con Pepe Alzate y luego con Zabalza, cada uno con su toque particular. Como con los dos anteriores (que fueron sus entrenadores) también la puesta en escena fue similar: un recambio de la casa para un momento crítico. Al final de aquel curso 1993-94 tuvo que cargar en sus espaldas con el descenso.

Cuco Ziganda

Un debut a lo grande

Ziganda fue el elegido para administrar la herencia de Javier Aguirre. De nuevo, el recambio estaba en la casa; la apuesta no dejaba de ser arriesgada ya que el equipo que debía presentarse en una eliminatoria previa de la Champions, un hecho histórico, quedaba en manos de quien venía de preparar a Osasuna Promesas. Muy pocos casos habrá en los que el estreno de un entrenador profesional, formado en el club como futbolista y como técnico, tenga un escenario tan gigante como la principal competición continental. La presión no le pudo, tampoco la falta de experiencia, y demostró empaque, pese a quedar eliminado ante el Hamburgo, para entrar en este mercado de trabajo con buenas perspectivas.

La trayectoria como futbolista de Ziganda, natural de Larrainzar (Ultzama), tuvo dos campos principales de acción: Osasuna y Athletic. Dos clubes que han condensado sus periodos más prolongados como entrenador en los veinte últimos años y en los que también intervino como adiestrador de la cantera, tanto en el Promesas como en el Bilbao Athletic. Entre medio, 17 jornadas en el banquillo del Xerez en la única temporada que el cuadro gaditano jugó en Primera (2009-10).

Jose Mari Bakero

Una forma de vivir

“El fútbol es una forma de vivir”, dijo en cierta ocasión José Mari Bakero. Y a sus 61 años sigue fiel a esa premisa que conduce su vida orientada por las vueltas que da el balón. Navarro, natural de Goizueta, su trayectoria como futbolista la recorre entre San Sebastián y Barcelona. Y luego, como entrenador, sus pies pisan México, Polonia, Perú y Venezuela con la escala más reciente en Bulgaria.

Pero en la liga española Bakero solo ha encontrado acomodo como entrenador de Primera en la Real Sociedad, club en el que se formó como futbolista. El extremo desempeñaba el cargo de director deportivo cuando en marzo de 2006 se vio empujado a abandonar el despacho y ponerse al frente de la plantilla con el equipo en posiciones de descenso. Alcanzó el objetivo de la permanencia, pero el equipo donostiarra había entrado en mala dinámica. Su continuidad en el cargo en la temporada 2006-07 no resistió más allá de la séptima jornada, tras la que ocupaba el último puesto en la clasificación.

Javi Gracia

El último en Osasuna

Sin ninguna vinculación con Osasuna durante su etapa como futbolista, el pamplonés Javi Gracia encontró en el club navarro su puerta de entrada al fútbol profesional de primera línea. Su formación en Segunda y Segunda B resultó fructífera, con ascensos al frente del Cádiz y del Almería. Fue a este equipo al que llevó a Primera división en la temporada 2012-13, pero no pudo debutar en la categoría al no alcanzar un acuerdo de renovación con el club.

El teléfono no tardó en sonar trasladando una oferta de trabajo. La directiva de Osasuna, presidida por Miguel Archanco, no estaba conforme con la labor desarrollada por Mendilibar en los últimos meses (acabó el curso a regañadientes) y no esperó a que terminara agosto para destituirle después de tres derrotas consecutivas. Llegada la hora de Gracia, este encontró una plantilla que ya pedía una renovación a gritos en la decimocuarta temporada consecutiva en Primera. En este escenario, el cuadro rojillo presentó en algún partido una alineación sin la presencia de futbolistas navarros o de la cantera. Aunque el entrenador llegó a tomarle el pulso a la competición y a colocar al equipo en una cómoda posición en la tabla, un encadenamiento de malos resultados y malas decisiones en las últimas jornadas acabó derivando en un descenso de dramáticas consecuencias.

Javi Gracia, con una extensa carrera en el fútbol inglés (su última estación ha sido el Leeds United) también ha hecho escalas en Primera al frente de Málaga y Valencia.

Juan Carlos Unzué

De segundo a primero

Parecía Unzué señalado para transmitir sus conocimientos como portero a otros especialistas en evitar goles. Su larga trayectoria profesional y sus dotes para comunicar le abrieron, al poco de su retirada, un hueco en el organigrama del Barcelona, club que le había fichando siendo un muchacho cuando militaba en Osasuna. En ese periodo, el exguardameta conoció los métodos de Frank Rijkaard y de Pep Guardiola. Tras una primera experiencia en Segunda con el Numancia, Unzué volvió a un segundo plano acompañando a Luis Enrique en sus etapas al frente del Celta y del Barça. En esas temporadas de éxito con los blaugrana, el navarro (natural de Orkoien) asumió responsabilidad en jugadas de estrategia que ordenaba a pie de campo. Terminada la relación con Luis Enrique, le llegó la oportunidad de debutar en Primera de la mano del Celta. Pese a cuajar una buena temporada, garantizando la permanencia con holgura, club y entrenador no prolongaron su relación.

Íñigo Pérez

Un ‘bielsista’ en Vallecas

El último navarro en acceder a un banquillo de Primera es Íñigo Pérez, pamplonés de 36 años. Y a nadie le ha extrañado. En su etapa como futbolista ya mostraba inclinación por la organización de los equipos. Sus compañeros en Osasuna contaban el interés del centrocampista no solo por ver mucho fútbol, sino también por analizar el juego de los contendientes en sus más mínimos detalles. En el campo, cuando vistió la camiseta de Osasuna (2018-22), era la extensión en el verde de Jagoba Arrasate. Y cuentan que en el vestuario, Íñigo Pérez también hablaba de forma prolija sobre las incidencias del partido. Y que le escuchaban con atención. No cabía esperar otra cosa de un declarado discípulo de Marcelo Bielsa. Sin tiempo a meditar por dónde enfocaría su vida tras colgar las botas, Íñigo Pérez aceptó ser el ayudante de Andoni Iraola en el banquillo del Rayo Vallecano. Le acompañó a en su aventura inglesa, pero al no poder cumplir con los requisitos burocráticos tuvo que regresar a casa. Le ofrecieron entonces tomar las riendas del equipo de la franja pero prefirió dejar correr el tiempo. Hoy sumará su octavo partido tras sustituir en febrero a Francisco Rodríguez.