Es común al final de la temporada que algunos jugadores decidan colgar las botas y retirarse del fútbol. Esto suele ser un momento emotivo, tanto para ellos como para los aficionados. Anaitz Iragi (Txantrea) e Iker Tellería (Beti Onak) son ejemplos de jugadores que han dedicado toda su vida a un club y se despiden de una segunda familia y de una afición que los ha apoyado incondicionalmente a lo largo de los años. No ha sido una decisión fácil, ni mucho menos. No ha sido algo de la noche a la mañana ya que, en ambos casos, han sido años barruntando la idea de colgar las botas. “Llevaba dos años pensándolo”, reconoce el central. “Sé que me iba a costar hace cinco años, dentro de otros tantos... quería irme sintiéndome bien. Esta temporada no he tenido lesiones, así que me voy bien”, admite el centrocampista.

Durante este periodo, muchos han sido los compañeros y entrenadores con los que han compartido vestuario en el fútbol regional, un fútbol que “no sé qué tiene, pero a mí me encanta y no solo jugarlo sino ir a ver partidos. Me gusta mucho el ambiente que se crea, las amistades que sacas de ahí no solo con los compañeros, sino con gente de otros equipos. Seguiré viendo partidos, no sólo del Txantrea también, sino de otros equipos”, se sincera Iragi.

Iker Tellería, del Beti Onak, cuelga las botas Patxi Cascante

Los dos protagonistas recibieron sus merecidos homenajes en el último encuentro celebrado en sus respectivos campos y Tellería pudo despedirse con gol de la que ha sido su casa durante más de una década. “Al final es el último partido en casa. Siempre estás con la idea del gol en la cabeza, ya que te quieres despedir de aquí con la gente que vino a ver... andaba buscando ese gol para irme con esa alegría, pero casi no casi no entra”, bromea.

Entre todos los buenos y malos momentos vividos con los equipos: ascensos, descensos, permanencias... siempre queda lugar en la memoria para quedarse con compañeros y entrenadores que les han marcado de alguna u otra manera. Los dos protagonistas parten de la base de que “de todos aprendes algo”. Iragi apunta a los técnicos “Raúl Marco y Patxi Goñi, con los que pude pasar al primer equipo. Como jugadores, mencionaría a Gorka Bakaikoa, Beñat Alastuey, los hermanos Manero, Guembe, Joseba Alkuaz, Aser Alves, Yoel Sola, Aitor... he compartido muchos años con ellos. También con Eneko Martínez, que compartí mis tres primeros años”. Emocionado, recuerda su debut “en Paternain ante el Iruña. Estaba rodeado de gente con un poso en la categoría Iosu Solana, Iñaki Sánchez Valverde... nombres que ahora los jóvenes igual no conocen”. Algo más relajado se encuentra Tellería, que no recuerda el día de su debut, pero sí que sabría decir quiénes le han dejado huella. “Ángel Arizcuren, que es el que más tiempo lleva, Óscar Barranco, que me hizo debutar, y Chucho. Compañeros: Gastón, Raúl, Torres, Olleta, Iosu, Juan, Miguel Monreal... amigos y jugadores que han estado muchos años”.

Con vidas paralelas, ambos futbolistas se encuentran en un mismo punto en común cuando se les pregunta qué significan Txantrea y Beti Onak para ellos. En resumen, los dos no dudan en señalar “una vida”. “Ha sido toda mi vida. Una familia, el club que me lo ha dado todo, que me ha hecho crecer y me ha dado los valores que he tenido en el campo. Lo ha sido todo”, reflexiona Anaitz Iragi mientras Iker Tellería afirma que el club de Villava es “futbolísticamente, mi vida. No he vivido otra cosa desde que llegué al Atarrrabia. El Beti Onak es una familia. Lo que le hace especial es la gente que le rodea, Maño, el amor al arte y la cuadrilla que somos en el vestuario”.

Mirando al futuro, ambos quieren darse un tiempo, pero no rehúyen a la posibilidad de seguir ligados con el fútbol de una u otra manera.