Lo que debía haber sido un fin de ciclo tranquilo, de transición y buen rollo parece irremediablemente torcido pese a la espectacular goleada de ayer en el Metropolitano. Desde el anuncio formalizado por Arrasate y la posterior victoria en Almería, Osasuna entró en crisis; había dejado tramos de buen fútbol ante Valencia, Rayo, Athletic y Mallorca, pero carecía de la intensidad y de la ambición que exhibió ayer y que en otras circunstancias le habrían llevado a conseguir mejores resultados, a dejar menos descolocada a la afición con estos altibajos y a no dar pábulo a interpretaciones torticeras sobre el comportamiento del equipo. Osasuna no ha sido el del curso pasado; numerosas lesiones en una plantilla que ha llegado a quedarse muy corta de efectivos; fichajes que han estado por debajo de lo esperado como Catena y Mojica; y otros que no han alcanzado el nivel de excelencia del pasado curso como Moi Gómez, Torró y Aimar Oroz. Pese a todas estas incidencias, Osasuna ha transitado con comodidad hasta este tramo final entre los puestos 10 y 12. Una ubicación que tiene una recompensa económica final. Ha sido esto último lo que ha provocado que el entrenador dejara de morderse la lengua por unos segundos y arroje posibles pistas sobre su marcha. La escena tiene que ver con esa estimación que fija en unos 10 millones de euros la cantidad de dinero que podría dejar de ingresar el club al empeorar el puesto en la clasificación (exactamente la diferencia que hubo la pasada temporada en el reparto entre el 7º y el 13ª). Arrasate, contrariado, dijo en rueda de prensa: “Parece que todos los males vienen derivados del aspecto deportivo, cuando no es así”. El técnico hizo una defensa del comportamiento de sus jugadores, recordó que el límite salarial de Osasuna es el 17º de la categoría y que en los cinco últimos años han concluido la Liga muy por encima de ese puesto. Le faltó decir que los dirigentes del club se han pasado meses tratando de quitar de la cabeza del osasunismo que el equipo pudiera repetir las conquistas del curso anterior y que se daban por satisfechos concluyendo el cuarto por la cola. “Esto me cansa”, reconoció con el semblante tenso. Con pocas palabras, el técnico dejó colgadas interrogantes a las que seguramente no dará respuestas, una actitud que ya empiezo a dudar si es más mala que buena. Porque, ¿a qué se refiere cuando refuta con energía que ‘todos los males vienen del aspecto deportivo’? ¿Hay alguien interesado en cargarle el muerto a la plantilla? Y cuando confiesa que esto le ‘cansa’, ¿este cansancio es puntual, fruto de las últimas semanas o viene de más atrás? En la misma comparecencia aseguró que “con los jugadores tengo una sensación buenísima”, otra apreciación que viene a explicar que ese cansancio no se lo han provocado los futbolistas. ¿De qué, de quién o de quiénes ha terminado Arrasate tan harto como para levantar el campamento en el que estaba perfectamente asentado en Mutilva, con una afición que le apoya en los malos momentos y con un grupo humano de trabajo con el que dice sentirse satisfecho? A tenor de los visto ante el Atlético todos siguen comprometidos hasta el último día y eso es un éxito del entrenador. Por eso digo que sacar a colación ahora los ingresos por clasificación después de todo lo que ha conseguido Arrasate para el club y lo que deja (en futbolistas jóvenes) para encarar el futuro es una jugada fea. Parece como que hubiera algún interés en que esto no acabe bien. Atentos a las pistas de Arrasate,

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¿Una alianza con el Aston Villa? El grupo propietario del Aston Villa, en manos de un magnate egipcio y un estadounidense, busca alianzas estratégicas en el fútbol español tras introducirse en Portugal y asociarse con el Real Unión. Fuentes conocedoras de las operaciones cuentan que uno de los clubes con los que tendrían interés en contactar es Osasuna.