Nueva Zelanda cuenta con mil y una maravillas para visitar. Ubicado al suroeste de Oceanía se divide en dos grandes islas, y se diferencian entre la norte y la sur. En todas ellas, se ofrecen múltiples planes para disfrutar de un lugar salvaje, con sus enormes bosques, montañas, lagos, playas y fiordos sublimes, y aventureros. Destaca también por ser la cuna del rugby. Cuenta con enormes parques nacionales y su cultura maorí sorprende a todos los turistas, incluso su gastronomía, con atractivas opciones veganas, cervezas artesanas, su famosa cultura cafetera y los legendarios vinos de clima frío. Y es que la cocina neozelandesa ha llegado muy lejos debido a sus innovadores platos. Igualmente, este país, esconde muchos secretos. Te los descubrimos.

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Nueva Zelanda está rodeada de grandes maravillas que hay que descubrir, aunque sea durante una breve escapada. Es, además, un país que se adapta a todo tipo de visitantes: los aventureros y aficionados al deporte, con opciones de surf y esquí; los apasionados de la naturaleza con visitas a bosques y parques naturales, y los que prefieren visitar la ciudad tanto de día como de noche y disfrutar de su amplia oferta gastronómica donde prima la creatividad e innovación. 

Sus olas atraen a surfistas.

Sus olas atraen a surfistas. Pexels

Wellington, su capital

Una de las capitales más pequeñas del mundo, la ventosa Wellington cumple todas las expectativas. Es famosa por su panorama artístico y musical, alimentado con un café excelente, numerosos bares de cerveza artesanal y más cafés y restaurantes per cápita que Nueva York. Provocadora y sociable, colorida y a menudo vestida de negro, adora lo inesperado y poco convencional. El tiempo muy cambiante solo añade emoción a la experiencia... aunque causa estragos a esos modernos cortes de pelo.

Tongarino Alpine Crossing

En el centro de la Isla Norte, el Tongariro National Park constituye un paisaje asombroso de desierto alpino con tres volcanes humeantes. A menudo calificado como una de las mejores caminatas por la naturaleza de un día del mundo, el exigente Tongariro Alpine Crossing bordea la base de dos montes y regala vistas de cráteres, lagos de vivos colores y la vasta meseta central. La popularidad de la travesía se ha disparado y el DOC ha tenido que limitar el número de visitantes. Afortunadamente, existen muchas otras maneras de explorar este paisaje extraterrenal.

Isla Waiheke y golfo de Hauraki

El golfo de Hauraki, moteado de islas, protege el puerto de Auckland y las bahías de la costa oriental, y supone la excusa perfecta para que los barcos de recreo entren y salgan a su antojo. Pese al tráfico marítimo, no faltan delfines ni ballenas. La isla de Rangitoto es un símbolo de la ciudad y su cono volcánico, casi perfecto, facilita un fotogénico telón de fondo. Aun así, es Waiheke, con sus preciosas playas, bodegas célebres y grandes restaurantes, la isla más popular para escapar de Auckland.

Auckland urbana

Al resguardo de dos puertos y levantada sobre volcanes extintos, Auckland no es una metrópoli al uso; se la considera una de las ciudades más habitables del mundo y, aunque carezca de las emociones de ciudades como Nueva York o Londres, está engalanada con bonitas playas, viñedos y una dinámica oferta gastronómica, musical y de ocio. Los festivales culturales se celebran a lo grande en esta urbe multicultural, con la mayor población polinesia del mundo.

Kaikoura

Los maoríes, con su gusto por el marisco, fueron los primeros en establecerse en Kaikoura (que significa "comer cangrejo"), el mejor lugar del país para consumir y convivir con criaturas marinas. Uno puede atiborrarse de cangrejo, ir de excursión de pesca o realizar un circuito en barco o avioneta para ver ballenas, delfines, focas y aves marinas. Tras un grave terremoto acaecido en noviembre del 2016, Kaikoura se convirtió también en un destino fascinante para observar el impacto de la actividad sísmica.

Bahía de las islas

Aguas de color turquesa que lamen bonitas bahías, delfines que juguetean en la proa de las embarcaciones, grupos de orcas que se acercan grácilmente: estas son las imágenes que el viajero tenía en la cabeza antes de llegar a Nueva Zelanda y son precisamente el tipo de experiencias que brinda la preciosa bahía de las Islas. Sea lobo de mar o marinero de agua dulce, las opciones para explorar sus más de 150 islas son infinitas.

Milford sound

Independientemente del tiempo, el Milford Sound encandila al viajero con sus cascadas, acantilados y aguas de color cobalto y la icónica silueta del Mitre Peak. Las cascadas de Fiordland resultan aún más espectaculares alimentadas por la lluvia, pero los días de cielo azul se ven arcoíris surgiendo de su bruma. Hay que estar atentos a ver focas, delfines y el evasivo pingüino de Fiordland, sobre todo si se explora el fiordo más famoso del país en kayak.

La naturaleza en Nueva Zelanda tiene parajes increíbles. Pexels

Queenstown

Puede que Queenstown sea la cuna del puenting, pero hay otras muchas propuestas de aventura. Las montañas Remarkables proporcionan un dentado telón de fondo azul a los días de esquí, senderismo o ciclismo de montaña seguidos de una cena en un restaurante cosmopolita o de la diversión en alguno de los mejores bares del país. Al día siguiente siguen las descargas de adrenalina con una sesión de ala delta, kayak o rafting, o se elige una opción más tranquila visitando Glenorchy o la histórica Arrowtown.

Abel Tasman National Park

Naturaleza seductora a base de verdes montes ribeteados de calas de arena dorada que se tienden hacia cálidos bajíos bañados por un mar de aguas cristalinas, el Abel Tasman National Park es un paraíso donde siempre se queda bien en la foto, ya sea de excursionismo, en kayak, nadando o tomando el sol. Al final se planta la tienda junto a las orillas cerúleas.

Cuevas de Waitomo

La imprescindible Waitomo es un asombroso complejo de cuevas, cañones y ríos subterráneos que perforan las paredes calizas del norte del King Country. El rafting en la oscuridad es un gran reclamo, además de las grutas de luciérnagas, el rápel subterráneo y la cantidad de estalagmitas y estalactitas. En la superficie, Waitomo cuenta con un elegante restaurante, una cervecería artesanal, un pub y muy buenas opciones de alojamiento.

Cathedral Cove

Cathedral Cove, situada en la bonita Costa de Coromandel de la Isla Norte, es una de las mejores playas y otro de los lugares que visitar en Nueva Zelanda imprescindibles. Este fotogénico lugar tiene un enorme arco de piedra que sirvió como escenario de la puerta de entrada a Narnia en la popular película «Las Crónicas de Narnia». Además de este espectacular arco, las dos playas de aguas turquesa y arena fina, situadas a ambos lados, son impresionantes al tener varias formaciones rocosas semisumergidas y perfectas para darte un buen baño si el tiempo acompaña.

Degusta su cocina

La gastronomía de Nueva Zelanda tiene su base en la cocina británica. Al ser un país insular, no es extraño que el pescado tenga un peso importante en la dieta, con platos como el fish and chips, el salmón, y varios mariscos como ostras, abulones (llamados paua), mejillones, el pipi (un bivalvo de Oceanía), el tuatua (un molusco local). Además, este país es internacionalmente famoso por sus kiwis, tanto así que los propios neozelandeses son apodados kiwis. Igualmente, dos platos considerados distintivamente maoríes son el boil up (cerdo, patatas, kūmara y dumplings), el cerdo y la puha (hierba cerraja), combinando alimentos introducidos e indígenas. Ambos platos deben mucho a los métodos de cocina británica traídos en el siglo XIX. También fabrican su propia cerveza, muy demandada por sus habitantes.

La casita que se construyó para las películas de 'El Hobbit'. Pexels

¿Sabías que…? 10 curiosidades de Nueva Zelanda

1. En Nueva Zelanda hay el nombre del lugar más largo del mundo. Es el monte Taumatawhakatangihangakoauauotamateapokaiwhenuakitanatahu, en Hawkes Bay.

2. En Nueva Zelanda no hay serpientes ni animales venenosos.

3. El Lago Azul en el Parque Nacional de Nelson Lakes, tiene el agua más clara del mundo.

4. El deporte nacional de Nueva Zelanda es el rugby.

5. En Nueva Zelanda se rodó 'El Señor de los Anillos'.

6. En Queenstown, fue donde se practicó puenting comercial por primera vez. 

7. En Nueva Zelanda está el insecto más grande del mundo, el Giant Weta.

8. En la Isla Sur vive un caracol carnívoro gigante.

9. Está considerado el país más libre y con el mayor respeto por los derechos civiles del mundo.

10. Nueva Zelanda es el tercer país más seguro del mundo.

La cultura maorí, un guiño a sus antepasados

Es imposible entender la Nueva Zelanda de hoy en día sin conocer sus antepasados y conocer a la cultura maorí. Los maoríes fueron los primeros pobladores de este país y según cuenta la leyenda, se instalaron entre los años 800 y 1200, y todos ellos provenían desde alguna parte de Polinesia, aunque se desconoce cuál era exactamente su origen.

La cultura maorí, un guiño a sus antepasados. Pixabay

No obstante, sus rasgos físicos y sus parecidos con otras etnias polinesias apuntan a que lo que se cuenta es cierto. La sociedad maorí tradicional se basaba en organizaciones, las conocidas como whanau, que hacía referencia a las familias, y las iwi, las tribus. Además, cada familia contaba con cinco castas diferentes: jefes, sacerdotes, nobles, guerreros y esclavos. Sin embargo, aunque se hacían distinciones, todos ellos colaboraban en las recolectas de frutas y verduras, la pesca y la caza. Por todo esto, se conoce por ser una cultura llena de valientes y fuerza. Todo cambió en el año 1840, cuando Nueva Zelanda pasó a ser una colonia británica. Comenzó una guerra interna y epidemias constantes que trajeron los propios británicos. Así, la población maorí se fue reduciendo hasta desaparecer poco a poco. Actualmente, solo el 15% de los ciudadanos de Nueva Zelanda es de etnia maorí y se concentra mayormente en la isla norte

Muchos de los lugares de este país rinden homenaje a la cultura maorí, manteniéndola todavía viva y lo hacen utilizando también su idioma, uno de los oficiales del país. La cultura maorí continúa siendo muy apreciada y valorada en Nueva Zelanda, ya que les permite recordar de dónde vienen y cómo se construyó el que ahora es su hogar, un lugar muy apreciado tanto por los oriundos del país como por los foráneos.