Ellos mismos se autodefinen como unos bichos raros, y puede que tengan razón. Para empezar, ‘El Cuarteto de Nos’ no está compuesto por cuatro miembros, como se extrae de su nombre, sino que en la actualidad son cinco músicos en total. Roberto Musso (voz, guitarra), Santiago Tavela, (voz, bajo), Álvaro Pintos (batería), Gustavo Antuña (guitarra) y Santiago Marrero (teclados) han desarrollado un longevo proyecto de pop y rock alternativo que nació en Uruguay a mediados de los 80, pero que no despuntó hasta la publicación de ‘Otra navidad en las trincheras’ (1994, Ediciones Tacuabe). 

Con canciones tan descacharrantes y originales como ‘Calzoncillos a rayas’, ‘El putón del barrio’ o ‘Me agarré el pitito con el cierre’, la banda asentada en Montevideo se hizo tremendamente popular. Vendieron como churros en su país natal, pero no lograron traspasar fronteras hasta mucho más tarde. Este quinto trabajo fue un fenómeno aislado circunscrito a Uruguay. Su impacto en el país de habla hispana más pequeño de Latinoamérica (3,5 millones de habitantes) sigue vigente. En 2017, el periodista cultural Ignacio Martínez (Montevideo, 1987) analizó con detalle el álbum en el libro homónimo ‘Otra Navidad en las Trincheras’.

A mediados de los 90, la realidad de El Cuarteto de Nos fuera de Uruguay era muy similar a la de cualquier otro grupo de culto; apreciados por los críticos y entendidos, ignorados por una mayoría. Sus miembros compaginaban trabajos a tiempo parcial con una carrera que parecía abocada al ámbito doméstico. “Nos conocían más periodistas que público que comprara entradas. Eso sí, los periodistas nos conocían bien”, confesaron en la revista Rolling Stone.  

En 2006, la suerte viró. Y lo hizo de la mano de un contundente single nominado a los Premios Grammy que musicalmente recuerda al ‘Fuck Forever’ de Babyshambles, el proyecto de Pete Doherty tras la disolución de The Libertines. Las rimas de ‘Yendo a La Casa de Damián’, anticipo del nuevo álbum, calaron en toda Latinoamérica. “Tenía urgencia de hablar con el man. / Caminé porque pinché mi van. / Vi una mina de la que soy fan”, canta Musso en un tema que despega en el estribillo y fue convenientemente impulsado por un videoclip de animación con estética de videojuego.

Incluida en el disco ‘Raro’, la canción marca el comienzo de una nueva y exitosa etapa en el grupo. Aquellos personajes estrambóticos y peculiares que protagonizaban sus letras empezaron a conectar con un público más amplio. El mérito de haber conquistado otros mercados con una fórmula perfeccionada y digerible se le suele atribuir al músico y productor uruguayo Juan Campodónico, con quien han trabajado desde entonces. 

‘El Cuarteto de Nos’ dejó de ser una banda de minorías. Acudían a importantes festivales de Argentina, Colombia y México. Tenían fans en Centroamérica. Sus canciones sonaban hasta en Europa. A principios de 2007, cruzaron el charco para recalar en Vigo y emprender así su primera gira española con el grupo Tango Project como teloneros. “Nos mandaron pasajes, nos recibieron en sus oficinas y sonaba nuestro disco. Era el mismo sello que tenía a, no sé, Paul McCartney. Y de pronto estábamos en Madrid con todo pago y por hacer ruedas de prensa”, recuerdan. 

Crisis

También hubo efectos colaterales. El éxito rebrotó las latentes tensiones internas y Ricardo Musso, fundador de la banda uruguaya junto a su hermano Roberto, se mostró muy crítico con el rumbo que había tomado el grupo tras el bombazo de ‘Raro’. Terminó por marcharse. En 2014, Riki Musso se embarcó en su carrera en solitario y publicó el LP ‘Formidable’. “La banda se transformó en otra cosa. Dejó de ser de sus dueños y pasó a ser de otros dueños. Terminé siendo empleado y no había plata. Por eso me fui”, argumentó el guitarrista. 

El Cuarteto de Nos retuvo el tirón comercial con ‘Porfiado’, en 2012, ya bajo el paraguas de la multinacional Warner. ‘Lo malo de ser bueno’, Enamorado tuyo’ o ‘Algo mejor que hacer’ ahondaban en un espíritu muy parecido al de ‘Raro’, escorándose aún más al pop y con una producción limpia y acabada, apta para captar grandes audiencias. Su trayectoria, transitando desde la más estricta independencia hasta el éxito, puede recordar a la evolución de otro grupo clave del indie latinoamericano de los dos mil, los argentinos ‘Él mató a un policía motorizado’.

‘Lámina once’ (2022, Porfiado Records) es el último giro de tuerca, un trabajo difícil de etiquetar. Los tiros se dirigen esta vez a un mundo incierto y en descomposición en tiempos de postpandemia y con poco espacio para el sentido del humor y la ironía. Por momentos, recuerdan el ‘nu metal’ del cambio de siglo (‘Korn’, ‘Linkin Park’), aunque también quedan antiguos destellos pop como en ‘Cinturón Gris’. ¡Qué raros son estos uruguayos!