Uruguay, con algo más de tres millones de habitantes, es el segundo país más pequeño de Latinoamérica después de Surinam, la antigua Guayana neerlandesa. El país de jugadores de fútbol de talla mundial como Luis Suárez o Diego Forlán pretende mostrar una cara distinta. Adiós al cliché de fructífera cantera sudamericana del balompié. Al fin y al cabo, los escritores Mario Benedetti y Eduardo Galeano o el carismático expresidente José Múgica también son uruguayos. En uno de los últimos spots del Ministerio de Turismo se alejan deliberadamente de la visión estereotipada que se tiene desde el exterior. La campaña lleva un título muy ilustrativo: ‘Uruguay es más que fútbol’. 

La capital de Uruguay es un destino que ofrece muchos planes para hacer. Pexels

En el vídeo, de un minuto de duración y disponible en Youtube, se muestra una imagen más desconocida y completa del país para atraer al turista extranjero. “Los uruguayos amamos muchas cosas además del fútbol. Amamos la diversión. Además del arte y la cultura en Montevideo podés encontrar una gran variedad de bares, boliches y casinos que hacen brillar a la noche uruguaya. Durante el día, no te podés perder de visitar centros comerciales, restaurantes y la icónica rambla. A solo dos horas de la capital se encuentra Punta del Este. El balneario más exclusivo de la región reúne lujosas casas de moda, modernos bares y una movida nocturna única. Amamos la gastronomía”.

El spot continúa: “También a dos horas de la capital se encuentra Colonia del Sacramento. Nombrado Patrimonio de la Humanidad, es un destino imperdible que mezcla una arquitectura mágica y una gastronomía sin igual. En las afueras de Montevideo se ubican las principales bodegas del cono sur, una parada obligatoria para los fans del vino. Amamos el relax. Para relajarse nada mejor que la playa. Entre todos los tesoros de Uruguay, destacan el Parque Nacional Cabo Polonia -hogar de hermosas playas- y José Ignacio -paraíso del jet set internacional-. Aprovechá tu viaje y enamórate de Uruguay”, culmina el narrador.

En los tiempos del Mújica presidente (2010-2015) la línea Air Nostrum empezó a enlazar vuelos directos entre Madrid y Montevideo. Impulsado por unas políticas progresistas que superaban ampliamente a la de sus ilustres y gigantes vecinos argentinos y brasileños, se empezó a hablar maravillas de este país de bolsillo. Los avances en el matrimonio igualitario o, sobre todo, en las leyes de regulación de comercio de marihuana a finales de 2013 lo sacaron del anonimato e hizo que el mundo lo viera con nuevos ojos. Uruguay empezó a llamar la atención de la gente y no solo por los goles de sus grandes delanteros. En 2019, la directora Mariana Viñoles estrenó el documental ‘El gran viaje al país pequeño’, donde relata el largo proceso de adaptación de dos familias de refugiados de guerra sirios en Uruguay. De no ser por el expresidente Mújica ellos no estarían ahí, ya que formaban parte de un programa solidario de acogida implantado por el mandatario de izquierdas.  

Skyline de Montevideo. Pexels

La reciente campaña publicitaria del Gobierno es una buena manera de redescubrir un lugar que tiene mucho ganado con su reducido tamaño. Gracias a sus cortas distancias se puede disfrutar, sin agobios, de los edificios estilo ‘art decó’ de Montevideo, la Colonia del Sacramento medio portuguesa medio española y las envidiadas playas de Punta del Este, entre otras apuestas seguras. La discreta Uruguay es poco conocida en comparación con las grandes rutas turísticas de Buenos Aires y Porto Alegre, por citar dos destinos cercanos. Pero tiene un encanto innegable. 

La capital de Benedetti   

No se puede recalar en Uruguay sin pisar su capital. Es geográficamente imposible, empezando porque la mitad de la población uruguaya se concentra en Montevideo. Sería muy feo dejar fuera al 50% de sus habitantes. Además, uno de sus embajadores más apreciados es nada más y nada menos que el escritor y poeta Mario Benedetti (1920-2009). Su fundación ha editado una guía -‘la guía Benedetti’- que sirve a muchos turistas como introducción a la ciudad en la que vivió y de la que bebió el autor de ‘La Tregua’. 

“Pero está la otra ciudad […], la de los viejos que toman el ómnibus hasta la Aduana y regresan luego sin bajarse, reduciendo su módica farra a la sola mirada reconfortante con que recorren la Ciudad Vieja de sus nostalgias…”, dejó escrito Benedetti sobre unas calles que destilan literatura y de las que resulta muy difícil abstraerse de la impronta del escritor una vez leída su obra. Benedetti y Uruguay forman una pareja que tiene su epicentro en el casco antiguo o Ciudad Vieja. Ahí está el Espacio de los Soles, núcleo en el que se homenajea a los héroes nacionales y entre la que se encuentra, además del propio Benedetti, la ensayista y poeta Idea Vilariño. 

“Me ofrecieron trabajo estable como profesor en Uruguay y Lola y yo nos casamos y nos mudamos allí”

JAVIER CALLEJÓN - PROFESOR

El teatro Solís se menciona en una de sus aportaciones fundamentales, la novela ‘Gracias por el fuego’: “Con decirte que la otra tarde vino Chelita y me llevó al Solís, a la vermut claro, porque de noche yo me duermo…”. La plaza de la Constitución o Matriz fue escenario de festejos militares y civiles en el siglo XVIII, convertida en sede de los actos oficiales. También hubo corridas de toros y hasta se celebraba un mercado. Hoy mantiene su carácter colonial. En ‘La Tregua’, Benedetti firmó su adhesión inquebrantable a Montevideo al pasar por esta plaza. “Estuve un buen rato contemplando el alma agresivamente sólida del Cabildo, el rostro hipócritamente lavado de la Catedral, el desalentado cabeceo de los árboles. Creo que en ese momento se me afirmó definitivamente una convicción: soy de este sitio, de esta ciudad”. 

“Hemos vivido siete años en Montevideo y allí han nacido nuestros cuatro primeros hijos”

LOLA DE LARA - PROFESORA

El café Brasilero, fundado en 1877, clásico absoluto de Montevideo y parada de grandes literatos; el antiguo café Sorocabana, ahora Big Mamma, y café Las Misiones, en el que el escritor pasó tardes enteras dando forma a sus escritos; el mercado del Puerto y la plaza Zabala, que también aparece en la novela ‘Andamios’ y subraya el “exquisito” churrasco de uno de sus restaurantes, completarían un recorrido de unos 40 minutos de un Montevideo dentro de la producción literaria y, al mismo tiempo, de las vivencias de Mario Benedetti. 

Colonia del Sacramento: La perla desconocida

Su casco histórico es Patrimonio de la Humanidad desde 1995. Su trazado urbano, típicamente portugués, se adapta a la topografía del lugar y no ha sufrido apenas modificaciones en más de 200 años. Se conserva tal cual. Colonia del Sacramento o, mejor, Colonia, como la llama todo el mundo, es una de las perlas de Uruguay. Se fundó en 1680 por el gobernador de Río de Janeiro y hoy es un importante destino turístico nacional -está a menos de 200 kilómetros de Montevideo- que atrae a su costa a numerosos ferris desde Buenos Aires. 

Es imprescindible callejear por su barrio más añejo. Los palacetes con solera de la plaza Mayor están impecables. La calle de los Suspiros debe su nombre a una peculiar leyenda por la cual los marineros de paso caían rendidos a los encantos de las mujeres que trabajaban en los prostíbulos. Otra teoría sostiene que se llama así porque las parejas de enamorados se reunían en este tramo de suelo adoquinado. El faro, levantado en un antiguo convento franciscano, actualmente en ruinas, es otro must. Por un módico precio de dos euros se sube a lo alto del edificio, del siglo XIX, desde donde se otea un horizonte impresionante.  

Faro de La Paloma, en el Departamento de Rocha. Pexels

Más encantos bañados por el sol uruguayo: la plaza de las Armas y su preciosa basílica Blanca, una fábrica de jabones reconvertida en centro cultural (bastión del Carmen) y el museo Español, que cuenta la historia de la época colonial desde que pasó a manos españolas. Para los amantes de los coches antiguos, Colonia es un chollo. Casi en cada esquina se pueden encontrar vehículos cuidadosamente restaurados. 

Punta del Este deluxe

Al otro lado del río de la Plata los argentinos tienen un paraíso playero. Y los brasileños. Y los amantes de los lugares glamurosos, con hoteles caros y restaurantes exclusivos. La ciudad uruguaya Punta del Este es el principal balneario del país y el segundo destino turístico después de Montevideo. Por su carácter exclusivo, ha sido apodado como el Mónaco del sur, el Miami Beach de Latinoamérica o el St. Tropez de América del Sur. No es un lugar barato. Y se pone hasta los topes en época estival: la ciudad multiplica sus habitantes hasta veinte veces pasando de unos 15.000 residentes fijos a los más de 300.000 de la temporada alta veraniega. 

Su playa figura entre las 50 mejores del mundo para la agencia Big 7 Travel. La ciudad uruguaya es la única del continente suramericano de la lista junto a Río de Janeiro. Comparte espacio con las calitas y playas soñadas del Caribe, las islas griegas o Tailandia. La playa favorita de Uruguay no es solo el punto de encuentro de la ‘beautiful people’ latina. Atraídos por las fiestas, los acontecimientos sociales y el famoseo, la clase media también se deja ver por aquí. Es un buen lugar para el chismorreo y da pie a decenas de artículos de prensa rosa. No están en las mismas fiestas que los más ostentosos, pero comparten el momento. 

Punta del Este tiene algo especial que atrae a perfiles de lo más variados por su carácter hedonista y cool. La zona de clubes de La Barra se encuentra al este, y Punta Ballena, al oeste. Además, Punta está rodeado de reservas naturales protegidas (isla de Lobos, isla Gorriti, La Barra, o el Arboretum Lussich) y su festival de cine se inauguró en 1951. En sus ediciones iniciales se estrenaron ‘Rashomon’, de Akira Kurosawa; ‘Umberto D’., de Vittorio de Sica; y ‘Juventud, divino tesoro’, de Ingmar Bergman. Por todo lo alto.