Uno de esos rincones que no dejan indiferente a nadie aunque de los que tampoco se habla demasiado es Aramaio, un valle alavés al pie de Parque Natural de Urkiola y a la sombra del mítico monte Anboto, hogar de Mari, la Dama de Anboto y que se esconde en la cueva que lleva su nombre. 

Cuentan que el rey Alfonso XIII, durante un viaje por esta zona en 1995, desde el puerto de Krutzeta le mostraron el valle y el asombro por la fascinante belleza que descubrió solo le permitió compararla con los míticos valles y cumbres de la alpina Suiza. Tuvo fortuna la expresión y así se la ha conocido desde entonces, la pequeña Suiza alavesa.

La silueta del Anboto se eleva sobre el valle. Cuadrilla de Zuia

Aunque a otros muchos viajeros y excursionistas se les ocurra otras comparaciones, los verdes y delicados valles que se abren a los pies de poderosas cumbres como la de Anboto, el Udalaitz, Orixol, Izpizte, Arangio o Gantzaga, así como otras menos intimidantes como el Murugain o el Jarindo. 

Pero es el contraste con los prados y pequeños valles de delicados tonos verdes que hacen con los oscuros y cambiantes colores de los bosques lo que más asombra a quienes como el rey español admiran desde de el alto de Krutzeta. 

En un entorno de prados y montañas, el agua también es protagonista con tres pantanos.

Para rematar los contrastes, tres embalses lanzan hacia el visitante los reflejos de las luz que rebota en su superficie. Muchos son los califican como el mar interior de Euskadi. Son tres, Albina, Urrúnaga y Ullibarri-Gamboa, el más grande de los tres y con la isla de Zuaza en su centro. Muchos alaveses, además de guipuzcoanos y vizcaínos vecinos acuden a sus orillas para disfrutar de su tranquilidad, de los deportes acuáticos y de la observación de aves. Playas, merenderos y zonas de esparcimiento abundan en sus orillas. 

Pueblos y caseríos

Tras bajar desde Krutzeta y pasando por el Mirador de Aramaio pronto se empiezan a cruzar los diferentes barrios que componen Aramaio. Las tradicionales casas de color blanco y sus tejados rojo se integran perfectamente en el paisaje. Un paisaje que muchos afirman refleja a la perfección el más tradicional de la Euskadi interior.

Uno de los primero en verse es el de Oleta, que alberga en la ermita de San Cristóbal en un hayedo. Siguiendo la carretera y descendiendo hacia el valle, a unos 5 km, se llega a Ibarra, la cabecera de Aramaio. Esta coqueta y cuidada localidad tiene mucho que enseñar. En la plaza Bicente Gokoietxea, bautizada con el nombre del músico y compositor natural de este valle, destacan el edificio porticado del Ayuntamiento, la casa natal de Goikoetxea y la ermita de Sastiña, de San Sebastián, la más antigua del lugar y entorno a la cual se desarrolló Ibarra. 

El monumento a los montañeros desaparecidos de Yoshin Ogata.

El monumento a los montañeros desaparecidos de Yoshin Ogata.

Aunque espectacular, la iglesia de San Martín es del siglo XIX, aunque conserva restos de la primitiva. Destaca su espectacular escalinata de acceso y un gran pórtico de carácter neoclásico de sillería con columnas cuadradas. En su interior alberga las imágenes de San Sebastián, San José, el Cristo de la urna, el Sagrario y la Pila Bautismal, y una campana que se conservaron de la original.

La visita a los núcleos urbanos de Aramaio prosigue por las anteiglesias de Arriola Arexola, Zubieta, Uribarri, Azkoaga y llegar hasta Barajuén, el más antiguo de todo el valle. En él se puede contemplar la casa torre de los Mújica Butrón, señores de estas tierras durante los siglos XIV y XV y que tuvo relevancia durante las guerras banderizas de la época como integrante del bando oñacino, y que quedaron reflejadas en el ‘Cantar de Aramaio’, un poema épico en euskera de 1443.

También destaca la iglesia de la Asunción, del siglo XVI y estilo barroco. Junto a ella una enorme encina que señala el lugar donde se reunía la Junta del Valle.

Se cuenta que por encima de este árbol viajaba la Dama de Anboto cada siete años convertida en una bola de fuego para trasladarse hasta el monte Gorbeia, donde vivirá otros siete años y gobernaría el clima de la zona en función de su estado de ánimo. 

La piedra de los Tres Territorios

El valle de Aramaio, además de su belleza natural, guarda en su corazón uno de los puntos más significativos geográficamente hablando, su corazón geográfico. No es el centro geográfico, pero sí el punto donde mugan entre sí los tres territorios. Allí, en el monte Betsaide, se ha colocado la Piedra de los Tres Territorios.

Este pequeño pico de 564 m de altitud se encuentra escoltado por el Udalaitz y el Anboto. En la ladera también hay dos monumentos mas, ambos dedicados a los montañeros vascos.

El primero de ellos es de 1955 y se levantó junto a la Piedra de los Tres Territorios, para recordar a cuatro alpinistas vascos, Enrique Bacigalupe, Carlos Ugartetxe, Manuel Kanke y José María Peciña, que murieron mientras ascendían al Mont Blanc en 1953. Una tormenta les sorprendió camino del refugio de Vallot, al que no pudieron llegar. Impactados por este suceso, desde el Club Vasco Navarro de Montaña, a iniciativa de un grupo de socios encabezado por Ángel Sopeña y José Luis Sopelana se encargó al arquitecto Luis Pueyo el proyecto. Con él se quería rendir también tributo a los 46 montañeros federados que habían muerto en accidentes de montaña.

La piedra de los tres territorios se considera el centro unificador de Euskadi.

Casi cuarenta años después, la Euskal Mendizale Federazioa llevó a cabo un proyecto similar. En esta ocasión se le encargó al arquitecto japonés Yoshin Ogata. Se levantó unos metros más abajo, y se llega por una escalinata .Se le bautizó como ‘Fuente de vida’.

Cada año, en septiembre, los montañeros vascos acuden al Betsaide, a estos monumentos, para rendir homenaje y recordar a los compañeros fallecidos.

El silencio llega hasta el agua 

El interior de Euskadi se caracteriza por prados y montes, pero en Aramaio el agua cobra un especial protagonismo. Tres embalses son la razón de ello, los pantanos de Albina, Urrúnaga y Ullibarri-Gamboa.

El de Albina, que recoge las aguas del río del mismo nombre, es el más pequeño, pero para muchos supera a los otros en belleza y tranquilidad. En la cola el pantano una pequeña zona de esparcimiento permite el baño, es Albina Txoko y se encuentra junto a la carretera A-2620. 

Por su parte, el pantano de Urrúnaga se ubica entre Álava y Bizkaia. La carretera que lo bordea es usaba para los que quieren atajar desde Navarra hacia la costa de Vizcaína por Durango y Amorebieta, subiendo por Urkiola.

En su orilla, Legutio es quien más lo disfruta. Las actividades náuticas son la estrella en este embalse. Al norte se encuentra el Campo Internacional de Regatas y la escuela de la Federación Vasca de Remo. Igualmente dispone de dos zonas de ocio, Sorgimendi, un área de esparcimiento junto a al carretera A-4402, casi en la cabecera del pantano, con mesas, fuentes, playa y arbolados, y Zabalain, en un istmo que nace en Legutio mismo. Este parque también está equipado con mesas y barbacoas. 

El monte Jarindo llega hasta la orilla del pantano de Albina.

Finalmente, el pantano de Ullibarri- Gamboa, el más grande de los tres es el principal referente de todas la actividades deportivas y al aire libre relacionada con el agua, desde la pesca hasta la observación de aves, desde el paddle surf hasta el remo pasando por el piragüismo o el windsurf. En sus orillas se han instalado los clubes náuticos Vitoria y Aldayeta, así como empresas de turismo activo. 

Los aficionados al sol disponen de varias playas, algunas de ellas nudistas o naturistas. Las de Garaio y Landa cuentan con el reconocimiento de sendas banderas azules, resultado de la calidad de su entorno y los servicios que ofrecen.

El alto valor ecológico de estos humedales las hacen un interesante centro de observación y estudio de aves. Uno de ellos, el de Mendixurse encuentra al sur del pantano.

Cinco rutas al Betsaide

Siendo el monte Betsaide el lugar donde se encuentran los territorios de Álava, Bizkaia y Gipuzkoa es lógico que sean varias las rutas que suban a su cima, a 564 m sobre el nivel del mar, partiendo de cada una de ellas.


Cinco son las principales. La primera sale de la guipuzcoana Gesalibar, otra sale desde Ibarra, en Aramaio, y las otras tres parten de Bizkaia, desde Elorrio, Arrazolz y el puerto de Kanpazar.


Desde Elorrio, en el acceso sur de la variante se sigue una pista hormigonada junto al arroyo Larraskan que tras unos 55 minutos llega al monte Memaia. Desde allí se baja, rodeando la pequeña colina de Menditxo, hacia el cruce con el sendero de Gran Recorrido GR-123 con el camino de ascenso al Udalaitz. Siguiendo la senda principal se llega a la fuente y a la base del montículo donde se alza el monumento. Ida y vuelta son unos 10 km que se pueden hacer en algo menos d de tres horas.


Partiendo del alto del puerto de Kanpazar, en el mismo aparcamiento, pero al otro lado de la carretera, se coge la pista de tierra bajo la mole del Udalaitz y se sigue hacia el sur por un bosque que rodea la montaña por la GR-121. En una hora se llega al pie de una colina, cubierta por un denso encinar en cuya cumbre se halla la ermita de Santa Lucía. Siguiendo la pista llegaremos a un cruce que nos indica la dirección a seguir para llegar a la cumbre de Betsaide. Ida y vuelta son algo más de 11 km.


Desde la localidad de Arrazola, el camino hasta el Betsaide es una ruta sencilla y sin dificultad. Por la vía verde que sale de la localidad, una antigua línea férrea minera que daba servicio a las explotaciones, se alcanza el camino de Atxondo Besaide hacia el Udalaitz. Siguiendo la senda principal se llega a la fuente y a la base del montículo donde se alza el monumento.


La ruta desde Gipuzkoa parte de Gesalibar por una pista que pasa por los caseríos Biziola, y un poco más arriba, y Parraia. Se cruza la autopista hacia al caserío San Jurgi desde donde un poco más adelante se toma a la izquierda una amplia pista que alcanza el collado de Anjelagorosti. Se rodea el monte Larragain por su vertiente occidental hasta Karraskain a pie de la cumbre del Betsaide.


En Álava el punto de partida es Ibarra por una pista hacia los caseríos Solareaga primero y Ametzua después, para seguir hacia el collado Larrabil, por cuya vertiente este se alcanza la ladera del Larragian, a cuyo oeste está la campa de Karraskain y el Betsaide.