EL arranque del nuevo año en el tenis trae de vuelta a Rafa Nadal, algo que hace unos meses nadie, ni siquiera él mismo, habría podido asegurar. Pero el tenista de Manacor competirá desde este domingo en el torneo de Brisbane donde se probará de cara al Abierto de Australia, el Grand Slam en el que sufrió la lesión en el psoas iliaco, con afectación posterior en la cadera, que ha puesto en riesgo su carrera deportiva, o al menos la posibilidad de acabar dentro de la pista, no en una sala de prensa o en medio de un proceso de rehabilitación.

Nadal es ahora el 667 del mundo por lo que tiene que acceder a los torneos por invitación, que es lo que va a ocurrir en Brisbane, o mediante el ranking protegido, una prerrogativa de la que el balear solo puede hacer uso en nueve ocasiones y que se reserva para otros torneos de más enjundia. Eso sí, en el sorteo del sábado no será cabeza de serie por lo que podría medirse en primera ronda a cualquiera de los principales favoritos que en la cita australiana son Holger Rune, Grigor Dimitrov, Ben Shelton, Ugo Humbert o Sebastian Korda, por citar cinco tenistas del top 25 mundial.

Después de casi un año fuera del circuito, es imposible predecir el nivel que puede mostrar Rafa Nadal. Lo que ha quedado claro es que no regresa para dejar pasar los meses y querrá ser todo lo competitivo que le permitan su condición física y sus rivales en lo que puede ser su último año como profesional. “Es posible, ni yo mismo lo sé, porque no sé cómo va a responder mi cuerpo y por eso no quiero decir nada de forma tajante”, comentó hace unas semanas cuando ya empezó a preparar su reaparición. Sus entrenamientos han ido creciendo en intensidad y calidad en los últimas semanas en las que se ha probado en su academia de Manacor ante jugadores de alto nivel. Todos ellos han coincidido en afirmar que Nadal les ha transmitido buenas sensaciones y que su bola va ganando en velocidad y profundidad.

Probablemente, estos primeros meses del año no sirvan para calibrar las posibilidades de Nadal. Su figura hace que el deseo de verle al mejor nivel pueda ser una expectativa exagerada ya que el propio jugador no ha desvelado cuáles son sus planes más allá del Abierto de Australia. La gira de tierra de primavera, Roland Garros y los Juegos de París, que se disputará sobre arcilla en las mismas instalaciones que el Grand Slam francés, aparecen como los objetivos más apetecibles para quien ya ha revelado que jugará, sobre todo, en aquellos torneos que ha alumbrado su carrera. Por ejemplo, ya ha confirmado su presencia en el Open de Barcelona, una de esas citas fetiche para Nadal.

Sus rivales de estos veinte años están deseando volver a enfrentarse con él, lo mismo que algunas de las nuevas estrellas del circuito que le han tenido como modelo. “Si está en forma, será una gran noticia para el tenis”, ha dicho Daniil Medvedev, a quien Nadal ganó dos finales memorables de Grand Slam en Melbourne y Nueva York. También Novak Djokovic le gustaría tener “una última oportunidad” de medirse a Nadal en Roland Garros. Y Andrei Rublev dice que no le sorprendería “para nada que Rafa volviese a ganar Grand Slams”. Por descontado, Carlos Alcaraz ansía competir de nuevo ante su referencia y, de hecho, ya se anuncia como un acontecimiento la exhibición que ambos protagonizarán el 3 de marzo en Las Vegas de la mano de Netflix.

No obstante, Nadal quiere hacer su camino, sin obligaciones ni exigencias, al menos las que le puedan llegar de fuera, porque todo es una incógnita ahora mismo. Sus grandes rivales, de momento, no van a aparecer en su camino, lo que evitará comparaciones. Antes del Abierto de Australia, Djokovic participará desde este viernes en la United Cup por equipos mixtos, donde también estarán Zverev, Ruud, Tsitsipas, Fritz, Hurkacz, De Minaur, Norrie o Davidovich como nombres más destacados, y Alcaraz solo hará exhibiciones para preparar el primer Grand Slam del año. El tenis desea volver a ver a Rafa Nadal en grandes batallas, pero su mejor triunfo ha sido volver, pisar de nuevo una pista.