Dice la ley que todo padre debe cogerse de manera obligatoria seis semanas de baja por paternidad cuando nacen sus hijos. Sin embargo, los deportistas profesionales, salvo contadas excepciones, no lo cumplen, sin que nadie les castigue. Una excepción que podría entenderse, se comparta o no, con el argumento de que un parón tan largo en determinados momentos de la temporada pueden comprometer el futuro profesional de un padre deportistas: desde faltar a una gran competición y perder patrocinadores a no jugar partidos claves con sus equipos. Pero, en todo caso, es una excepción que se tendría que discutir (y regular) donde se legisla, el Parlamento. Y ahí se le opondría el hecho de que esa norma no es un capricho, sino un mecanismo para la igualdad de género. Pero en vez de ir a ese debate, vemos que los deportistas van por libre, mandando a la sociedad el mensaje nada edificante de que están por encima de la ley.