Son muchas las personas, especialmente los más pequeños, las que se acercan a algún perro que ven por la calle para acariciarlo o hacerle alguna carantoña. En general se trata de perros acostumbrados a la gente y con su compañero humano cerca. Por ello, en muchos casos no suele haber problemas.

Pero no siempre es así. Porque los perros, como las personas tienen su carácter, su personalidad, y no siempre reciben con agrado o con confianza los saludos de los desconocidos. De hecho, algunos son particularmente nerviosos y rechazan con cierta agresividad o miedo cualquier acercamiento, por muy amistoso que nos parezca a los humanos. De hecho, en algunos lugares los dueños de este tipo de perros les colocan una cinta o un lazo amarillo en el collar o en el arnés para señalar que no les gustan acercamientos extraños no por sorpresa.

Los perros pueden ser grandes compañeros de juegos, pero primero hay que ganarse su confianza. Pixabay

Por todo esto, lo primero que hay que explicar a nuestro hijos pequeños es que se fijen si el perro está con su dueño o no. Si lo está, preguntarle si puede acariciarlo. Él mejor que nadie conoce a su mascota y le dirá si sí o no, y cómo hacerlo, puede ser él quien le presente al perro. Además, si el humano se muestra receptivo con el espontáneo, el can se mostrará más tranquilo.

En cualquier caso, lo más oportuno es que cuando te dirijas al perro, lo hagas hablando con suavidad, ni gritos ni chillos; los movimientos suaves, sin brusquedades y si es desde un lado y no de frente, mejor. No conviene mirarlo fijamente mucho rato, en su mundo, eso es un desafío. Antes de tocarlo, extender el brazo y con la palma de la mano hacia abajo y los dedos relajados, permitiendo que el primer contacto sea iniciativa del perro para olerte. Ponerse a su altura también es un buena idea, a su mismo nivel no resultas una amenaza.

L a primera caricia debe ser permitida por el perro después de oler tu mano. Y mejor primero en el lomo que por encima de la cabeza. Si sigue reticente, hay que dejarlo tranquilo. Pixabay

Si llegado hasta aquí, no hay ninguna señal de nerviosismo ni de rechazo, ya puede empezar con una caricia suave por el lomo. A partir de aquí, lo que el perro deje hacer. Si no se le ve muy convencido, mejor retirarse con tranquilidad y sin movimientos repentinos.

Aunque el acercamiento haya ido bien, los abrazos y los entusiasmos hay que evitarlos. Para un perro, verse agarrado o sacudido por un desconocido, que lo envuelve, lo sujeta y no le deja irse puede hacerle reaccionar como si estuviera siendo atacado y reaccionar de forma agresiva.

Aunque a veces se dejen, los abrazos no suelen ser del agrado de los perros, se pueden sentir atrapados. PIcabay

Pero, ¿y si no veo al dueño cerca?

Si aparentemente el dueño no esta con él, entonces hay que tener mucho más cuidado, ya que no sabemos la situación y podemos haber entrado en su terreno sin darnos cuenta. Por ello, lo más adecuado es dejarlo en paz. Por si acaso.

Si por alguna razón tenemos que acercanos, puede ser un animal perdido o abandonado, o lo conocemos pero los dos estamos fuera del ambiente habitual, debemos proceder de la misma manera que antes, pero con mucho más cuidado y más despacio, dejándole a él la iniciativa de acercarse o no.

Un perro encerrado en un coche puede considerar una invasión de su territorio asomarse a la ventanilla semiabierta para acariciarlo y reaccionar con cierta violencia. Pixabay

Debemos prestar especial atención a su comportamiento y a su expresión corporal, además de a la situación en la que se encuentra. Si ladra y nos gruñe, si nos enseña los dientes, si vemos que tiene las orejas levantadas y que las inclina hacia delante, si la cola la mantiene erguida, las patas rígidas y el pelaje erizado, mejor nos alejamos dejándolo tranquilo o avisamos a algún centro de acogida para que ellos se encarguen de rescatarlo.

Puede también que el animal esté atado, o encerrado en una jaula, en una caseta o dentro de un coche, simplemente dormido o comiendo, o incluso enfermo o que sea una hembra con cachorros. En estos casos es muy fácil que el perro no se fíe de nadie o que considere que has entrado en su terreno y quiera defenderlo o defenderse. Salvo que sea por una necesidad de rescate manifiesta, lo mejor es dejarlos en paz o recurrir a los expertos, que sean ellos quienes valoren la situación.

Por cierto, si sientes la necesidad de este acercamiento a perros ajenos, ¿no sería mejor adoptar uno y darle todo tu cariño?