Al frente del Ayuntamiento de Sarriés (Valle de Salazar) los últimos cuatro años, Tomás Sarriés Cabodevilla lamenta que es la primera vez que no ha salido candidatura y que se verán obligados a aceptar la gestora nombrada por el Gobierno.

Forman el municipio los concejos de Sarriés e Ibilcieta, habitados por cerca 60 personas. Sus presidentes han sido en la pasada legislatura Ramón De Carlos (Sarriés) e Iker Esandi (Ibilcieta). Tomás permanecerá como alcalde en funciones, “pero no podremos tomar ningún tipo de acuerdo y los asuntos importantes quedan paralizados”, recuerda. A pesar de ello, confiesa que está tranquilo. “Estos ayuntamientos pequeños no tienen gran cosa, ni siquiera patrimonio. Son un ente puramente burocrático, necesario para el funcionamiento de los concejos”, explica. Sin embargo, reconoce que por poco que se haga, a los ayuntamientos hay que dedicarles tiempo y actualmente no hay voluntad de ocuparse del suyo. En muchos casos, apunta que las personas ya han ocupado cargos en repetidas ocasiones, son mayores y la gente joven, de momento, no se compromete.

“En Ibilcieta teníamos esperanza porque contamos con cinco nuevas familias que en estos últimos años han formado su hogar en el pueblo, pero no ha sido así. Por un lado, tampoco me extraña que no se animen. Los ayuntamientos requieren dedicación y criar a los hijos pequeños ocupa hoy mucho tiempo. Espero que la gente joven se anime pronto”, señala. Sarriés siente a su vez que el hecho de no presentarse nadie denota, a su juicio, falta de interés y por eso lamenta que por vez primera el municipio quede a la espera de la comisión gestora.

Opina que los concejos despiertan más interés. Son abiertos, con voz y voto a partir de los 18 años. “Esto es la democracia pura”, resume al tiempo que constata que la gente acude a las sesiones del concejo, que se celebran a demanda, en función de las necesidades.

Motivos

Además de la falta de tiempo, entre los motivos de que la gente no se anime a coger la Alcaldía, Sarriés atribuye al hecho de que los pueblos pequeños como Sarriés e Iblicieta no cuentan con empleados municipales o alguaciles, solo tienen un secretario compartido con otros tres ayuntamientos. “Se trata de un único funcionario que tiene que atender a cuatro ayuntamientos con lo que significa de carga de trabajo. La burocracia nos está comiendo”, denuncia. Por consiguiente, añade, “todo recae en el presidente del concejo y al final, las cosas de los pueblos las hacemos los que vivimos aquí”, asegura.

En torno a la figura del secretario, apunta Sarriés como un inconveniente que no favorece los horarios de las sesiones. “Antes los secretarios se prestaban a hacerlas a última hora de la tarde para que pudiera acudir la gente. Ahora, con horario de funcionario de 8 a 3, los plenos son por la mañana y la gente no puede abandonar sus trabajos para venir”.

El envejecimiento, la despoblación, tampoco pasan por alto a la hora de citar las razones de falta de participación municipal. “Hay que actualizarse. La informática es cada vez más complicada y echa para atrás como una dificultad añadida. Los que ya hemos pasado por esto sabemos que hace falta ganas, muchas ganas. Hay que tener en cuenta que a lo largo de cuatro años siempre te va a tocar tomar alguna decisión que tenga su miga. Yo tengo 65 años y cuando tenía 22 ya fui presidente del concejo. Depende de las personas que te involucres o no. Si no ha habido candidatura, los que quedamos aquí haremos lo que podamos ”, concluye.