¡Qué casualidad, justo tenía que llover hoy! Fue una de las frases más escuchadas este jueves en Zugarramurdi, unas palabras que sonaron en varios idiomas, entre otros, en euskera, castellano, catalán, inglés, y sobre todo francés, entre la multitud que se acercó a la pequeña pero concurrida localidad de Xareta, que como cada 18 de agosto, celebró este jueves el último día de fiestas, el día del zikiro jate, que se realiza en la Cueva de las Brujas (Sorginen Leizea). 

Hacía mucho tiempo que no llovía, lluvia esperada y deseada por todos, aunque no menos esperado era el zikiro jate, que volvió a celebrarse tras tres años. 

La gente, impaciente de probar el zikiro recién asado. Ondikol

A pesar de la lluvia, al igual que los demás días de fiestas de Zugarramurdi, este jueves también se notaba el buen ambiente desde la mañana. Los vecinos y las vecinas andaban de aquí para allá, preparando todo a conciencia, sobre todo en la cueva, para el gran acontecimiento. Alrededor de 1.000 personas disfrutarían del zikiro jate en la cueva, 800 de pago, además de los músicos y la gente del pueblo que trabaja en un gran auzolan para que los comensales disfruten de una experiencia de leyenda. Mientras llegaba la hora de comer, los asistentes tomaban el aperitivo, para acercarse luego a la entrada de la Cueva de las Brujas. 

Uno a uno fueron entrando, recibiendo un plato, una cuchara y un vaso, únicos utensilios que se utilizan en el zikiro jate. Conforme la gente entraba, iba buscando un sitio donde poder disfrutar del exquisito manjar, y es que cada uno se busca su rincón para comer, al no haber mesas ni sillas. En esta ocasión, a causa de la lluvia, todos los comensales se acurrucaron bajo la bóveda central de la cueva, aprovechando el calor humano. 

Tuvieron que utilizar chapas para resguardar el fuego de la lluvia. Ondikol

Los asistentes por primera vez al zikiro jate miraban alrededor, sorprendidos por el lugar, la magia del momento y las ganas de degustar el cordero asado en varas de avellana, la piperrada y el caldo, para terminar con el queso, el café y la copa, todo ello regado con vino refrescado en la regata que atraviesa la cueva, Infernuko erreka. 

No faltó el vino refrescado en Infernuko erreka. Ondikol

Cuando todo el mundo se acomodó empezó el buffet libre, a modo de self-service en el que consiste la comilona. Cada uno se servía tanta comida y bebida como pudiera ingerir, cuerpos que fueron calentándose a base de comer y beber, además de bailar al son de la música de Baigorriko gaiteroak y las txarangas Atsegina y Kuxkuxtu, todas ellas habituales en Zugarramurdi desde hace muchos años. 

Tras la comida, el buen ambiente que inundó las calles de Zugarramurdi, en un Akelarre festivo que se despidió hasta el próximo 18 de agosto de 2023.