Si hay una palabra que define a Peio Etxeberria (Zenotz, 1998) es felicidad. El delantero navarro degusta con pocas palabras, pero gran profundidad el sueño de haber conquistado con grandeza su primera txapela del Cuatro y Medio ante Javier Zabala el domingo en el frontón Bizkaia de Bilbao (22-11). Los fastos comenzaron el domingo por la noche en la sidrería Kalean Gora de Tajonar y se alargaron.

¿Cómo fue la celebración?

“Al despertarme tenía ganas de ver algunas imágenes de la final y me las puse. Son increíbles”

—Estuvimos muy a gusto. Estuvimos cenando y luego tomamos algo. Estuve muy feliz.

¿Dónde durmió la txapela?

—Pasará unos cuantos días cerca de mí. Después la llevaré al pueblo, a Zenotz, y la dejaré allí, para que la disfruten también los paisanos.

Trabajo de recuperación

¿Cómo tiene el cuerpo un día después de la final, un encuentro que tiene un cariz diferente y cuya carga de tensión es mayor?

—Cuando se juega un encuentro de estas características, la verdad, no solo cuenta lo físico. La tensión y la presión que se sufre te deja baldado. Todavía no me han venido las agujetas, pero los próximos días tendrán que estar enfocados en la recuperación.

Era su tercera final consecutiva del Cuatro y Medio, la cuarta oficial en Primera si contamos la del Campeonato de Parejas de 2024 que ganó con José Javier Zabaleta, y tiene experiencia en estas lides. ¿Es consciente de que ha ganado una txapela individual en un escenario en el que hay auténticos figuras y especialistas como Jokin Altuna, Joseba Ezkurdia o Unai Laso, que parece que eclipsan en ocasiones al resto?

“Es algo que nunca había imaginado y cuando lo consigues, se te acumulan muchas emociones”

—Es algo soñado. Hay grandes pelotaris y de un nivel espectacular, como los que has nombrado, lo que hace que este título tenga más valor.

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En imágenes: La celebración de la victoria de Peio Etxeberria. Javier Bergasa

Con el agua al cuello

¿Se lo cree?

—Cuando logré llegar al tanto 22, te lo vas creyendo poco a poco. Hoy –por ayer– todavía estoy en una nube, pero esta txapela ya no se me escapa.

La dinámica y el calendario de la pelota a mano profesional tiene una particularidad: esté en esa nube o en el pozo, apenas le queda tiempo para regodearse, porque el viernes empieza el Parejas en Beasain.

“No me han venido las agujetas, pero enfocaré los próximos días en la recuperación”

—Toca recuperar y descansar. Tenemos otra competición encima. Tanto lo bueno como lo malo pasa rápido.

Su gestión de las emociones fue bastante comedida durante la celebración en el frontón Bizkaia de Bilbao, aunque sí que tuvo tiempo para derrochar alegría con los más cercanos. ¿Ha sacado de dentro todo lo que tenía o sigue conteniéndose?

—Creo que irá saliendo a medida que pase el tiempo. En el momento aparece esa emoción. Es algo que nunca había imaginado que pudiera conseguir y cuando lo haces, se te acumulan muchas emociones.

El significado

¿Qué significa el título para usted?

“En la final quería ser fiel a mí mismo, me había ido bien hasta ahora. ¿Por qué no iba a pasar lo mismo en la final?”

—Es algo muy grande. Es una txapela, que es muy difícil de conseguir. Ahora empieza de nuevo el día a día, la rutina, el entrenamiento, lo que me ha hecho llegar hasta aquí. No me queda otra que seguir ese mismo camino.

Peio Etxeberria posa con la txapela y el trofeo que le acreditan como campeón del Cuatro y Medio de 2025 en el Hotel Castillo de Gorraiz. Javier Bergasa

¿Repasó mentalmente el partido antes de acostarse?

—No, pero al despertarme tenía ganas de ver algunas imágenes y las he puesto. Son increíbles. Durante varios días las seguiré visualizando.

Ya tiene la txapela en la mano.

—Ahora sí que sí.

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En imágenes: Etxeberria se hace con su primera txapela del Cuatro y Medio en Bilbao (22 - 11) Oskar González

Nadie puede ponerle en duda.

—Eso no está en mi mano. Me toca seguir trabajando día a día con el objetivo de intentar continuar por la misma línea.

El plan del partido

En los días previos, anunció que su mayor miedo era usted mismo y que no iba a centrarse en el rival. Ejecutó su plan, ¿no?

—Quería ser fiel a mí mismo. Me había ido bien hasta ahora. ¿Por qué no iba a suceder lo mismo en la final? Creo que se hace mucho daño cuando le das violencia a la pelota y al contrario le toca dar pasos hacia atrás. La verdad es que la zurda me funcionó.

“Esta txapela es algo muy grande, aunque ahora empieza de nuevo el día a día y la rutina”

El que le da velocidad tiene mucho ganado. Le costó en los primeros compases dar brillo a ese pelotazo de costado tan agresivo y Zabala fue superior en el peloteo, pero una vez que puso agresividad fue capaz de dominar el encuentro y evitar cualquier atisbo de reacción de su adversario.

—Empezamos con unos tantos durísimos. Javi cogió la mitad de la cancha y fue superior. El manista que se queda en el centro hace que el otro tenga que correr. Pedimos un descanso y el partido cambió. Pude coger la parte central y no salí de ella hasta el cartón 22.

Iban 2-4 y le metió un parcial de 14-1 que dejó la cita prácticamente vista para sentencia. ¿En ese momento vio la final ganada o la experiencia acumulada hizo que no se relajara?

—Al hacer el tanto 21, que fue duro y que terminé con un dos paredes, sí que tuve la sensación de que esta txapela ya no se me escapaba, pero hasta entonces era consciente de que Zabala te puede pasar por encima en cualquier momento. Me decía continuamente que hasta no conseguir el tanto 22 no me lo iba a creer.

Peio Etxeberria, finalista del Cuatro y Medio por tercera vez consecutiva después de ganar a Altuna III en el Atano III de Donostia. Pedro Martínez

Los matices

Controló todos los matices que contaba en los días previos: la tensión, la presión, el público... 

—Una final no es un partido normal. Sabía que iba a haber todo ese tipo de tensiones, de nervios. He jugado tres finales del Cuatro y Medio, pero en la vigésima también saldré y notaré esa piel de gallina que te pone la gente. Se juntan muchas emociones. A mí hasta ahora eran situaciones que me habían venido grandes y me he tenido que acostumbrar.

Mantuvo esa rutina de relajación entre tanto y tanto y no perdió la concentración.

—Llevo diez años trabajando en ese ámbito con especialistas y es algo que me parece muy importante. Destacaría que tampoco era el derrotado cuando perdí contra Jaka, sin quitarle mérito a él, ni ahora soy alguien especial. Soy un chaval normal en el día a día. Me he centrado mucho en mí, en no juzgar ni lo bueno ni lo malo, creo que por eso ha venido. Había ocasiones en que se me pasaba por la cabeza que podía estar con la txapela en el podio y me juzgaba, me decía que para qué pensaba eso si todavía no lo había logrado; me estoy permitiendo pensar en eso y decirme a mí mismo que no pasa nada. Me está viniendo muy bien el trabajo de estos últimos meses.