Látigo. Montando la bala. Pellejo de Sputnik. Una mano izquierda que es un polvorín. La velocidad. Peio Etxeberria y el derroche. La violencia como punto de inicio. La violencia del pelotazo como argumento, como ariete, como cimiento para edificar su tercera final del Cuatro y Medio de forma consecutiva y la resurrección tras un campeonato que empezó con disgusto –derrota ante Erik Jaka en la inauguración de la liguilla de cuartos de final (22-18)–. Peio fue este domingo un ciclón contra Jokin Altuna, que no tuvo su día. Puso la música. Manos de titiritero. Zurda de martillo pilón. El amezketarra, incómodo, sufrió en el frontón Atano III de Donostia y acabó trasquilado.
El individual es maniqueo. No hay grises. Peio Etxeberria y el guipuzcoano navegaron en Las Antípodas. El navarro, pura viveza; Altuna III, en cambio, vivió a contrapelo, bailando con la más fea, fuera de foco, peleando por domar el peloteo. Sin embargo, el zenoztarra clavó el guion: sacó bien, imprimió ritmo y cantó bingo cuando asumió riesgos. Hizo mucho daño con las cargas de profundidad por la pared y en la segunda parte del partido vistió su catálogo de oro con el dos paredes.
Final contra Javier Zabala
El de Ultzama, que llegaba de un verano jugando en el Master CaixaBank Serie B porque Aspe no le dejó hueco en Primera, pasó por encima del cuatro veces campeón en una actuación agresiva y perfecta y se retará con Javier Zabala el 16 de noviembre en el Bizkaia de Bilbao. La txapela de la jaula espera un nuevo campeón en una final inédita. “No he notado molestias durante el partido. No pongo excusas. Él ha sido mejor. Es su tercera final consecutiva y es un gran pelotari”, desgranó Altuna III, quien reconoció que “me ha dado un repaso”.
Una falta de Peio Etxeberria abrió las hostilidades. El caramelo del primer disparo se volvió una inyección de veneno. Fue a poner y se le fue demasiado lejana. Sabía el zenoztarra que sus opciones pasaban por la velocidad del pelotazo. De ahí sus críticas al material en la liturgia. El plan del hombre bala. El frenesí. La locura. Funambulismo sobre el cráter de un volcán. Peio Etxeberria se abrazó a la velocidad, enclavado en el centro de la cancha. Bastón de mando con la derecha y, sobre todo, con la izquierda. Le dio candela. Agresivo. Electricidad a raudales. La intensidad del de Ultzama dio la vuelta al 3-1 inicial. En el 2-1 se castigaron con 24 pelotazos. Mucho ritmo.
La turbulencia
Peio se alistó en la turbulencia para mostrar su lado más agresivo. ¡Más madera! Metió caña con la derecha y en largo. Cargas de profundidad para evitar el peligro de Altuna III cerca del frontis. Etxeberria enlazó una tacada de cuatro tantos con el mismo planteamiento. A Jokin le tocó bailar al ritmo de su rival. Inerme. Romo. Desconocido.
La respuesta del amezketarra, sometido, llegó con un precioso dos paredes. El de Zenotz defendió en el ancho y dejó la pelota a huevo para que el guipuzcoano comprimiera el luminoso. Hubo reparto de golpes hasta el 5-6, un gancho de Jokin cuando se contabilizaban ya 102 pelotazos. Duro. Un remate fuera de Altuna dio la alternativa a Etxeberria.
Los momentos complicados de Altuna
Tacada letal. Peio amarró la presa. Mandíbula de cocodrilo. 10.000 newtons. Atrapar. Triturar. Destruir. Hizo daño por la pared, dando velocidad, expeditivo. Vuelta al baile. El navarro puso la música. 23 pelotazos se cruzaron en el 5-8, que finalizó Peio con una dejada. Le costó darle dirección, afinar, pero con la violencia atropelló al cuatro veces campeón del Cuatro y Medio. Altuna, incómodo, pidió su segundo descanso entonces. Mal asunto. Amplió la diferencia Peio sin tomar demasiados riesgos. Tiró de látigo para someter a un contrincante muy peligroso. Tacada de siete tantos de color azul.
Altuna III frenó la sangría después de dos buenos pelotazos por la pared, a los que dio velocidad y dirección. Los necesitaba para tomar la batuta. Zanjó con un gancho brutal. Fue un espejismo. No dio carga al siguiente saque. Sin velocidad no hay paraíso. En el resto, Peio le sacó de sitio. El 6-15 fue un bonito dos paredes del navarro. Situación crítica para el amezketarra. Dinamita en la izquierda de Etxeberria.
El campeón del Manomanista enlazó dos cartones consecutivos (8-17). A tumba abierta. El más difícil todavía. Era tarde. No era día de feria. La zurda de Peio abrió el abismo inenarrable de Jokin, con problemas para explotar su saque. Agresivo, la potencia asombrosa del navarro escribió su destino. El 9-19 fue un fallo de Jokin. Un par de dos paredes con la zurda –precisos y preciosos– y una cortada tocaron el réquiem de Altuna III.
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