En la planificación empresarial, como en el senderismo, el objetivo y la ruta sólo se puede determinar si eres capaz de ubicarte en el mapa. Sin embargo, una diferencia existe entre la montaña y la empresa: mientras que una modifica su orografía con el paso de las décadas y, por tanto, un mapa preciso puede mantener su efectividad durante generaciones; la otra cambia las reglas de juego en cuestión de meses, y lo que hoy es un diagnóstico quirúrgico, mañana se convierte en una caduca imagen del sector.

Esto obliga a las entidades pioneras a sacar constantes imágenes a modo de timelapse que determine el movimiento de un sector o un modelo de negocio. Y de ahí que un diagnóstico no debe ser únicamente preciso, sino ágil y recurrente.

Según, el académico americano conocido por sus teorías económicas, Michael Porter, “la estrategia consiste en elegir deliberadamente ser diferente”.

Cómo hacer un diagnóstico de innovación

En primer lugar, debemos conocer el mapa, hacer un diagnóstico externo. Para ubicarse en el mapa es necesario conocerlo. Sus dimensiones, su relieve o su orientación son aspectos importantes de cara a reconocer el terreno y determinar con precisión el punto en el que uno se encuentra. De la misma forma, a la hora de analizar la situación de la empresa, se debe considerar el entorno amplio y la cadena de valor en que se encuentra.

• Una visión amplia. Análisis de tendencias del entorno.

• Estrechar el foco. Análisis de la evolución del mercado.

En segundo lugar, debemos conocer nuestra localización, realizar un diagnóstico interno. Una vez familiarizados con la geografía que nos rodea, toca apuntalar la baliza 0, el punto de partida que arrojará luz sobre la situación de la empresa, con sus áreas de orgullo y sus áreas de vergüenza, en un trabajo interno no deben de existir los paños calientes, sólo la realidad.

Por último, debemos sacar conclusiones y extraer potencialidades. Alcanzado este punto, y si se ha realizado el diagnóstico correctamente, el sólo hecho de superponer el trabajo con los objetivos establecidos en la estrategia de la empresa, sacará a la luz los caminos naturales que recorrer.

En claro, una vez conocidas y dimensionadas las fortalezas de la empresa, y alineadas con las tendencias y oportunidades del entorno, erigirán de forma natural las iniciativas sobre las que realizar un trabajo de evaluación, priorización y confección del porfolio de innovación: proyectos en diferentes fases de madurez sobre los cuales, ahora sí, la empresa podrá tomar decisiones sobre los recursos a invertir, expectativas que depositar o cambios a realizar.

Y, sobre todo, mantener la visión en el camino, el diagnóstico tan sólo es el primer paso en la carrera de la innovación, el movimiento se demuestra andando y la innovación, facturando. Pero el camino se recorre mejor si se cuenta con el mapa oportuno y, sobre todo, si uno encuentra la compañía adecuada en el viaje.

Desde Zabala Innovation llevamos más de 35 años acompañando en su viaje a todo tipo de caminantes… algunos que cogen un mapa por primera vez y otros que llevan años eligiéndonos para buscar juntos la mejor ruta y transitarla, sabiendo que pueden confiar en quien camina a su lado ayudándoles a avanzar. Confianza, cercanía, pero sobre todo pasión por encontrar nuevos caminos. ¿Caminamos juntos?