En plena temporada festiva en diferentes puntos de Navarra y la CAV, en un verano marcado, en lo que a violencia contra las mujeres se refiere, por las denuncias de pinchazos intimidatorios (solo en Navarra ha habido más de 20 casos) cuya única motivación es hasta la fecha la de infundir miedo a las mujeres y restarles libertad para vivir la fiesta como quieran, cobran más fuerza si cabe todas las campañas institucionales y sociales de igualdad y prevención, para tratar de poner fin a las agresiones sexuales cometidas en todos los lugares, pero especialmente en el periodo estival las producidas en espacios festivos. Esta es sin duda una de las asignaturas pendientes del verano y a la que todas las instituciones y colectivos se han sumado para tratar de frenar esta lacra que no cesa. Porque es necesario la implicación de todas y todos para acabar con la violencia contra las mujeres y recordar que solo un sí es un sí. Según algunos datos que se han conocido en los últimos días hay que poner el foco en la preocupante incidencia de la violencia sexual en Navarra en las mujeres menores de edad. Casi la mitad de las víctimas por este delito eran menores, lo que da una idea de la necesidad de seguir incidiendo en la educación sexual y en los programas de igualdad desde las aulas en todos los niveles, como una de las herramientas principales para revertir esta preocupante tendencia desde la base. Solo en lo que va de año, 47 mujeres de menos de 18 años han sido víctimas de un delito de violencia sexual, cifra que se eleva en el resto de edades hasta las 102. En estos primeros meses se han registrado en la Comunidad Foral casi 900 denuncias por violencia machista, lo que supone un considerable incremento respecto a las cifras de meses anteriores. Según los datos recogidos por el Instituto Navarro de Medicina Legal y Ciencias Forenses , el alcohol es la sustancia que está presente en la mitad de las agresiones sexuales que se investigan en Navarra, lo que le convierte en la principal sustancia de "sumisión", ya que aumenta la vulnerabilidad, sobre todo de las personas más jóvenes o menores. La detección de otras sustancias en los análisis que se realizan es casi residual y, hasta la fecha, una vez activados los preceptivos protocolos, detrás de los pinchazos no se han detectado sustancias que impliquen una posible sumisión química, aunque ni la sociedad ni los diferentes sistemas públicos preventivos deben bajar la guardia ante posibles agresiones, algo en la que Navarra ha sido pionera.