A las personas nos gustan, en general, las listas: los mejores sitios para tal, las mejores comidas, los mejores escritores, las mejores cantantes. Por supuesto, uno de los terrenos abonados para esto es el deporte y cada equis tiempo se reaviva el debate: ¿quién es el mejor deportista español de la Historia? ¿y jugadora de tenis mundial? ¿y deportista? Estos días el debate se ha mostrado con Messi, al que solo le faltaba un Mundial, parece, para poder reclamar el trono que otros otorgan a Pele, otros a Maradona y algunos menos a Cruyff o Di Stéfano. No sé, no sé si tiene mucho sentido comparar décadas distintas, carreras completamente distintas y personalidades tan diferentes. Si el Dibu Martínez no saca ese pie milagroso en el minuto 123, ¿Messi sería peor que lo que es por no haber ganado el Mundial? Hay deportes en los cuales sí puede existir cierto criterio más o menos objetivo, pero tampoco el atletismo puede escapar al hecho de que no puedes comparar a Kipchoge con Zatopek o a Carl Lewis con Bolt. ¿Es mejor Alí o Merckx? Son intentos en general baldíos. Luego está la parte emocional. Quienes vimos a Maradona en su mejor momento echarse los equipos al cuello y ganar campeonatos con equipos medianos siempre vamos a tener esa parte de aprecio emocional enorme a quien en nuestra infancia o adolescencia nos alucinó. Pero miras su longevidad, sus títulos de club y sus problemas y miras lo que ha hecho Messi y, claro, te quedas un poco sin argumentos. Por palmarés, Messi es ya incuestionablemente tanto o más grande que Maradona o Pelé, al que también le pesa el hecho de que nunca salió de Brasil salvo para llenar la cartera en Estados Unidos. Messi, lo ha logrado, además en el ocaso de su carrera, ofreciendo un rendimiento a los 35 años no igual que el que tenía con 25 pero sí con una maestría y conocimiento de sí mismo y del juego impresionantes.